De La Malinche a Díaz Ordaz: cuatro nuevas biografías proponen otra forma de ver la historia de los “malos” de México
Un grupo de historiadores y escritores convocados por la editorial Crítica explora los claroscuros de personajes que han marcado la vida mexicana
Han pasado a la historia de México como traidores, represores, dictadores o villanos de manual. En el odio nacional ocupan un lugar preponderante y desde la política y la educación oficial se les señala con el dedo acusador. Fueron actores principales de la vida mexicana y algunos, como las mil veces denostada Malinche, siguen con su nombre ligado al estigma de la deslealtad. Una nueva propuesta de la editorial Crítica ahonda en la vida de los “malos” de la historia mexicana, al analizar sus claroscuros y las circunstancias en las que vivieron. “La idea es contar la realidad de esta gente que está en el inconsciente colectivo mexicano como gente que le ha hecho mal al país, pero darles una dimensión diferente y dejar que los lectores decidan, con más información o con un ángulo diferente del que se ha presentado, de dónde vino esa maldad”, explica María Jesús Zevallos, gerente editorial académica del Grupo Planeta, del que forma parte Crítica.
La colección, titulada Los malos de la historia, presenta perfiles de La Malinche, Victoriano Huerta, Gustavo Díaz Ordaz y el mal afortunado emperador Maximiliano, que ha pasado a la historia como “un malo” “por haber sido un imperialista metiche”, como señala la biografía sobre su vida. La colección ha estado a cargo de Zavallos y Angelika Plettner, editora senior de sellos académicos de la editorial. Plettner inició hace un par de años el proyecto que pretendía dar una lectura fresca sobre la vida de estos villanos, con una propuesta basada en datos y hechos históricos, pero escritos de una forma amena, fuera del lenguaje academicista, para generar curiosidad en los lectores. “Los libros son cortos y escritos por autores que son historiadores, pero que tienen una pluma y una intención muy específica de dar otro lado de la historia”, explica Zavallos.
Las obras están a cargo del historiador catalán Will Fowler, quien ahonda en la vida de Maximiliano; el académico Servando Ortoll, autor de la biografía de Huerta; la historiadora mexicana Úrsula Camba Ludlow, quien escribe sobre La Malinche y ha explorado en su carrera la historia de la conquista y de Hernán Cortés; y del escritor y periodista Fritz Glockner, a cargo de sumergirse en la vida de un personaje detestable para los mexicanos, el infame Díaz Ordaz, tristemente célebre por su afán represivo y su papel en la matanza de estudiantes en la plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en Ciudad de México.
La selección de los personajes, explica Plettner, se decidió a partir del peso que estos tuvieron en la historia del país. “La Malinche es un personaje fundamental de México. Sigue siendo vista como la gran traidora y hasta tenemos este dicho de ‘eres bien malinchista’, pero es un personaje importantísimo, porque sin ella no hubiera habido conquista y esencialmente no hubiera existido el México de hoy. Pero ella también fue víctima de sus circunstancias y queríamos presentar ese otro lado de la historia”, comenta Plettner.
La Malinche es una de las figuras más estudiadas por historiadores, académicos, escritores. En la nueva propuesta de Crítica firmada por Camba Ludlow, hay un énfasis en analizar las circunstancias que marcaron la vida de la indígena, entre ellas, el tema de la esclavitud, un “silencio atronador” en la época prehispánica. “La historia no se trata de hablar solo de aquello que nos agrada o que aprobamos, sino de explicar cómo sucedieron las cosas y, para ello, necesitamos las piezas del rompecabezas”, escribe la historiadora.
Camba Ludlow explora la figura de los tlacotin, esclavos o trabajadores no libres en el mundo mesoamericano. Eran los protagonistas de un trapicheo humano no exento de arbitrariedades por parte de los amos. La historiadora afirma que, en el caso de Malinche, “es probable que haya sido capturada por personas de su círculo más cercano o vendida como castigo por un delito que ella misma o alguno de sus familiares cometió, o quizá la vendió alguien que la odiaba”. Una historia trágica que no ha valido para liberarla del estigma de traidora.
Si el odio hacia ella es por, supuestamente, haberle dado la espalda a su pueblo, el de Maximiliano también tiene un fuerte componente nacionalista: el extranjero puñetero que metió las narices en asuntos internos. Pero es, como escribe Fowler, un personaje lleno de contradicciones. “Era capaz de indignarse por la crueldad contra los animales, lamentando la ocasión en que atestiguó cómo alguien maltrataba un perro, y, por otro, celebrar las corridas de toros que presenció en España o la caza del zorro que se practicaba en Inglaterra. De forma más relevante, por mucho que pudiera haber simpatizado con los sentimientos libertarios de los estudiantes del 48, dejándole un mal sabor de boca la brutalidad con que su hermano aplastó la revolución en Italia y Hungría, no tuvo inconveniente en hospedarse con príncipes y reyes que habían sido más virulentos en su reacción a la primavera de los pueblos”. Tal vez en los matices esté el detalle.
La historia moderna de México tiene entre sus villanos destacados a Díaz Ordaz, a quien se le señala de dar la orden para que el Ejército abatiera a decenas de estudiantes que se manifestaban en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968. Él siempre lo negó e incluso llegó a afirmar que las organizaciones estudiantiles colocaron en las azoteas cercanas a “provocadores”, que, armados con metralletas, abrieron fuego contra sus propios compañeros. El político era, por lo menos, dogmático, y no escondía su repudio a quien no aceptara sus puntos de vista. Glockner cuenta una anécdota reveladora sobre él, que crea una imagen elocuente: aquella trágica noche del 2 de octubre, el presentador de noticias Jacobo Zabludosky —“habituado a recibir los mensajes que, desde Palacio Nacional, desean que se silencie o, por el contrario, se enaltezcan”— recibió una llamada del propio Díaz Ordaz, quien le reclamó por haber usado en el noticiero de aquella noche una corbata negra. El presentador dijo que era una costumbre que había adoptado desde el fallecimiento de su padre. “La comunicación se corta; no hay más que indagar”. Punto.
Es con anécdotas como esta que las coordinadoras de esta colección quieren que el lector se forme su propia idea de estos malos de la historia. O con datos concretos, como la presión que ejercía Estados Unidos sobre el gobierno de Victoriano Huerta, que marcó su mandato. “Todos ven a Victoriano Huerta como el gran dictador que mandó a asesinar a Madero, lo que, por cierto, nunca se ha comprobado. Él tenía encima la presión de Estados Unidos, que lo orilló a actuar como actuó, porque él no quería quedar como dictador, sino que dijo: ‘Bueno, una vez que se resuelva esta situación con los revolucionarios, llamo a elecciones libres’. Pero era una lucha entre él y el poder de Estados Unidos”, comenta Plettner. “Esta gente no es mala porque nació mala, sino que hay que entender las circunstancias que las llevaron a hacer lo que hicieron”, agrega Zevallos. Se trata, en fin, de demostrar el rostro humano de estos personajes, pero sin apartar el dedo sobre sus maldades. ”Nada quita que esa gente haya hecho cosas malas y que tengan maldad en ellos mismos, lo que queremos demostrar es que ningún malo se crea solo", concluye Zevallos.