Tumores de cabeza y cuello: el cáncer ignorado

Los factores que los provocan, el tabaco y el alcohol, y el impacto que tienen en el habla y la deglución convierte a este cáncer en invisible, a pesar de ser el sexto más frecuente en España

medicine and healthcare concept. doctor and patient talking about diagnose disease treatment at doctors office.utah778 (Getty Images/iStockphoto)

El estigma que sigue arrastrando el cáncer se ve multiplicado en algunos tipos de tumores, como los de cabeza y cuello, hasta el punto de convertirlos en cánceres ocultos. Cada vez se habla con más normalidad del cáncer de mama o el de próstata, mientras el silencio se impone en estos otros tumores. Cada año 12.000 personas reciben en España un diagnóstico de cáncer de faringe, laringe, cavidad oral, glándulas salivares o cavidad nasal.

Son tumores ignorados, según los especialistas, por dos motivos. El primero es que ponen en evidencia que somos capaces de adquirir y perpetuar hábitos que minan nuestra salud hasta que producen una enfermedad grave. En ese sentido, están socialmente penados, el enfermo aparece como alguien culpable de lo que le ocurre. “El mayor factor de riesgo es el consumo de tabaco, que se ve potenciado por el alcohol. Si se evitasen, la incidencia de los tumores de cabeza y cuello se reduciría hasta un 90%”, apunta Juan Jesús Cruz, jefe de Oncología del Hospital Clínico de Salamanca. La segunda razón la explica José Luis Cebrián, presidente electo de la Sociedad de Cirugía Oral y Maxilofacial de Cabeza y Cuello y jefe de servicio de Maxilofacial del Hospital Universitario La Paz: “En la sociedad de la imagen, donde prima lo saludable y el buen aspecto, preferimos no ver personas con una deformidad en la cara o en el cuello como consecuencia del tratamiento. Eso distingue a estas neoplasias de otras como la de mama o la de próstata que no presentan signos externos”.

En este grupo de tumores se ha producido, como en otros relacionados con el consumo de tabaco, un aumento progresivo de casos que afectan a mujeres. Hace 25 o 30 años el 80% u 85% de los casos se registraban en hombres, mientras que ahora el porcentaje se ha reducido al 75%. La feminización del cáncer de cabeza y cuello tiene que ver también con la prevalencia creciente de otro factor de riesgo, el Virus del Papiloma Humano (VPH), que afecta por igual a hombres y mujeres y está relacionado con la extensión del sexo oral. “En España su influencia todavía es pequeña, pero en otros países como Suecia el VPH está en el origen del 30% de los casos”, señala José Luis Cebrián. Aunque también pueden incidir otros factores, son poco relevantes o se relacionan con tumores muy concretos.

Solo entre el 20% y el 30% de los tumores de cabeza y cuello se detectan en los primeros estadíos, lo que determina el pronóstico de la enfermedad. Juan Jesús Cruz explica que “el diagnóstico precoz es determinante porque las neoplasias detectadas en fases iniciales se curan prácticamente todas”.

En las tres últimas décadas no solo han evolucionado los tratamientos, más eficaces y con menos efectos secundarios, así como la esperanza de vida, sino también la calidad de vida de los pacientes. En muchos casos pueden volver a un estado similar al que disfrutaban antes de una cirugía. Además de dar gracias por estar vivos, pueden darlas por hacerlo en buenas condiciones. A algunos enfermos hay que quitarles la mandíbula, parte de la lengua o los dientes, lo que antes disminuía mucho su calidad de vida porque no había alternativas. Sin embargo, los avances en la cirugía maxilofacial han resuelto en gran parte ese impacto. José Luis Cebrián recuerda que “ahora se reconstruyen esas áreas mediante técnicas de autotrasplante con colgajos microvascularizados y rehabilitamos la dentición para que los pacientes puedan volver a comer con normalidad”.

Juan Jesús Cruz añade otros dos avances importantes: “La incorporación de los nuevos tratamientos de quimioterapia junto a los avances técnicos de la radioterapia que han permitido en tumores avanzados preservar órgano y función, y además, con menor toxicidad de los tejidos circundantes”. Pero el jefe de Oncología del Hospital Clínico de Salamanca señala que lo que verdaderamente representa un punto de inflexión en el tratamiento de los tumores de cabeza y cuello es la inmunoterapia: “De momento, arroja muy buenos resultados en personas que han desarrollado metástasis, de manera que la supervivencia mediana ha pasado de diez meses a 14-15 meses con inmunoterapia. Pero lo más importante es que la inmunoterapia ha permitido hablar con propiedad de largos supervivientes, enfermos que ven cómo su vida se prolonga de forma sustancial. La gran esperanza ahora es que la inmunoterapia dé buenos resultados no solo en pacientes con metástasis, sino también en estadíos tempranos de la enfermedad”, apunta el doctor Cruz.

La visión de los especialistas sobre los avances en los tratamientos es optimista. El objetivo es lograr que la supervivencia de los cánceres de cabeza y cuello sea superior a la actual, que se sitúa en torno al 60% a los cinco años del diagnóstico.

“En el cáncer, lo que sabemos hasta ahora es que todo depende de la suma de factores de riesgo. Si una persona tiene una predisposición individual y añade uno o varios de esos factores, la posibilidad de desarrollar un tumor es mucho mayor”, señala José Luis Cebrián para explicar que, al margen de los avances en las terapias, hay que incidir en la prevención y también en el diagnóstico temprano. Y ahí juegan un papel fundamental las revisiones odontológicas. Lo de ir al dentista una vez al año no solo es importante por las caries que pueda detectar, es con frecuencia el primero en darse cuenta de que hay algo en la cavidad oral que no debería estar ahí.

Los especialistas apuntan una regla de oro: cuando una persona tiene en la boca una úlcera que no cura durante dos o tres semanas, hay que hacer una biopsia. En otros tumores no hay síntomas específicos ni marcadores biológicos que permitan hacer un diagnóstico, lo que dificulta su detección temprana. Sin embargo, en los tumores de cabeza y cuello sí existen signos claros, como explica Juan Jesús Cruz: “Las señales pueden verse y palparse, son lesiones en la boca, afonías o bultos en el cuello. El problema es que muchas personas no prestan la atención que esos síntomas requieren y no consultan con un médico”.

Una vez diagnosticado un cáncer de cabeza y cuello, el caso de cada paciente es evaluado por un equipo de especialistas amplísimo. Unas de las características en el abordaje actual de este tipo de tumores es el tratamiento multidisciplinar. Cada caso lo valora un comité de tumores integrado por cirujanos, oncólogos, radioterapeutas, psiquiatras o patólogos, entre otros profesionales, que deciden un tratamiento consensuado. Así lo establecen las guías clínicas antes de intervenir y en el seguimiento de cada paciente. El objetivo, recuerda José Luis Cebrián, “es que cada enfermo tenga acceso a todas las herramientas disponibles para que el tratamiento, estén en su hospital o en otro centro, el paciente es lo primero”.

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