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Arritmias: la vital importancia de detectarlas a tiempo e intervenir

Estas alteraciones de la frecuencia cardiaca, benignas en un buen porcentaje, pueden derivar a veces en patologías graves, como ictus o infartos, si no se diagnostican y tratan con prontitud. Mejorar el estilo de vida puede prevenirlas hasta en un 50%

A todos se nos ha acelerado el corazón alguna vez. Sucede, por ejemplo, cuando nos llevamos un sobresalto, o cuando nos damos una carrera para alcanzar el autobús. El pulso se dispara durante unos segundos, o minutos, y al poco vuelve a la normalidad. Esas alteraciones puntuales de la frecuencia cardiaca, explican los expertos, son circunstanciales y naturales, y en ningún caso han de asustarnos. “Es cuando esa sensación se prolonga o se vuelve recurrente cuando podemos estar hablando de una arritmia que, en esencia, consiste en un trastorno del funcionamiento del sistema eléctrico del corazón”, explica Borja Ibáñez, cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid) y director científico del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).

La primera pregunta que surge es si estas arritmias, que en España afectan al 15% de la población mayor de 50 años según la Sociedad Española de Cardiología, son malignas en sí. Antonio Asso, jefe de servicio de Cardiología y responsable de la unidad de Arritmias del Hospital Universitario Quirónsalud Zaragoza, especifica: “La mayoría son benignas, anomalías del sistema eléctrico del corazón que no implican una patología subyacente. Se suelen dar en sujetos sanos y se manifiestan como vuelcos, palpitaciones [una sensación de que el corazón late con mucha fuerza y, en general, a un ritmo más alto del habitual] o cansancio extremo”.

Tipos de arritmias

En general, las arritmias se clasifican según la velocidad del ritmo cardiaco. Estas son tres de las más habituales:

<60 lpm

Bradicardia

Se produce cuando el corazón va más lento de lo normal, con una frecuencia cardiaca inferior a 60 latidos por minuto

>100 lpm

Taquicardia

Se produce cuando el corazón va más rápido de lo normal, con una frecuencia cardiaca superior a los 100 latidos por minuto

Fibrilación auricular

Se caracteriza por un ritmo cardiaco generalmente rápido y totalmente irregular

Fuente: Fundación Española del Corazón

Otra parte de estas arritmias, sin embargo, guardan correlación con enfermedades cardiacas previas. Ibáñez señala: “Por ejemplo, una persona que haya sufrido un infarto o una angina de pecho puede ser más tendente a desarrollar arritmias, pero sea cual sea el origen, el problema real son los riesgos asociados pues, aunque no siempre se cumplen, obligan a tratarlas en cuanto se detectan”.

La fibrilación auricular, la tipología de arritmia más frecuente, puede conllevar riesgos más graves como los accidentes cerebrovasculares (ictus) o el paro cardíaco repentino. Asso la califica como “una patología con un interés sociosanitario de primera magnitud”, y detalla: “Su prevalencia aumenta con la edad: por encima de los 40 años está en torno a un 4%, y entre el 6% y el 8% por encima de los 65 años. Además, está infradiagnosticada, aunque los sistemas digitales, como por ejemplo los relojes inteligentes, están contribuyendo a cambiar esto en el último lustro”. Lo bueno, añade Ibáñez, es que una fibrilación auricular se detecta inmediatamente con un electrocardiograma, que es una prueba que a veces se hace en los chequeos médicos rutinarios. “El problema viene cuando el paciente no desarrolla síntomas y, por tanto, no acude al médico. Pero la solución es simple: hacerse pruebas desde que uno cumple los 18 años”, recomienda.

Ablación, un método efectivo y cada vez más seguro

Existen diversos tratamientos para corregir las arritmias. El más habitual, y el que entraña mayor efectividad y seguridad según los doctores consultados, es la ablación con catéter, que desvitaliza o quema las zonas del cableado del corazón en las que se están produciendo las anomalías. Antes de efectuar la operación, el órgano se mapea, dando lugar a una espectacular imagen del intrincado recorrido de los impulsos eléctricos. “Hace un tiempo estos mapas se hacían con un catéter, lo que resultaba bastante invasivo para el paciente. Hoy se pueden realizar utilizando un chaleco con electrodos adheridos, un método más rápido y cómodo”, detalla Ibáñez.

