Niepómniashi se derrumba ante Carlsen

El ruso pierde también la 9ª partida tras un error colosal y deja el Mundial de Dubái casi sentenciado (3-6) a falta de cinco asaltos

Carlsen, de pie, saluda a Niepómiashi cuando llega al escenario para disputar la 9ª partida del Mundial de DubáiERIC ROSEN
Dubái -

Ian Niepómniashi intentó escalar el Everest cuando ya no le quedaba oxígeno, y se cayó por el barranco. El ruso se decidió por fin a buscar el cuerpo a cuerpo cuando su fuerza mental era ya escasa, y perdió este martes la 9ª partida de las 14 previstas en el Mundial de Dubái tras caer en la 6ª y la 8ª. El noruego Magnus Carlsen, con la corona casi garantizada (6-3), conducirá las piezas blancas el miércoles en la 10ª.

Niepómniashi tuvo tras la derrota un comportamiento ejemplar, muy distinto a los berrinches, espantadas y malas caras frecuentes en el campeón las poquísimas veces que per...

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Ian Niepómniashi intentó escalar el Everest cuando ya no le quedaba oxígeno, y se cayó por el barranco. El ruso se decidió por fin a buscar el cuerpo a cuerpo cuando su fuerza mental era ya escasa, y perdió este martes la 9ª partida de las 14 previstas en el Mundial de Dubái tras caer en la 6ª y la 8ª. El noruego Magnus Carlsen, con la corona casi garantizada (6-3), conducirá las piezas blancas el miércoles en la 10ª.

Niepómniashi tuvo tras la derrota un comportamiento ejemplar, muy distinto a los berrinches, espantadas y malas caras frecuentes en el campeón las poquísimas veces que perdía, sobre todo hasta 2018. El aspirante compareció en la sala de prensa de buen talante, y explicó: “Hasta que cometí ese tremendo error, la posición era más o menos ventajosa para mí. Sencillamente, no vi que mi alfil iba a quedar encerrado y perdido”.

Como otros días, Carlsen midió sus palabras mientras estuvo sentado junto a su rival: “Es muy raro que un jugador del nivel de Ian te regale una pieza limpia. Y además ha tenido mala suerte, porque en la posición resultante ni siquiera disponía de algún recurso que pudiera complicar mi victoria”. Pero antes, en los testimonios rápidos que suele dar tras el escenario, fue más contundente: “La tensión tremenda de un duelo por el Mundial puede derrumbar a cualquiera. Pero es verdad que Ian tiene una mayor tendencia que otros jugadores a hundirse tras un mal resultado”.

Ciertamente, Niepómniashi sufre ese problema desde su época juvenil. Todo indica que ha trabajado el aspecto psicológico con profesionales en los últimos seis meses, tras ganar el Torneo de Candidatos, porque mostró variados síntomas de mejora en las primeras seis partidas. Pero no ha sido suficiente para sellar tal agujero con solidez.

Ian Niepómniashi, durante la 9ª partida del Mundial de Dubái, este martesEric Rosen/FIDE

Cabe preguntarse entonces si su error principal no ocurrió antes de que empezase el duelo, cuando decidió su estrategia general. Probablemente bajo el consejo y gran influencia de su compatriota Serguéi Kariakin, quien perdió el desempate rápido con Carlsen en 2016, Niepómniashi decidió no mantenerse fiel al estilo que le ha definido durante toda su carrera como un gladiador feroz, siempre dispuesto al riesgo y la creatividad. Jugando con muchas más precauciones, logró cinco empates antes de caer en el sexto asalto.

Con las luces de emergencia disparadas en la delegación rusa, Kariakin voló el lunes de Moscú a Dubái para reconfortar a su pupilo, quien además se cortó el pelo. También se quitó la chaqueta antes de que empezase la partida, y la colgó en el respaldo de su silla. Entonces eligió, por fin, una apertura con las piezas blancas que le daba razonables probabilidades de lograr una posición compleja, donde cualquiera de los tres resultados fuera razonable. Carlsen también lo entendió así, porque tardó muy poco en imitar a su oponente y quitarse la americana, mentalizado para un combate largo y cruento.

Sin embargo, esa fachada de robusta apariencia escondía un interior lleno de termitas. Es verdad que Niepómniashi logró una posición prometedora. Pero el primer indicio de derrumbe se vio en el decimoquinto lance, cuando rechazó una idea agresiva, propia de su estilo, y objetivamente buena. Y el desastre absoluto llegó en el 27º: un error enorme, impropio de cualquier jugador profesional.

Preguntaron a Carlsen si sentía lástima por el ruso: “Ciertamente, uno prefiere ganar a un rival que juega a su máximo nivel. Pero este es el Campeonato del Mundo, un lugar poco apropiado para la misericordia”.


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