Más allá de los aranceles: una nueva estrategia para la relación México-Estados Unidos
En lugar de limitarse a reaccionar y a desactivar amenazas, México tiene la posibilidad de asumir la iniciativa y proponer soluciones en tres áreas clave: seguridad, migración y comercio
Las amenazas de Trump para imponer aranceles a México y Canadá provocó negociaciones que culminaron en una prórroga de 30 días. México desplegó 10.000 soldados de la Guardia Nacional y postergó su imposición. Muchos creen que estas amenazas pueden sortearse con gestos simbólicos, pero esta estrategia es riesgosa y representa una oportunidad desaprovechada para lograr avances sustanciales.
Cuando Trump amenazó con disolver el TLCAN, muchos an...
Las amenazas de Trump para imponer aranceles a México y Canadá provocó negociaciones que culminaron en una prórroga de 30 días. México desplegó 10.000 soldados de la Guardia Nacional y postergó su imposición. Muchos creen que estas amenazas pueden sortearse con gestos simbólicos, pero esta estrategia es riesgosa y representa una oportunidad desaprovechada para lograr avances sustanciales.
Cuando Trump amenazó con disolver el TLCAN, muchos anticiparon un desastre económico. Sin embargo, el resultado fue la modernización del acuerdo, ahora TMEC. Desde su implementación, el comercio regional ha superado los dos billones de dólares anuales. Hoy se presenta un momento similar. En lugar de limitarse a reaccionar y a desactivar amenazas, México tiene la posibilidad de asumir la iniciativa y proponer soluciones en tres áreas clave: seguridad, migración y comercio.
Seguridad: enfrentar la crisis del fentanilo, el tráfico de armas y el crimen organizado
Desde 2010, el fentanilo, heroína y los opioides han causado más de 575.000 muertes en Estados Unidos, más que las bajas estadounidenses en ambas guerras mundiales. Esta crisis ha fortalecido a los cárteles en México, profundizando problemas de corrupción e impunidad. México y EE UU deben abordarla de manera conjunta.
México podría unirse a EE UU en la designación de los cárteles como organizaciones terroristas, pero estableciendo garantías claras que eviten una intervención estadounidense en suelo mexicano y minimicen el impacto económico de dicha designación. Esto permitiría aplicar sanciones más severas, enjuiciar eficazmente a miembros y facilitadores de los cárteles, mejorar el control del lavado de dinero y compensar a las víctimas.
Además, México y Estados Unidos deberían colaborar para bloquear la entrada de precursores químicos utilizados en la producción de fentanilo provenientes de China, reactivando la cooperación en inteligencia y las operaciones entre agencias de seguridad de ambos países. Asimismo, la cooperación contra las importaciones de precursores liberaría millones de pesos en aranceles no recaudados debido a la clasificación incorrecta de mercancías chinas.
Por último, debería proponer escanear el 100% de los vehículos que cruzan la frontera con tecnología de inspección no intrusiva. Esta medida mejoraría la detección de cargamentos de drogas hacia el norte y las aproximadamente 120,000 armas que cada año ingresan ilegalmente a México. Comenzando con el tráfico comercial, el programa podría expandirse gradualmente a vehículos privados, fortaleciendo la frontera sin interrumpir el comercio.
Migración: el papel de México como país de tránsito
La reciente disminución en los cruces fronterizos ilegales se debe, en gran parte, al endurecimiento del control migratorio en México. Asumiendo este costo, México ha ganado influencia para exigir que los residentes mexicanos de larga estancia en EE UU, incluidos los beneficiarios de DACA, no sean afectados por políticas de deportación y ampliar vías de residencia legal para trabajadores migrantes.
Más allá del control migratorio inmediato, México debe adoptar una estrategia de largo plazo que reconozca su papel como país de tránsito y destino migratorio. La modernización de la frontera sur con Guatemala y Belice, postergada por décadas, debe convertirse en una prioridad. Un plan de infraestructura fronteriza binacional, con inversión mexicana en su territorio y apoyo estadounidense en Guatemala y Belice, permitiría una mejor gestión migratoria.
México también podría proponer la construcción de un gasoducto desde EE UU a Centroamérica, beneficiando a productores de gas estadounidenses, reduciendo costos energéticos en México y fomentando el desarrollo económico en el Triángulo Norte. Esto mitigaría la migración y reduciría tensiones en la relación energética bilateral.
Comercio: poner a dormir el mito del acceso chino a Norteamérica
Las amenazas arancelarias se deben en parte a la percepción de que México facilita la entrada de bienes chinos a EE UU. Aunque no hay evidencia concluyente, Washington ha impulsado esta narrativa. Ambos países tienen un fuerte interés en cerrar cualquier vacío legal que lo permita y garantizar que las tecnologías y productos importados en ambos países cumplan con los estándares de contenido regional y seguridad regionales.
México y EE UU deberían implementar inspecciones conjuntas de bienes chinos que ingresen a México con destino final en EE UU, así como un monitoreo más riguroso de las inversiones de empresas chinas en el país. Esto garantizaría el cumplimiento del TMEC y evitaría evasión fiscal y comercial.
México también podría negociar un esquema en el que oficiales aduaneros estadounidenses pre autoricen mercancías en fábricas y centros de carga mexicanos. Esto agilizaría el comercio sin comprometer la seguridad.
Convertir la negociación en oportunidad
El contexto actual ofrece una oportunidad única para que México se posicione como un socio capaz de liderar una agenda bilateral más equitativa y ambiciosa. Aprovechar este momento dependerá de su capacidad para transformar la coyuntura en una estrategia sostenible que fortalezca su papel en Norteamérica. Apostar por la cooperación con Trump conlleva riesgos, pero los beneficios pueden ser aún mayores. Es hora de que México lidere.