Maravilla que fue y que pudo ser
El ecléctico ruso Yémelin saca un rendimiento óptimo a sus piezas de ataque hasta el punto de que también pone a su propio rey muy cerca del abismo
Jugar de manera poco ortodoxa frente a una máquina suele ser una mala idea porque el rival inhumano detectará objetivamente los inconvenientes de ese enfoque. Por el contrario, esa estrategia puede ser muy eficaz frente a un adversario de carne y hueso, quien, sorprendido, puede verse impelido a reaccionar con demasiada impulsividad, por el ansia de castigar la heterodoxia.
Eso es precisamente lo que acontece en la partida de este vídeo, donde el ruso Yémelin se sale de los caminos trillados ante el checo Studnicka. Pero lo importante no es eso, sino que luego exprime con virtuosismo y gran belleza el poder ofensivo de todas sus piezas, aceptando incluso un gran peligro para su propio monarca. Es verdad que el remate pudo haber sido aún más brillante, pero lo que pudo ser y no fue también contribuye a la inmortalidad de esta maravilla.