México aguanta la presión del encarecimiento de la deuda y la fortaleza de su moneda
Las finanzas públicas bajo la Administración de Andrés Manuel López Obrador se han ajustado al incremento en el costo de la deuda, manteniendo la deuda pública cercana al 50% del PIB
A dos años de que iniciaron las subidas de tipos de interés en gran parte del mundo, los costos de la deuda pública se han disparado para México. El país, además, padece de un sorprendente fortalecimiento de su tipo de cambio, achicando los ingresos que recibe por exportaciones petroleras pagados en dólares. A pesar de todo esto, y a diferencia de algunos países pares en la región Latinoamericana, el Gobierno ha logrado contener su...
A dos años de que iniciaron las subidas de tipos de interés en gran parte del mundo, los costos de la deuda pública se han disparado para México. El país, además, padece de un sorprendente fortalecimiento de su tipo de cambio, achicando los ingresos que recibe por exportaciones petroleras pagados en dólares. A pesar de todo esto, y a diferencia de algunos países pares en la región Latinoamericana, el Gobierno ha logrado contener su déficit.
De acuerdo con el reporte de finanzas públicas más reciente, publicado por la Secretaría de Hacienda, la deuda pública bajó entre diciembre del año pasado y marzo del presente año. El saldo histórico de los Requerimientos Financieros del Sector Público, la medida más amplia de la deuda pública del Gobierno, pasó de 49,4% del Producto Interno Bruto (PIB) a 45,6% en ese periodo. Hacienda estima que para finales de este año, la deuda publica alcance el 50% del PIB.
Esta es una hazaña, si se toma en cuenta que países pares de la región, como Chile, han tenido que dejar que su déficit suba porque han incrementado su gasto, considera Rodolfo Navarrete, director de análisis y estrategia de inversión en Vector Casa de Bolsa. Las autoridades subestimaron cuánto tiempo permanecerían altas las tasas de interés y qué tan fuerte sería el peso, el cual cotizó el viernes en 17,19 por dólar. (El peso mexicano se ha apreciado un 16% en los años de Gobierno de López Obrador). “El faltante, estimamos nosotros, será de unos 50.000 millones de pesos. ¿Cómo lo van a resolver? A través de una reducción del gasto público. Tendrán que buscar algún rubro, alguna cosa que dejen de hacer”, explica Navarrete.
La disciplina y ortodoxia fiscal del secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, le ha valido una ratificación de la buena calificación crediticia a nivel internacional. El 16 de junio, la empresa Fitch Ratings reafirmó el grado de inversión de México, segunda economía de Latinoamérica, e incluso ajustó al alza su proyección de crecimiento. “Fitch proyecta que el crecimiento del PIB real se desacelerará modestamente a 2,5% en 2023 del 3% visto en 2022, mejor de lo esperado anteriormente”, dice el comunicado de la firma. “La calificación de México está respaldada por un marco de política macroeconómica prudente, finanzas externas estables y sólidas y una proyección de la relación deuda pública/PIB estable”, agregaron los especialistas de Fitch.
Los ingresos petroleros, denominados en dólares, han visto una caída. De acuerdo con un análisis del BBVA, el decremento anual de los ingresos petroleros contribuyó con 3,1 puntos porcentuales a la caída anual real de 5,5% del ingreso total entre enero y marzo de este año.
Visto desde una perspectiva más larga, López Obrador ha permitido un moderado incremento del déficit, ya que recibió al país con un nivel de deuda del 46% del PIB y se estima que el nivel actual es de un 49,6%. Su Gobierno se ha autoproclamado como austero y esto se ha visto en los fuertes recortes en educación y salud. BBVA apunta que el gasto total resultó menor al programado en marzo de este año, en parte porque las instituciones de salud pública redujeron su gasto, pero también debido a las menores erogaciones de la administración pública centralizada y de las empresas paraestatales de energía, Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad.
Para López Obrador, el gasto en ayudas sociales ha sido prioritario, pero Navarrete, de Vector, no espera que este se incremente antes de las elecciones presidenciales previstas en julio de 2024. Un incremento en las ayudas sociales sí sería un gasto estructural que pudiera tener un deterioro en las finanzas públicas, ya que representa un gasto fijo que permanece en el tiempo, apunta Navarrete. “No creo que haga nada”, dice el economista al teléfono, “lo que ha venido comentando últimamente el presidente es que lo quiere meter a la Constitución, de manera que sea reconocido y que nadie lo elimine. Eso no quiere decir que lo vaya a aumentar”.
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