Ken Salazar muestra su cara más dura ante la crisis de violencia en México: “La estrategia de ‘abrazos, no balazos’ no funciona”
A semanas de dejar el cargo, el embajador acusa a López Obrador de cerrar la puerta a la colaboración con Washington y afirma que “la austeridad republicana puede dejar la seguridad peor de lo que está”
“México no es seguro”. “La austeridad republicana puede dejar la seguridad peor de lo que está”. “La estrategia de ‘abrazos, no balazos’ no funciona”. Esos fueron algunos dardos que lanzó Ken Salazar en su conferencia de prensa de este miércoles. En plena recta final de su gestión, el embajador de Estados Unidos ha decidido no guardarse nada en sus críticas por la crisis de violencia que azota al país y los cortocircuitos en Seguridad que han lastrado la relación bilateral en los últimos meses. Salazar mostró la cara más dura de Washington y culpó al expresidente Andrés Manuel López Obrador de “cerrar la puerta” a la cooperación contra el crimen organizado y del estancamiento que ha prevalecido en el último año. “El presidente anterior no quiso el apoyo de Estados Unidos”, zanjó. El Gobierno mexicano envió una nota diplomática para manifestar “su extrañamiento por los mensajes emitidos”.
Tras la “pausa diplomática” impuesta por López Obrador en septiembre y ser relegado en el arranque del Gobierno de Claudia Sheinbaum en octubre, toca a Salazar perfilar el fin de su gestión en noviembre. Aunque no puso fecha para su salida, la aplastante victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales ha hecho inminente la llegada de un nuevo embajador. Prácticamente sin nada que perder, Salazar adelantó que dedicará sus últimas semanas en el cargo a diagnosticar la salud de la relación en áreas clave como migración y el comercio. Esta vez fue el turno de la violencia. “La Seguridad es lo más importante, la bisagra de una democracia”, dijo. “El pueblo de México no debe vivir con miedo”.
Tras un cierre de sexenio ríspido con López Obrador, la última rueda de prensa dejó una sensación de divorcio. Salazar negó que la “pausa” fuera provocada por sus críticas a la reforma judicial y dijo que el desgaste vino desde hace poco más de un año. No habló explícitamente de un detonante, pero sí dejó claro que la polémica alrededor de la captura de Ismael El Mayo Zambada, reclamada por el Gobierno mexicano como una acción unilateral, fue sintomática de la pérdida de confianza. “Ahí se cerraron las puertas por parte del Gobierno de México, nunca por parte de Estados Unidos”, aseguró.
Salazar achacó la negativa del expresidente mexicano a colaborar con Estados Unidos a “problemas ideológicos” y a razonamientos “que no entienden la realidad de la inseguridad” en el país. “Se lo comuniqué muy bien y muy claramente al presidente anterior”, dijo sobre los encontronazos en Seguridad que tuvo con López Obrador. También reclamó al expresidente por haber rechazado apoyos estadounidenses aprobados como parte del Entendimiento Bicentenario. “Millones de dólares para ayudar a México en seguridad, pero lo pausaron, lo pararon, lo detuvieron”, lamentó.
“Decir que no hay problemas es negar la realidad”, afirmó el embajador. “Y la realidad es que hay un problema muy grande en México”, agregó. Salazar dijo que no basta con “echarle la culpa a Estados Unidos” ni recurrir “a las explicaciones del pasado” para atajar la crisis. Fue particularmente crítico de la austeridad e insistió en la necesidad de respaldar la nueva estrategia de Sheinbaum con una inyección de recursos para acabar con la corrupción en las Policías y el sistema de justicia.
“La austeridad republicana no va a funcionar para lograr la seguridad en México”, señaló. Advirtió de que tiene que haber mayor coordinación con Estados Unidos y dio visos de que la paciencia de demócratas y republicanos se agota. “El plan de Sheinbaum tiene que tener éxito”. La polémica llegó hasta el Senado mexicano. Manuel Huerta, de Morena, lo acusó de “injerencista” y exigir la “subordinación” de las autoridades mexicanas. La panista Lilly Téllez dijo las declaraciones fueron “fuertes”, pero hicieron evidente que López Obrador “se alió con los criminales”. Sheinbaum acusó este jueves al embajador de no ser “consecuente” y decir un día una cosa y otro día, otra.
“Debe de doler, perdimos la elección”, admitió el embajador sobre la derrota demócrata. “Pero perder la elección no quiere decir que ya no va a haber relación”. Salazar no habló mucho de lo que viene con Trump para México. Sobre las amenazas de mano dura del republicano dijo que “mucho de lo que se dice en campaña” no llega a hacerse realidad cuando los políticos asumen el cargo. “Se lo tendrán que preguntar al presidente electo y a su equipo”, respondió a las preguntas de los reporteros sobre migración, la cooperación contra el tráfico de armas y la ola de nombramientos de línea dura de los últimos días.
La llegada de Marco Rubio como secretario de Estado, Tom Homan como “zar de la frontera” y Kristi Noem como secretaria de Seguridad Nacional han puesto cara al pronóstico de políticas de mano dura hacia México y personifican una sensación abrumadora de nerviosismo y pesimismo del otro lado de la frontera. “Será muy importante fijarnos en la formación de su Gabinete y quiénes van a ser los interlocutores con México”, anticipó Pía Taracena, académica de la Universidad Iberoamericana, la semana pasada. “Esta nueva era no será nada fácil para México”, agregó.
Ante una despedida inevitable, Salazar anunció que tendrá viajes próximos al norte y al sureste de México antes de poner punto final a su gestión, y se dio tiempo de convivir con los reporteros en el jardín de la residencia. Aún faltan trámites, anuncios y cuestiones protocolarias que resolver antes de que deje el cargo. Trump no ha anunciado todavía a su embajador, quien también deberá ser ratificado por el Senado. Más allá de nombres, todas las señales apuntan a que se acabaron los tiempos de la “tolerancia estratégica” de Washington hacia sus socios mexicanos. Está previsto que el próximo presidente tome posesión el próximo 20 de enero.