Pensar puede ser muy divertido
La empresa española RMD, que fabrica tableros de ajedrez gigantes con neumáticos reciclados, exporta a Noruega su torneo infantil Pequeños Gigantes
Un centenar de chicos y chicas de 8 a 16 años, noruegos y españoles, muy concentrados durante cuatro horas, debatiendo constantemente para elegir la mejor jugada. Y lo que manejaban no eran aparatos electrónicos sino piezas de ajedrez gigantes, fabricadas con neumáticos reciclados por la empresa leonesa RMD, al igual que el tablero de suelo donde se mueven. Es el torneo Pequeños Gigantes, exportado al parque Bjergsted de Stavanger (Noruega) tras su éxito de los últimos años en León y otras ciudades españolas. En el día de descan...
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Un centenar de chicos y chicas de 8 a 16 años, noruegos y españoles, muy concentrados durante cuatro horas, debatiendo constantemente para elegir la mejor jugada. Y lo que manejaban no eran aparatos electrónicos sino piezas de ajedrez gigantes, fabricadas con neumáticos reciclados por la empresa leonesa RMD, al igual que el tablero de suelo donde se mueven. Es el torneo Pequeños Gigantes, exportado al parque Bjergsted de Stavanger (Noruega) tras su éxito de los últimos años en León y otras ciudades españolas. En el día de descanso del torneo de élite Norway Chess, sus organizadores apostaron por el ajedrez ecológico y educativo.
“En los tiempos que vivimos, esto resulta especialmente hermoso e inspirador. Gente tan joven actuando en equipo y totalmente centrados en una tarea concreta”, comentó a EL PAÍS Benedicte Westre Skog, directora general de Norway Chess, la empresa organizadora de uno de los torneos profesionales más importantes e innovadores del mundo cada año desde 2013.
Pero este viernes los gladiadores del tablero descansaban tras cuatro primeras rondas muy duras, y el héroe nacional Magnus Carlsen paseaba en barco junto a su familia en un país donde los días de sol espléndido son motivo de gran alegría colectiva. De modo que el protagonismo del Wimbledon del ajedrez -así lo bautizó Gari Kaspárov una vez desaparecido el torneo de Linares (Jaén), que mereció esa distinción honorífica durante muchos años- pasó a los Pequeños Gigantes, una idea que Westre Skog y su equipo han importado a Noruega tras ser testigos presenciales de su éxito en España (León, Zamora, Oviedo, Valladolid y Santander).
Son equipos de cuatro (y dos suplentes) que juegan en consulta permanente y con reloj (15 minutos por bando para cada partida más diez segundos de incremento tras cada jugada). Madres, padres, maestros, acompañantes, árbitros y espectadores se limitan a observar, animar entre partidas y aplaudir cuando terminan (incluso tras las derrotas) sin apuntar jugadas o planes estratégicos en momento alguno.
El colegio Agustinos de León ha sido invitado al torneo en Noruega como ganador en España, y la escuela noruega Giske, vencedora este viernes, estará en la final de 2024 en León el 23 de noviembre. Eso sí, las diferencias culturales se notan: los torneos Pequeños Gigantes en España se celebran con música de fondo, alegre y en alto volumen; en Stavanger también se empezó con música, pero hubo que quitarla porque algunos jugadores noruegos arguyeron que no podían concentrarse.
Un aspecto llamativo fue la escasez de chicas. De los 24 equipos participantes, sólo uno, Skeie, era enteramente femenino, y entre todos los demás apenas sumaban una decena (sólo una en el de Agustinos). Noruega y los demás países escandinavos están entre los más avanzados del mundo en igualdad de género, pero no es menos cierto que entre sus estudiantes de carreras universitarias relacionadas con las matemáticas hay muchos más hombres que mujeres. Westre Skog ve “una clara conexión entre ambos hechos”, y subraya: “Además, creo que en Noruega hay pocas jugadoras de ajedrez a pesar de lo avanzados que estamos en igualdad”.
Además de coincidir -junto a Irlanda- en el reconocimiento de Palestina, Noruega y España han lanzado este viernes desde un parque de Stavanger un mensaje que es la antítesis de esos grupos de adolescentes reunidos con sus móviles en la mano y sin hablarse. Lo resume Alberto Martínez Fernández, de 13 años, uno de los jugadores del equipo de Agustinos: “Hoy he podido comprobar que el ajedrez te conecta muy bien con gente de otras culturas; no sabemos noruego, pero lo hemos pasado muy bien con los chavales noruegos”. Y concluye: “Además, estos torneos demuestran que pensar puede ser muy divertido”.
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