Jalisco: la agria naranja sanguina

Lo que parecía que sería uno de los procesos electorales más tersos del país se ha tornado en el más cuestionado, con consecuencias políticas impredecibles para la gobernabilidad del Estado

Pablo Lemus celebra su triunfo electoral en Guadalajara, el 3 de junio.Francisco Guasco (EFE)

Movimiento Ciudadano ganó perdiendo y Morena perdió ganando en Jalisco. La elección en el icónico Estado mexicano del tequila ha dejado lecciones y secuelas que tomará tiempo comprender y sanar. Lo que parecía que sería uno de los procesos electorales más tersos del país se ha tornado en el más cuestionado, con consecuencias políticas impredecibles para la gobernabilidad del Estado. Tras una jornada electoral ejemplar, en la que millones de jaliscienses sufragaron en paz, en los días posteriores estalló un conflicto postelectoral que al momento de escribir estas líneas aun no se apacigua. Por ...

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Movimiento Ciudadano ganó perdiendo y Morena perdió ganando en Jalisco. La elección en el icónico Estado mexicano del tequila ha dejado lecciones y secuelas que tomará tiempo comprender y sanar. Lo que parecía que sería uno de los procesos electorales más tersos del país se ha tornado en el más cuestionado, con consecuencias políticas impredecibles para la gobernabilidad del Estado. Tras una jornada electoral ejemplar, en la que millones de jaliscienses sufragaron en paz, en los días posteriores estalló un conflicto postelectoral que al momento de escribir estas líneas aun no se apacigua. Por el contrario, una serie de incidentes han enrarecido aun más el clima político: lejos de que el proceso electoral concluya con la entrega de constancias de mayoría, lo más probable es que termine en los tribunales electorales, cuando no en protestas y plantones.

Los resultados electorales fueron tan disímiles que desconcertaron a propios y extraños. Ese incomprensible voto diferenciado que ha caracterizado al electorado de Jalisco, sobre todo en la zona metropolitana de Guadalajara, es lo que muchos no terminan de entender o de aceptar. Ya sea el voto útil (maximizar el triunfo de un candidato, aunque sea la segunda preferencia) o el voto cruzado (diferenciar entre partidos para repartir el voto), lo cierto es que la diferenciación del sufragio fue lo caracterizó las pasadas elecciones en Jalisco.

El voto diferenciado jalisciense

A partir de ahora, Jalisco será como una naranja sanguina: ese raro cítrico que es anaranjado por fuera y guinda por dentro. Será el único estado del país donde el gobernador sea de Movimiento Ciudadano y el Congreso local de mayoría de Morena. Pablo Lemus ganó la elección a la gubernatura, pero su partido perdió el Senado (quedó en tercer lugar sin lograr un escaño), todas las diputaciones federales, tres cuartas partes de los distritos locales, dos importantes municipios metropolitanos y la elección presidencial. Fue una debacle para el partido naranja, a pesar de haber retenido el gobierno estatal y tres municipios metropolitanos, entre ellos la capital del estado.

El resultado de la elección a la gubernatura se explica por diversos factores. Primero, porque la marca ganadora no fue la de Movimiento Ciudadano, sino la de Lemus, lo cual explica por qué en casi todas las elecciones perdió el partido naranja, excepto en la gubernatura. Como exalcalde en tres ocasiones consecutivas, el efecto arrastre de Lemus le valió para refrendar el triunfo de MC en Zapopan y, de forma apretada, en Guadalajara. Segundo, porque la candidata de Morena, Claudia Delgadillo, no solo fue designada en un proceso interno complicado, sino porque cometió errores en la campaña. Tercero, porque la marca ganadora en esta elección fue Morena, de suerte que aunque muchos de sus candidatos no eran conocidos ni tenían presencia, la sola marea guinda les dio el triunfo.

Pablo Lemus asumirá la gubernatura con un gobierno dividido, donde el Congreso local tendrá una clara mayoría opositora. Morena y sus aliados tendrían entre 18 y 20 diputaciones, incluidas 3 del partido local Hagamos, vinculado a la Universidad de Guadalajara; 3 del partido Verde, el eterno aliado incómodo; 2 del partido Futuro, que perderá el registro, al igual que Pedro Kumamoto perdió Zapopan. El frente opositor obtendría entre 8 y 10 legisladores, con 5 para el PAN y 3 para el PRI como mínimo, siendo el grupo parlamentario clave para la gobernabilidad. Y Movimiento Ciudadano ganaría entre 10 y 12 diputaciones, en su mayoría plurinominales y “de repechaje”: esa polémica figura electoral única en el país que le asigna al “mejor perdedor” (al segundo lugar con el porcentaje más alto de votación respecto al ganador), una curul por cada dos plurinominales.

Del escrutinio al fraude electoral

Parafraseando la famosa frase, “es la economía estúpidos”, lo mismo se puede decir del proceso electoral: no fue el Programa de Resultados Electorales Preliminares ni el conteo rápido ni la cadena de custodia de los paquetes electorales ni mucho menos la invención del “millón de votos extraviados”, sino el escrutinio de los votos. Ahí se originó el problema. El retraso del PREP no fue un asunto técnico, sino debido al retraso de las actas electorales para capturar y contabilizar. Aunado a la deficiente capacitación electoral que recibieron los ciudadanos que fungieron como funcionarios de casilla, el factor determinante fue la boleta electoral: la más complicada del país, que retrasó el escrutinio en todas las casillas.

Para entender el desafío que enfrentaron los ciudadanos en la noche de la jornada y hasta la madrugada del 3 de junio, tómese como ejemplo el escrutinio de la coalición de Morena y sus aliados con cinco partidos políticos. Las diferentes combinaciones de votos permitía mas de una treintena de posibles permutaciones, que derivaron en actas electorales ilegibles, incompletas o con evidentes errores en las sumatorias. Eso fue lo que impidió que se capturaran las actas en el PREP, ocasionando un vacío informativo que fue aprovechado por ciertos pirómanos electorales para denunciar fraude y acosar a la autoridad electoral.

En los cómputos de las juntas distritales y los consejos municipales electorales se contaron y recontaron las boletas, hasta que apareció el supuesto “millón de votos perdidos”. Las cifras cuadraron y las diferencias se confirmaron. Incidentes aislados, como el traslado de las boletas en una bolsa negra de basura que se hicieron virales, fueron aclarados. Con retrasos y tropiezos, el Instituto Electoral del Estado concluyó exitosamente el conteo de la elección.

Pese a que la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, no felicitó a la candidata perdedora en Jalisco y a que la secretaria de Gobernación dio a conocer que las tendencias a la gubernatura de Jalisco favorecían a Movimiento Ciudadano, el dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, ha anunciado que impugnará la elección. Incluso, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador declaró que había que esperar a que concluyera el recuento de votos en Jalisco, cosa que ya ocurrió, pero Morena tiene otra ruta política.

El eventual, pero quizá no inminente reconocimiento del triunfo a Pablo Lemus ya no tiene que ver con las boletas, sino con los escaños de Movimiento Ciudadano en el próximo Senado. Lo más probable es que Morena no conceda hasta no lograr concesiones a su causa nacional. Jalisco ya votó, pero la elección se dirimirá en la Ciudad de México, ya sea en tribunales electorales o negociaciones políticas.

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