‘Me late que sí’, una versión tropical de ‘Ocean’s Eleven’ sobre el robo de 160 millones de pesos a un juego de la Lotería Nacional
El productor Rodrigo Santos presenta una serie inspirada en hechos reales sobre un fraude perpetrado en 2012 en televisión nacional por un grupo de empleados de Pronósticos para la Asistencia Pública
El 22 de enero de 2012, como cada domingo, millones de personas prendieron su televisor pasadas las diez de la noche para ver el resultado del Melate, un popular sorteo numérico de la Lotería Nacional de México conocido por ofrecer bolsas millonarias a sus ganadores. Los números ganadores de esa velada fueron 06, 12, 15, 24, 25 y 49 y 09, 20, 36, 51, 53 y 54. Lo que nadie sabía ...
El 22 de enero de 2012, como cada domingo, millones de personas prendieron su televisor pasadas las diez de la noche para ver el resultado del Melate, un popular sorteo numérico de la Lotería Nacional de México conocido por ofrecer bolsas millonarias a sus ganadores. Los números ganadores de esa velada fueron 06, 12, 15, 24, 25 y 49 y 09, 20, 36, 51, 53 y 54. Lo que nadie sabía era que se trataba de un fraude en el que un grupo de empleados de Pronósticos para la Asistencia Pública sustrajeron 110 millones de pesos (poco más de seis millones de dólares) con un montaje perfectamente planeado. Me late que sí, del productor Rodrigo Santos, es una nueva serie ya disponible en Netflix que toma como inspiración este hecho real para ficcionar un tras bambalinas de este golpe criminal que se fraguó en apenas ocho segundos.
Santos, quien también funge de showrunner y coguionista, admite que le gusta el juego de Melate. En 2012, estaba trabajando y se enteró sobre el fraude en una noticia “muy desvanecida”. Por la magnitud del asunto, pensó que iba a tener mayor cobertura, pero no pasó a más en ese entonces. Uno de sus colegas le dijo que conocía a una de las personas acusadas del robo y que podía ponerle en contacto con él. Por distintos factores, la oportunidad no se dio. Sin embargo, el también codirector se quedó con la curiosidad.
“Pensé en las personas que logran inclinar la fortuna a su favor, pero luego también pensaba que la fortuna es una diosa. No te puedes poner al tiro con los dioses. Si le agarras la manita a una diosa, en cuanto la suelta, te va a devolver un zape, que es lo que les pasó a los defraudadores, y eso me gustaba. Con Dínamo, la productora, queríamos hacer una antología de crímenes, pero no violentos, y fue ahí que dije: ‘Tengo la historia perfecta”, cuenta Santos a través de una videollamada.
Santos fue armando el proyecto como un rascacielos, en el que cada pausa fue sumándole capas de profundidad. César Blanco, quien es coescritor de la serie, consiguió acceso a ciertos documentos del proceso, noticias y personas cercanas al caso e, incluso, a algunos implicados. “Eso fue muy rico, el contexto, pero también un baño de realidad. Con gracia y con la posibilidad de hacer muchas reflexiones, al final este es un acto ilegal. Una cosa que me llama la atención y que me gusta del fraude es que no fue hecho a escondidas. Es un fraude hecho en televisión abierta; todo mundo lo vio. Es muy difícil de percibir, pero está grabado. Llamaba la atención el cinismo, el descaro y los huevos”, afirma el guionista.
Santos, quien en este año también estuvo a cargo de la bioserie sobre el comediante Roberto Gómez Bolaño, Chespirito: sin querer queriendo, no quiso caer en los clichés del género del atraco. Pone el ejemplo de la producción española La casa de papel, en la que los personajes tienen talentos extraordinarios. O la de Ocean’s Eleven, donde uno de los atracadores es un super hacker capaz de crear una onda sísmica que apaga las cámaras de la zona donde se cometerá el robo; o un gimnasta que cabe en un pequeño carro para llevar dinero. El showrunner de Me late que sí quería a personas ordinarias en una situación que les permita formar parte de un acto extraordinario.
“Una frase que algunos de los involucrados repetían y que me llamaba mucho la atención, era ‘Yo no me lo robé. Yo me lo gané’. Esa fantasía también me gustaba, que en su esfuerzo y en su idea encontraban el merecimiento al premio. Eso me llamaba mucho la atención”, explica Santos.
La serie, con un elenco encabezado por Alberto Guerra, Luis Alberti, María José Vargas, Christian Tappan, Aldo Escalante, Jero Medina y Paloma Petra, juega con distintos géneros, desde el atraco, coqueteando con el drama y la comedia. Incluso, sin mencionarlo, con un poco de thriller político con guiños a políticos de la época.
“Me interesa la política, la historia. Claro, de pronto es muy tentador ahondar en una subtrama sobre otros funcionarios, quizá más arriba que estos, que también son corruptos y también tienen sus historias, pero se intuye cómo funcionan. Hay construcciones dramáticas en la serie para darle brillo a los personajes, darles su humanidad. Tener capacidad de ponernos de su lado, porque esa es una ambición de la serie. Cuando la concebimos, queríamos que el espectador apoye que estos se salgan con la suya o no. La respuesta para mí siempre fue así, queremos que ellos ganen porque le están ganando al sistema que ha sido injusto con ellos, sin que esto sea nunca una disculpa a la corrupción”, afirma Santos.
Aunque el director quiso alejarse de los personajes habituales de este tipo de serie, afirma que parte de sus referencias fueron las versiones de Ocean’s Eleven, con George Clooney y Brad Pitt, y algunas de sus secuelas de la década de los 2000, así como la versión de 1960 en la que se inspiraron. De inicio no quiso catalogar a su serie como una versión “tropical”, un término que se utiliza con cierto desprecio en la industria cuando producciones mexicanas o latinoamericanas emulan este tipo de productos hollywoodenses. Sin embargo, admite que sí le gusta referirse a Me late que sí como un heist o un “atraco tropical”.
Santos hizo un ejercicio similar cuando estuvo a cargo de la adaptación de la serie Belascoarán, basada en los libros de Paco Ignacio Taibo II sobre su famoso detective capitalino, para la recreación del cine noir, un estilo distintivo del género policial. “Las películas del cine noir tienen vapor en las calles que sale de las cloacas, el clarooscuro y siempre están situadas en Chicago o Nueva York. Aquí no tenemos eso [Ciudad de México], pero el vapor sale de las ollas de tamales, de las de carnitas, entonces encontramos ese lugar donde conviven. En Me late que sí intentamos algo parecido con otro género. El ejercicio es similar, pero el resultado y los ingredientes son distintos. Era como ‘intentemos generar la sensación de que ahí vienen Brad Pitt y George Clooney, pero no, aparecen unos funcionarios del Melate’. Jugamos con el tratamiento visual y el lenguaje, pero con una bola de personajes mediocres que se enfrentan en una idea genial”, finaliza.