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De 10.000 litros de agua a cero: la industria del denim se transforma (como la Rosalía)

Nanoburbujas, ozono o láser. El futuro de la moda vaquera ya es presente gracias a tecnologías disruptivas y modelos de producción más eficientes destinados a hacer de su fabricación un proceso más respetuoso con el medio ambiente.

Jacoblund / iStock

Los vaqueros son la prenda más democrática e icónica de nuestro armario: cada año se confeccionan, según la ONU, alrededor de 5.000 millones de jeans. Un furor que no necesita explicación: son cómodos, resistentes y tan versátiles que han conseguido burlar todas las fronteras, colándose en los estrictos códigos de la oficina o, a juzgar por los últimos desfiles, también de la Alta Costura. ¿Pero está la sostenibilidad entre sus bondades? La industria lleva años volcada en su transformación, desarrollando tecnologías y procesos más eficientes, para aprovechar las propiedades del tejido vaquero y lograr minimizar el uso de agua y químicos en su fabricación y acabado. Sus grandes retos.

«Entre las principales acciones de la industria para evitar estos impactos está el uso de algodón orgánico. Muchas marcas incluso se están apuntando a la onda del algodón regenerativo y, por supuesto, monomaterial», apunta Gema Gómez, directora y fundadora de la plataforma de formación en moda y sostenibilidad Slow Fashion Next, destacando el peso que tiene el tejido en su huella medioambiental. Estudios, como el elaborado por la Agencia de Medioambiente y Control de la Energía de Francia (Ademe), calculan que para obtener unos vaqueros se utilizan alrededor de 10.000 litros de agua, de los cuales cerca del 60% procede de la alta huella hídrica de los cultivos de algodón convencional. «Aquí es importante hacer un matiz: cuando hablamos de sostenibilidad no se trata solamente de qué hacemos, sino de cómo lo hacemos. Es cierto que el algodón es una fibra sedienta, pero no es lo mismo si se cultiva con riego, como pasa con otros cultivos, a si se cultiva con agua de lluvia, si se mezcla con otros tipos de cultivos alimenticios, o si su venta sirve para sostener económicamente a las comunidades de agricultores», puntualiza la experta.

Lo bueno del vaquero es que es un material fuerte y duradero que funciona muy bien para el reciclaje

También las fibras recicladas comienzan a ser la norma en su composición. Como destaca la ambientóloga Núria Nubiola, fundadora de Infinit Denim: “Lo bueno del vaquero es que es un material fuerte y duradero que funciona muy bien para el reciclaje”. Esta pequeña firma barcelonesa reinventa las prendas mediante el upcycling y, con los restos del proceso de rediseño, crean un nuevo hilo biodegradable. Una apuesta por el aprovechamiento con el que han logrado reducir un 70% las emisiones de carbono y amortizar la huella hídrica del tejido. “Aprovechamos los restos de ese corte para hacer el triturado, pero el hilo resultante no es 100% vaquero», advierte la experta que, a través de proyectos de innovación, ha estudiado sus beneficios junto a fibras celulósicas como el kapok (procedente de un árbol cuyos grandes frutos contienen fibras suaves, ligeras y sedosas que parecen algodón), el EcoVero (un tipo de viscosa fabricada con madera sostenible proveniente de fuentes controladas) o el cáñamo. El resultado es un hilo resistente y tan versátil, que permite hacer tanto denim como prendas de tricot o punto.

Del consumo de agua a la era del aire

Aunque gran parte del impacto medioambiental de una prenda depende de la elección del tejido, la industria ya lleva tiempo trabajando para cambiar íntegramente la forma de fabricar los vaqueros con tecnologías disruptivas y modelos más eficientes, enfocados a reducir el consumo de agua y de sustancias químicas. Desde su fundación en 1994, la empresa de software valenciana Jeanologia se centró en los ineficientes procesos de acabado, desarrollando un sistema de marcación por láser que elimina el tinte índigo del tejano mediante la evaporación. «Sustituye la técnica de chorro de arena, el esprayado de potasio permanganato y otras aplicaciones manuales perjudiciales para la salud y el medio ambiente», señala su directora de márketing, Carmen Silla, como el lavado de piedra pómez, que pone en peligro la durabilidad del tejido. Asegura que con esta tecnología han logrado reducir considerablemente tanto su huella hídrica como los costes operativos. Los diseñadores pueden crear un archivo digital con los estilos deseados, introducirlo en el sistema y, en cuestión de segundos, el láser lo transfiere sobre la prenda. «Hacemos escalable la producción sostenible, sin perder la calidad y el aspecto del producto, obteniendo una réplica auténtica de los looks vintage». De hecho, cuentan con más de 3.000 láseres instalados en todo el mundo, el 30% de la producción mundial del denim.

