Así se trabaja para detectar mascarillas falsificadas
Los físicos e ingenieros del Centro Nacional de Medios de Protección multiplicaron por 13 la verificación de modelos ante la avalancha de importaciones en 2020
La pandemia situó las mascarillas y los EPI para sanitarios y personal esencial en lo alto de la lista de prioridades. Sin embargo, en pleno estallido de la pandemia, Europa carecía de material tras la huida de las fábricas a Asia en busca de mano de obra barata, por lo que los países y los Gobiernos autonómicos españoles se lanzaron al zoco chino, que acaparaba el 85% de la producción mundial según Morgan Stanley. Cuando estas mascarillas llegaban a los aeropuertos españoles, las muestras se enviaban rápidamente al único centro habilitado para testarlas, en Sevilla, donde en cuestión de días se daba una respuesta sobre su eficacia en filtrado de partículas. “Vimos de todo. Desde mascarillas autofiltrantes con resultados muy aceptables a otras que llegaron al 70% u 80% de penetración [el tope en las FFP1, las de menor exigencia, está en el 20%]”, explica Antonia Hernández, química y jefa de la unidad técnica de protección respiratoria del centro, un laboratorio donde se trabaja con pulmones artificiales, cabezas de maniquíes que transpiran y complejas máquinas que miden partículas de 0,6 micras de diámetro.
Para este centro ha sido “un año excepcional” en el que la carga de trabajo se ha multiplicado por 13 respecto a la de 2019, con la misma plantilla. Sus físicos e ingenieros han verificado 980 modelos de protección distintos, el 80% de ellos mascarillas. En 2019, fueron 74 modelos los que se sometieron a su verificación. El 55% de las mascarillas verificadas cumplía con los estándares de filtrado frente a la covid, el 25% eran equipos “malos o muy malos”, en palabras de Cáceres, y un 20% daban protección, pero menor a la exigida por las normas europeas frente a virus respiratorios. Al margen de protectores faciales, guantes y batas para el personal esencial, el centro analiza solo la penetración en mascarillas autofiltrantes FFP1, 2 y 3 —considerados equipos de protección individual— y no en las quirúrgicas o higiénicas, estas últimas con una norma diferente sobre materiales y confección exigidos para que la población en general pueda reutilizarlas, y de precio más reducido. Los requisitos para comercializar las higiénicas han sido endurecidos justo esta semana por parte del Ministerio de Consumo.