La policía detiene a un sospechoso de provocar el incendio ‘Palisades’ de Los Ángeles nueve meses después
Jonathan Rinderknecht, un conductor de Uber de 29 años de Florida y exresidente de la zona, prendió fuego en un camino de senderismo el 1 de enero


Nueve meses después de los terribles incendios que arrasaron con Pacific Palisades y Malibú, en la costa de Los Ángeles, California, la policía ha detenido por fin a un sospechoso relacionado con el caso. Si en el incendio del norte, Eaton, en Altadena, las causas apuntaban a problemas por el aumento de voltaje de una torre de electricidad, parece, en cambio, que el Palisades pudo haber sido provocado.
El detenido es Jonathan Rinderknecht, un conductor de Uber de 29 años natural de Florida, en concreto de la localidad costera de Melbourne, a unos 100 kilómetros al sur de Orlando, y que vivió durante una temporada en el barrio de Pacific Palisades, que en enero ardería hasta los cimientos. Él mismo prendió fuego de manera intencional a un camino en las montañas de Santa Mónica el primer día de 2025. En un comunicado, el fiscal de la ciudad, Bill Essayli, ha afirmado: “La imprudencia de una sola persona provocó uno de los peores incendios que ha sufrido Los Ángeles”.
El relato que han realizado las autoridades durante una conferencia de prensa el miércoles explica que, la pasada Nochevieja, Rinderknecht estaba trabajando y dejó a un pasajero en esa misma zona; algunas de las personas que llevó esa noche del 1 de enero afirman que le notaron agitado, enfadado. Después se dirigió hacia una ruta de senderismo llamada Skull Rock (la roca de la calavera), situada algo más al norte de Pacific Palisades, en una zona llamada The Summit. Allí aparcó, sobre las 23.38, y llamó a un amigo.

El conductor empezó a subir el camino, escuchando en su móvil vídeos de un rapero que hablaba de prender fuego a las cosas; escuchó el tema nueve veces en los cuatro días anteriores. Los investigadores han encontrado en sus dispositivos electrónicos una imagen generada por ChatGPT donde se muestra una ciudad en llamas.
Después, Rinderknecht intentó prenderse fuego a sí mismo; el informe señala que con un mechero o similar, con el que también hizo arder papeles y vegetación. En la zona está prohibido cualquier tipo de fuego, tanto que ni siquiera se permite fumar. En el servicio de inteligencia artificial, también preguntó: “¿Tienes la culpa si hay un incendio por tus cigarrillos?”.
El acusado luego trató de llamar a los servicios de emergencia para avisar, pero no tenía señal, y finalmente lo logró al final del camino; el GPS de su teléfono registra la localización. A la vez, unos residentes un par de calles más abajo de Skull Rock avisaron a las autoridades, que se personaron. Algunos de ellos han contado —también a este diario— que ese día vieron llamas, y lo achacaban a que esa noche se hubieran lanzado fuegos artificiales, pero la policía cree que en realidad eran los rastros del pirómano.

Cuando por fin llegaron las autoridades, el fuego se había expandido a lo largo de tres hectáreas. Nunca vieron a Rinderknecht, porque se había marchado minutos antes con su coche, pasando por los camiones de bomberos que subían hacia el camino. Tras el incendio, por los que declaró y mintió ante las autoridades (llegó a decir que intentó ayudar a los bomberos), Rinderknecht regresó a su Florida natal, donde ha sido detenido. Ese conato de incendio fue controlado unas horas más tarde, tanto por medios terrestres como con helicópteros, ya casi a las tres de la madrugada.
El día 2, los bomberos volvieron a la zona para recoger algunas mangueras, y afirmaron que el fuego parecía extinguido. Sin embargo, una semana después, el 7 de enero, los fuertes vientos avivaron las brasas, que seguían ardiendo, y causaron la devastación absoluta. Por tanto, ahora hay voces que cuestionan al departamento de bomberos y exigen una investigación. Otros, como el agente especial a cargo de incendios que ha investigado el caso, afirma que en ningún caso hay que culpar a los servicios de emergencias, explicando que el fuego ardió en las profundidades del suelo y permaneció activo durante días.
El incendio mantuvo a la ciudad en vilo durante días, mató a 12 personas (junto a Eaton fueron un total de 30) y arrasó casi 7.000 estructuras y 9.500 hectáreas. “Aunque no podemos reparar el daño y la destrucción causados”, ha dicho Essayli en la conferencia, “esperamos que su detención y los cargos que se le imputan aporten algo de justicia a las víctimas de esta horrible tragedia”.
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