La trampa del ingreso medio
De los 108 países clasificados en 1990 como de ingreso medio, de acuerdo con el Banco Mundial, solo 34 han logrado transitar hacia niveles de ingreso alto. Latinoamérica está estancada desde hace tiempo
El Banco Mundial publicó recientemente su reporte anual titulado ‘La trampa del ingreso medio’ (World Development Report 2024). Se trata de un documento ambicioso que trata de explicar los factores detrás de las dificultades que enfrentan los países clasificados como de ingreso medio para transitar hacia mayores niveles de ingr...
El Banco Mundial publicó recientemente su reporte anual titulado ‘La trampa del ingreso medio’ (World Development Report 2024). Se trata de un documento ambicioso que trata de explicar los factores detrás de las dificultades que enfrentan los países clasificados como de ingreso medio para transitar hacia mayores niveles de ingreso. El reporte inicia con una simple pero poderosa observación: de los 108 países clasificados en 1990 como de ingreso medio, solo 34 lograron transitar hacia niveles de ingreso alto. Peor aún, la población conjunta de esas economías es inferior a la población de Pakistán (250 millones de personas), lo que implica que solo países relativamente pequeños han logrado dar el salto de ingreso medio a ingreso alto. En América Latina solo tres países han logrado esa transición: Chile, Panamá y Uruguay. El resto de los países de la región se encuentran, precisamente, en la trampa del ingreso medio o incluso en niveles inferiores de ingreso.
El documento plantea la necesidad de que los países realicen una doble transición. Por un lado, las economías de ingreso medio bajo primero deben transitar de una estrategia basada únicamente en la aceleración de la inversión (a la que llaman 1i) a una en la que se enfatice tanto la inversión como lo que ellos denominan infusión (estrategia a la que denominan 2i). La infusión consiste en atraer tecnología foránea y diseminarla extensamente en la propia economía. Esto es algo parecido a lo que antes se conocía como adopción de tecnología. Finalmente, los países de ingreso medio y/o medio alto deben tratar de transitar hacia una estrategia llamada 3i, en la que se promueve no solo la inversión y la infusión, sino también la innovación. La innovación implica que una economía ya no sólo debe dedicarse a adoptar las últimas tecnologías desarrolladas en otros países, sino que además debe contribuir a empujar la frontera del conocimiento mundial.
En el proceso, los autores del documento enfatizan la importancia de alcanzar un equilibrio razonable entre tres tipos de fuerzas: la creación, la preservación y la destrucción. Para los autores del reporte esto es clave para que una economía pueda modernizarse y avanzar en las distintas fases del desarrollo que ellos han planteado. Por ello, es importante permitir que entren nuevos jugadores a la economía, que se reconozcan las innovaciones y el talento y que se promueva el mérito. Esta es la parte referente a la creación. Esto requiere adaptar las reglas y las instituciones para evitar que los incumbentes impidan que este proceso ocurra y florezca.
Por otro lado, está la fuerza que tiende a la preservación de los incumbentes. Los incumbentes, en una economía (grandes corporaciones, empresas públicas, elites, etc.), pueden aportar valor a la economía. Pero sin las fuerzas de la creación y la presión de potenciales nuevos competidores, los incumbentes pueden crecer más lentamente, reduciendo el dinamismo de la economía. Finalmente, es importante reconocer la importancia de la destrucción creativa. Esto implica que deben existir mecanismos que permitan que las empresas o actividades ineficientes se reduzcan o salgan del mercado. Sin estos mecanismos, ciertos sectores o empresas pueden subsistir sin que estén realmente aportando al dinamismo de la economía. Por ello, los países deben permitir y promover la existencia de medios de depuración que a su vez abran espacio a nuevos participantes, con mayor empuje y quizás mayor grado de innovación.
Según los autores del documento, en los países de ingreso medio suele prevalecer la fuerza de la preservación, mientras que las otras dos fuerzas son más débiles. Por ello, sugieren fortalecer las fuerzas creativas y las destructivas. Esto implica tratar de disciplinar a los incumbentes y reconocer y promover al talento y al mérito. También se debe promover la movilidad social, la cual suele detenerse por normas sociales, redes de conocidos (networks) y por las disparidades en las posibilidades de acceso a educación y empleos.
El documento cierra con algunas recomendaciones de política: promover la impugnabilidad (contestability) en los mercados, es decir, permitir y fomentar que existan empresas que desafíen a las empresas actuales; conectar firmas locales con empresas líderes globales; reducir las regulaciones en los mercados de productos y de factores; fortalecer a las agencias antimonopolios o que promueven la competencia; dejar de subsidiar a empresas pequeñas improductivas, es decir, permitir que salgan del mercado; no condenar ni estigmatizar a las empresas grandes; profundizar los mercados financieros, promover el acceso al crédito; disciplinar y no estigmatizar a las élites; invertir en el talento y premiar al mérito; aprovechar y difundir el acceso a las tecnologías digitales; premiar a la innovación y a los innovadores; tratar de separar las emisiones del crecimiento económico, etc.
El documento en general, como se puede ver, es sumamente ambicioso y presenta un marco analítico novedoso. Hay algunos elementos reminiscentes de las recomendaciones de otra época, pero también hay elementos nuevos que podrían ayudarnos a entender mejor qué pasa en aquellas economías, como las de la región latinoamericana, que están estancadas desde hace tiempo en los niveles de ingreso medio y que no han logrado dar el tan deseado salto hacia las economías de ingresos altos.
Apúntese gratis a la newsletter de EL PAÍS México y al canal de WhatsApp y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país.