Así se produce la fibrilación auricular, la arritmia más frecuente

Funcionamiento normal

Fibrilación auricular

Gráfico elaborado a partir de las declaraciones de los doctores Borja Ibáñez y Antonio Asso

“Hay que tener en cuenta que la ablación es un método muy eficaz”, retoma Asso. “En España existe un registro de esta práctica que contabiliza que se hicieron unas 15.000 ablaciones de fibrilación auricular el año pasado, un 35% más respecto al año previo”. A pesar del crecimiento de este tipo de tratamiento, Asso subraya que todavía no es suficiente: “Estamos unas tres, cuatro veces por debajo de países como Alemania”.

La raíz de este déficit, entiende Antonio Berruezo, director del departamento de Arritmias y de Investigación e Innovación del Instituto del Corazón Quirónsalud Teknon (Barcelona), es el retraso generalizado en la atención a los pacientes con arritmias: “Tenemos a los mejores profesionales, y un sistema sanitario accesible y bien dotado a nivel tecnológico. Pero la atención no llega en el momento óptimo debido a la infradotación de espacios y de personal. Además, existen demasiados filtros entre el paciente que presenta una arritmia y el momento en el que llega al especialista”.

Las ablaciones con catéter han mejorado mucho en los últimos años gracias al progreso tecnológico. Cada vez son más rápidas, menos invasivas y con estancias hospitalarias reducidas. “Los pacientes a quienes se realiza una ablación de fibrilación auricular tienen estancias que en muchos casos no llegan a las 24 horas y se marchan a casa sin necesidad de hacer una recuperación específica. Tras la intervención, no tienen percepción de molestias ni están sujetos a restricciones especiales”, ejemplifica Berruezo. Ibáñez añade un matiz: “La ablación es el método ideal, sí, pero es importante dejar claro que no todo el mundo es candidato a esta intervención y que la eficacia no es del 100%”.

Concienciación y prevención para revertir un problema creciente

Ibáñez argumenta que, pese al gran avance en tratamientos de los últimos años, seguimos “estamos cojos” en prevención: “Es uno de los grandes problemas de esta patología. Sabemos con exactitud cuáles son los factores de riesgo: el sedentarismo, la obesidad, el consumo de alcohol, la hipercolesterolemia, la hipertensión, los problemas de sueño… Pero hasta que no le vemos las orejas al lobo no hacemos nada por cambiarlo”.

Por tanto, para estos expertos, en los próximos años lo primordial será identificar a la población con riesgo de sufrir una fibrilación auricular y solventarla lo antes posible. “Todo aquello que se trata en sus fases iniciales tiene más probabilidades de ser curado o controlado; es una regla básica en medicina”, apostilla Berruezo. En este paso aparece de nuevo la ablación: “Hablando de prevención, es vital adoptar medidas que modifiquen o interrumpan el curso natural de la fibrilación auricular, y esas no son otras que la intervención mediante ablación”, tercia Asso. Más aún en un escenario futuro que se definirá por una población cada vez más envejecida y con hábitos profundamente sedentarios. “Bajo estas circunstancias, es muy posible que se duplique el impacto sociosanitario de las consecuencias de las arritmias”, apostilla el cardiólogo.

Ibáñez trae a colación otro factor de riesgo menos conocido y sobre el que ya hay estudios en marcha: la apnea del sueño, que se da cuando la respiración se detiene unos instantes para, acto seguido, reanudarse. Uno de los últimos trabajos en los que participa Ibáñez, el proyecto PESA del CNIC, trata de cuantificar esta correlación entre trastornos del sueño y enfermedades cardiovasculares: “La apnea del sueño provoca que baje el oxígeno en sangre (hipoxemia). Si esas bajadas se prolongan en el tiempo, se vuelven recurrentes, aumenta el riesgo de hipoxemia, que puede provocar daño cardiaco”, explica Ibáñez.

El primer cortafuegos a este problema es, de nuevo, la adopción de unos hábitos cotidianos sanos. “La obesidad favorece la apnea del sueño. Y ese factor se puede atajar de forma sencilla, con una alimentación controlada y la práctica de ejercicio físico”, señala Ibáñez. Unas medidas extensibles a la prevención de toda enfermedad cardiovascular, como abunda este doctor: “En la medida de lo posible hay que llevar una vida saludable, que todos sabemos más o menos lo que es. Con esto evitaríamos el 50% de los problemas cardiovasculares. Son pequeños cambios con un impacto impresionante”.

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