Desde la empresa valenciana suelen bromear con que inauguraron la era del aire en el acabado de las prendas. La explicación la encontramos en el interior de sus famosas lavadoras, que en lugar de agua utilizan ozono.»Nuestra tecnología G2 ozono, en lugar de realizar un lavado tradicional con agua, realiza un lavado a la atmósfera. Es decir, esta tecnología coge el aire de la atmósfera, extrae el oxígeno y lo transforma en gas ozono, el cual actúa como oxidante para envejecer las prendas de forma natural». Silla asegura que este método, unido a la tecnología E-Flow, ha logrado reducir el agua un 80% y los químicos en un 70%. «Hasta entonces, el método tradicional para transportar los químicos a la prenda era a través del agua. Sin embargo, E-Flow crea nanoburbujas de aire, una nube de humedad que transporta los químicos al material textil sin ningún desperdicio y con una cantidad mínima de agua». Otro ejemplo más de cómo la innovación tecnológica puede llegar a ser una gran aliada de la sostenibilidad.

Gracias a tecnologías innovadoras, como las lavadoras de ozono o los acabados láser, la empresa Jeanologia ha logrado rebajar la huella hídrica producida en el acabado de los vaqueros de 100 a un litro de agua.JEANOLOGIA

Tintes más sostenibles

En esta búsqueda por erradicar los procesos más contaminantes de la fabricación de nuestra ropa, el otro aspecto en el que se han producido grandes avances ha sido en el proceso de tintura de las prendas. Como explica Gema Gómez, en los años 70 la composición del denim sufrió varios cambios. Por un lado, las fibras naturales se fueron mezclando con fibras sintéticas como el elastano, que aunque mejoran su elasticidad, también ponen a prueba el reciclaje de la prenda. Por otro, «se pasó del tinte de índigo natural al sintético, cuyos ingredientes provienen del petróleo», apunta la experta, que apuesta por la recuperación de los tintes de origen vegetal. Es el caso de la empresa estadounidense Stony Greek Colors, que trabaja con granjas locales en la producción de cultivos rotativos regenerativos de índigo, la planta de la que se obtiene el icónico azul de los vaqueros; o la empresa Colorifix, que fabrica tintes a partir de la melaza, un subproducto del azúcar, con el que aprovechan al máximo la explotación de este cultivo.

También la imagen de esos tanques de agua azul empieza a ser cosa del pasado. Frente al método convencional, que consiste en sumergir los hilos en una serie de tintes químicos que le dan color mientras evitan la oxidación, la empresa valenciana Tejidos Royo presentó en 2018 la tecnología de tintura Dry Indigo. Se trata de una fórmula en espuma, con una cubierta de nitrógeno que protege el color, tiñendo el hilo sin usar ni una gota de agua en el proceso, disminuyendo la cantidad de químicos en un 89%, el consumo de energía en un 65% y, en consecuencia, reduciendo a cero las aguas residuales. Cada año la empresa dona un millón de litros de agua potable a alguna ONG, la cantidad que ha logrado ahorrar con esta innovadora herramienta.

Lavados contados

Llegados a este punto, ya solo nos queda responder qué podemos hacer nosotros por nuestros vaqueros. Las firmas apelan a aprovechar las propiedades del denim –es un tejido antibacteriano, bastante resistente a manchas y olores–, y limitar su lavado a solo cuando sea estrictamente necesario. “No solo ayuda a conservarlos, ya que en cada lavado hay un desgaste de los tejidos y los tintes», apunta Núria Nubiola, de Infinit denim. «Se han hecho estudios sobre la huella ambiental de los vaqueros y, partiendo de la vida útil de los mismos, que estaba en torno a ocho años, si los lavabas cada vez que te los ponías, había más impacto en ese consumo que en la producción”. Podemos reducir las visitas a la lavadora, aireándolos tras su uso o limpiando únicamente las manchas con un cepillo y jabón. Porque la sostenibilidad es un deber compartido y el tiempo, la forma más sostenible de dotar a nuestros vaqueros de un acabado personal y único.

Aspiraciones regenerativas

Desde Textile Exchange han establecido una serie de pautas que todos los programas regenerativos deberían perseguir:

Reducir la labranza para preservar la riqueza y salud del suelo.

Minimizar y eliminar gradualmente el uso de transgénicos, herbicidas y pesticidas, aprovechando los insumos de la granja.

Integrar el pastoreo siempre que el tipo de cultivo lo permita.

Apuntar y monitorizar un conjunto amplio y holístico de resultados que incluyen la salud del suelo, la biodiversidad, el bienestar animal, la justicia social y el bienestar económico de los agricultores y las comunidades.