Pensar en verde: cooperación, alianzas y trabajo en conjunto

Trascender las buenas intenciones y poner manos a la obra desde todos los frentes posibles. Como consumidores y productores, usuarios y proveedores, emprendedores y empresas, pensar en verde es una tarea que nos concierne y beneficia a todos

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¿Imaginas que cada peso que ahorres sume en beneficio del planeta?, ¿que recibas beneficios y facilidades económicas por comprar o asegurar un auto que contamine menos?, ¿qué tal te vendría un apoyo financiero especial si tu proyecto incorpora soluciones en pro del ambiente? Pensar en verde desde la economía y la productividad financiera es ya una realidad, pero no ocurre sola y requiere de un involucramiento mayor para que sea un factor de cambio importante en un futuro.

Convencer a las empresas, los bancos, los gobiernos y sobre todo a la ciudadanía de que la sostenibilidad es clave para el beneficio de todos, incluyendo al planeta que se encuentra en estado crítico, ha sido un trabajo arduo pero vital que apenas hasta hace poco parecía distante, pero que hoy comienza a integrar soluciones puntuales y con beneficios claros.

Hoy, pensar en verde no tiene sólo que ver con acciones que siguen siendo vitales a nivel individual, tales como separar la basura, hacer uso responsable e inteligente de los recursos naturales y materiales, así como echar mano de fuentes de energía y consumo mucho más éticas y razonadas en pro del ambiente. Trascender las buenas intenciones y actuar de forma mucho más urgente y enfocada requiere de alianzas público-privadas más puntuales y estratégicas, así como de la participación conjunta entre todos los actores de la sociedad, sin importar estrato socioeconómico o filiación política.

Para los ambientes financieros y productivos, esto ha representado la promesa de un valor a largo plazo, mismo que puede detonar resultados positivos para las empresas y los negocios, la economía, el ambiente y sociedad en general. Prueba de ello han sido las constantes discusiones y acciones con el ánimo de medir y analizar de forma más precisa el impacto que tiene pensar en verde, a nivel negocio. Así, hoy existe una serie de métricas que reflejan estas dinámicas, tales como el retorno social de la inversión (SROI), el Impact Management Project, así como el Impact Rate of Return (iRR) o el Impact Multiple of Money (IMM), entre otros.

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Involucramiento y participación, la clave

Más allá de los negocios que luchan por disminuir el uso de plástico, que reciclan de forma más enfocada y productiva, paralelamente al proceso de reeducación y sensibilización de los emprendedores que hoy ven en el ecosistema financiero verde un abanico de diversificación y oportunidades, existe una red de personas que trabajan para tender redes interdisciplinarias y participativas para empujar este dinamismo.

Un ejemplo: recientemente la Corporación Financiera Internacional (IFC), entidad del Grupo Banco Mundial y principal institución internacional de desarrollo dedicada exclusivamente al sector privado en los países emergentes, ha llevado a cabo una alianza importante con bancos como BBVA en México para diversos proyectos en la materia, destacando su participación en las ediciones 2019 y 2020 del Hackathon BBVA como aliado en el Reto Verde de dicha competencia. Asimismo se ha promovido la IFC-GBAC (Green Banking Academy), iniciativa de conocimiento y capacitación para acelerar la transformación a una banca verde, en donde el IFC ha brindado talleres en diferentes áreas como riesgos, tesorería y negocio, promoviendo y potenciando una economía verde, en donde el bienestar integral conformado por el eje ambiental-ciudadano-financiero potencia una calidad de vida mucho más sostenible, al tiempo que se replantea la necesidad mayor de un mejor planeta, en donde las crisis y las emergencias son transformadas en beneficios y oportunidades para todos.

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