Mundial de ajedrez: dos no se pegan si ninguno quiere
El rápido empate en la 10ª partida del Mundial de Dubái sitúa a Carlsen a un punto de conservar el trono mientras Niepómniashi restaña sus heridas psicológicas
Estar muy ocupado y bajo tensión extrema puede ser una manera de salir de la depresión. Pero Ian Niepómniashi piensa lo contrario y buscó el empate con descaro en el 10º asalto de los 14 previstos en el Mundial de ajedrez de Dubái. Magnus Carlsen, sorprendido por esa actitud, decidió no luchar pese a que jugaba con las piezas blancas. Al noruego solo le falta un punto (6,5-3,5) para mantener la corona. Cabe suponer que el ruso se lanzará en el 11º, el viernes desde las 13.30 (hora peninsular española).
La llegada de ambos y sus respectivos séquitos al Palacio de Congresos de Dubái (DEC)...
Estar muy ocupado y bajo tensión extrema puede ser una manera de salir de la depresión. Pero Ian Niepómniashi piensa lo contrario y buscó el empate con descaro en el 10º asalto de los 14 previstos en el Mundial de ajedrez de Dubái. Magnus Carlsen, sorprendido por esa actitud, decidió no luchar pese a que jugaba con las piezas blancas. Al noruego solo le falta un punto (6,5-3,5) para mantener la corona. Cabe suponer que el ruso se lanzará en el 11º, el viernes desde las 13.30 (hora peninsular española).
La llegada de ambos y sus respectivos séquitos al Palacio de Congresos de Dubái (DEC), dentro del recinto de la Expo Universal, fue muy significativa. Carlsen, sonriente y relajado. Niepómniashi, muy serio, acompañado por su entrenador, Vladímir Potkin, y su principal analista, el subcampeón del mundo en 2016 Serguéi Kariakin, apodado Ministro de Defensa por su virtuosismo en ese ámbito, con unas gafas negras que le daban aspecto de agente secreto.
El estilo de Kariakin es el opuesto al ardor guerrero y la creatividad que siempre definieron a Niepómniashi. Una de las claves para el análisis de lo acontecido en este duelo será si la estrategia del ruso —jugar de manera opuesta a su tendencia natural—, bajo la enorme influencia de Kariakin, fue la más adecuada. Ciertamente, su ánimo quedó muy dañado el martes por el tremendo error que cometió en la 9ª partida, pero es discutible que rumiar la amargura mientras se juega un duelo soporífero sea mejor que tapar el dolor con una pelea brutal.
Y la partida fue, a todas luces, narcótica, aunque corta (dos horas). Tuvo un solo momento muy interesante, y también significativo sobre la lucha psicológica. El escandinavo pensó 20 minutos su octavo lance por la tentación de una jugada (8 Ae3) que impedía el cambio de damas y auguraba una lucha larga y quizá violenta; la alternativa era el sopor. Puede asegurarse que en la mente del campeón bullían dos ideas enfrentadas en ese momento: A) Aceptar el reto e intentar ganar la partida y el duelo en plan campeón épico, tras un combate feroz; B) Fumar la pipa de opio y entregarse a la plácida modorra. Tras la partida explicó por qué eligió la B): “Aunque me parecía más probable que Ian corriese riesgos hoy a pesar de jugar con negras, anoche hubo una intensa discusión en mi equipo sobre cuál debía ser mi actitud en el caso contrario. Finalmente optamos por la cautela y yo estuve de acuerdo. Aun así, era tentador jugar 8 Ae3, y por eso lo he pensado tanto”.
Mientras algunos espectadores aprovechaban el letargo y el silencio para placenteras cabezaditas, en la sala de prensa surgió una mala noticia: el Mundial de Ajedrez Rápido, previsto en Kazajistán del 26 al 30 de diciembre, se cancela por las restricciones anticovid en el país. Preguntadas por este periódico sobre posibles alternativas, fuentes de la Federación Internacional (FIDE) revelaron que sondean una propuesta de España, entre otras.
Llegados al lance 41, y cumplida por tanto la prohibición de acordar tablas en menos de 40, Carlsen y Niepómniashi sellaron su sosería con un apretón de manos. El eslavo explicó ante la prensa su actitud: “Intentaré arriesgar en las dos partidas que jugaré con blancas. Hoy, el objetivo era no volver a cometer un error tan burdo como el de ayer”. Dado que esa actitud no deja de ser extraña cuando pierde por tres, un periodista le preguntó si aún lucha por ganar el duelo. Y el ruso sacó su orgullo: “Esa pregunta es absurda”.
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