El español de Selena Gomez es el menor de los problemas de ‘Emilia Pérez’

Muchas críticas se le pueden pasar por alto al musical de Jacques Audiard, menos la frivolidad con la que retrata la crisis de violencia y de desaparecidos

Las intérpretes de 'Emilia Pérez': Adriana Paz, Édgar Ramírez, Selena Gomez, el director Jacques Audiard, Karla Sofía Gascón y Zoe Saldaña. Mario Anzuoni (REUTERS)

Cómo estaba previsto, Emilia Pérez comenzó con paso firme su andar por la temporada de premios. El musical narco del francés Jacques Audiard ganó cuatro Globos de Oro y se perfila como una de las favoritas rumbo a los Oscar. La película de Audiard arrancó la noche con el mayor número de nominaciones y se llevó mejor película de comedia o musical, mejor película internacional, mejor actriz de soporte (Zoé Saldaña) y mejor canción original (...

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Cómo estaba previsto, Emilia Pérez comenzó con paso firme su andar por la temporada de premios. El musical narco del francés Jacques Audiard ganó cuatro Globos de Oro y se perfila como una de las favoritas rumbo a los Oscar. La película de Audiard arrancó la noche con el mayor número de nominaciones y se llevó mejor película de comedia o musical, mejor película internacional, mejor actriz de soporte (Zoé Saldaña) y mejor canción original (El mal). El épico filme de época El Brutalista, otra de las contendientes fuertes, conquistó tres galardones.

Quedan varias galas en Hollywood. Es muy probable que Emilia Pérez sume varios premios más antes de su estreno en las pantallas de México, el país que Audiard dice retratar en la película que nació como ópera en su mente después de leer la novela Écoute (Escucha) de 2018 del periodista Boris Razon.

El musical ha sido bien recibido por las audiencias internacionales. Sus protagonistas, Karla Sofía Gascón, Adriana Paz, Zoe Saldaña y Selena Gomez, ganaron de forma coral en Cannes el premio a mejor actriz. En Estados Unidos ha dejado críticas mixtas. Nikki Glaser, la comediante que presentó los Globos de Oro, dijo que nunca entendió lo qué estaba pasando en pantalla y que cuando supo que era una película francesa se acordó de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024.

En las redes sociales se han dejado comentarios menos amables. Algunos se han quejado del español de Selena Gomez, la cantante de estadounidense de raíces mexicanas que interpreta a la esposa del capo del narcotráfico que desaparece para cambiar de sexo y renacer como Emilia Pérez. Los comentarios parecen ignorar un hecho: la gran mayoría de los latinos de Estados Unidos tienen una relación particular con el castellano. Hay millones de personas en el país que no lo hablan o lo mastican escasamente. No por ello son menos mexicanos o hispanos.

Se ha criticado también al director por no haber filmado la película en México o apenas haber utilizado talento local. La excepción es Adriana Paz, que interpreta a una mujer que busca a su marido desaparecido y quien mantiene una breve relación amorosa con la protagonista principal.

Audiard rodó el musical en 49 días en Francia y solo cinco en México, en su mayoría para capturar planos de situación. El director, ganador de la Palma de Oro de Cannes hace 10 años con Dheepan, aseguró en una entrevista que la realidad mexicana es tan fuerte que solo te presenta dos opciones, encararla o romperla. Optó por la segunda, naturalmente.

Las críticas antes mencionadas pueden pasarse por alto. Lo que es verdaderamente imperdonable de un cineasta como Audiard es la frivolidad con la que retrata la crisis de violencia y desaparecidos de México. Estas le son un mero pretexto para avanzar las ambiciones de los personajes, por disparatados que sean.

No es mojigatería. No es un rechazo a la imagen que se da desde el extranjero a lo que ocurre en México. La violencia ha sido la comprensible obsesión de buena parte de los cineastas mexicanos desde hace más de una década. Esta se ha abordado desde todo punto de vista y género cinematográfico (faltaba el musical, ese es mérito de Audiard). De Amat Escalante en Heli hasta la reciente Sujo, de Astrid Rondero y Fernanda Valadez.

En Emilia Pérez todo es superficial. Se exige un gran salto de fe al espectador, quien presencia atónito cómo un violento narcotraficante renace, gracias a su nuevo sexo, en una valiente activista en favor de los desaparecidos. En la ficción estos son producto de la delincuencia organizada. La producción parece ignorar que el país tiene miles de desapariciones forzadas, a manos de autoridades y el Ejército.

La película celebra el poder liberador de la transformación física, pero es completamente burda al tratar el cambio moral de la protagonista. Se echa en falta la sensibilidad que Audiard utilizó con los inmigrantes tamiles desplazados por un conflicto o incluso con los presos de su drama carcelario Un profeta. El francés no será profeta en México, la tierra de cartón piedra que retrata en un musical que arrasa con los premios.

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