Niepómniashi opta por un empate balsámico
Medio día después de una derrota durísima en la partida más larga de los Mundiales de ajedrez, el ruso se conforma con tablas en la 7ª
Los entrenadores más respetados de la extinta Unión Soviética, donde el ajedrez era una pasión nacional, aconsejaban un empate rápido tras una derrota dolorosa. Ian Niepómniashi siguió esa norma este sábado a rajatabla, a pesar de que tenía la iniciativa de las piezas blancas, en el 7º asalto de los 14 previstos en el Mundial que disputa frente al noruego Magnus Carlsen en la Expo de Dubái. El noruego las conducirá el domingo en el 8º, desde las 13.30 (hora peninsular española).
La entereza con que Niepómniashi afrontó su derrota a medianoche del viernes, tras ocho horas de suplicio y 1...
Los entrenadores más respetados de la extinta Unión Soviética, donde el ajedrez era una pasión nacional, aconsejaban un empate rápido tras una derrota dolorosa. Ian Niepómniashi siguió esa norma este sábado a rajatabla, a pesar de que tenía la iniciativa de las piezas blancas, en el 7º asalto de los 14 previstos en el Mundial que disputa frente al noruego Magnus Carlsen en la Expo de Dubái. El noruego las conducirá el domingo en el 8º, desde las 13.30 (hora peninsular española).
La entereza con que Niepómniashi afrontó su derrota a medianoche del viernes, tras ocho horas de suplicio y 136 movimientos, sembró alguna duda sobre su actitud en la partida siguiente. Parece muy claro -además, siempre fue una práctica muy habitual entre los deportistas de élite rusos de cualquier disciplina- que su plan de preparación para el duelo de Dubái ha incluido sesiones con psicólogos especializados en el alto rendimiento. No solo por lo bien que dio la cara el viernes por la noche en la conferencia de prensa, sino porque la inestabilidad psicológica ha sido siempre su talón de Aquiles. Y aún hay más; preguntado al respecto tras el empate en la 7ª partida, el ruso fue tajante: “Yo soy mentalmente muy fuerte”. Esa frase hubiera producido sonrisas de lástima hace solo dos años, pero ahora suena verosímil.
Sin embargo, salir a embestir a un monstruo deportivo como Carlsen 16 horas después de haber sido gravemente corneado no parece sensato porque, al cabo, Niepómniashi es humano, y no Superman. De modo que el eslavo se agarró por cuarta vez en este duelo a la Apertura Española, porfiando en la honra del clérigo Ruy López de Segura, primer campeón del mundo oficioso, en el siglo XVI, bajo el mecenazgo de Felipe II.
Por un momento pareció que la novedad del ruso en su undécimo lance sorprendía al campeón, sumido en profundas reflexiones. Pero no aconteció nada extraordinario: como explicó después, Carlsen invirtió ese tiempo en refrescar su elefantiásica memoria para recordar lo que en su día preparó con sus analistas sobre esa posición; luego hizo unos cuántos movimientos muy precisos y equilibró la lucha por completo. El resto fue un pequeño paripé para acercarse al movimiento 40, porque el reglamento prohíbe firmar el empate antes, salvo que se produzca una triple repetición de posiciones.
Tras solo dos horas y media de pelea, era el día apropiado para que los periodistas desviaran sus preguntas hacia temas colaterales. Por ejemplo, si a Carlsen le había producido algún remordimiento de conciencia defender su título en un país dictatorial y cuestionado en el terreno de los derechos humanos, con una bolsa de premios de dos millones de euros. “Sin comentarios”, zanjó el campeón.
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