Trump 2.0, mucho más peligroso para México: “La relación con Sheinbaum será escabrosa. Es tiempo de control de daños”

Diplomáticos, académicos y líderes de opinión analizan las implicaciones al sur de la frontera del regreso del republicano a la Casa Blanca. Desde la guerra comercial a las deportaciones masivas

Donald Trump recorre una sección del muro fronterizo entre Estados Unidos y México construido en San Luis, Arizona, en 2020.Carlos Barria (Reuters)

Los resultados electorales han confirmado los temores. Donald Trump será presidente de Estados Unidos por segunda vez. México ―el principal socio comercial, el aliado clave contra la crisis migratoria, el blanco de todas las críticas en seguridad― se prepara para la llegada del magnate republicano a la Casa Blanca por cuatro años más. Trump ha amagado con una nueva guerra comercial, las deportaciones masivas están en la parte más alta de su lista de prioridades y tiene planes para designar a los carteles como grupos terroristas, con implicaciones potencialmente desastrosas y que pueden tensar al máximo los hilos que sostienen la relación bilateral. El magnate republicano vuelve con más poder, menos contrapesos institucionales y ganas de revancha.

Todos los temas clave para ambos países están plagados de incógnitas y bajo la amenaza de cambios drásticos, desde la seguridad hasta la política energética. La presidenta, Claudia Sheinbaum, ha optado, de entrada, por evitar la confrontación y enviar un mensaje de tranquilidad. “No hay ningún motivo de preocupación”, señaló la mandataria tras los comicios. “Va a haber una buena relación”, insistió. Ganó Trump, ¿y ahora qué? EL PAÍS ha pedido a 10 especialistas que desgranen las implicaciones para México a las puertas de un nuevo e incierto ciclo político.

Martha Barcena, exembajadora en EE UU: “Las promesas de campaña de Trump no son solo retórica”

México está obligado a entenderse y trabajar tanto con el Ejecutivo como con el Congreso. Habrá que asumir que varias de las promesas de campaña de Trump no son solo retórica, sino que está dispuesto a cumplirlas. Hay cuatro asuntos de inmediata e imperativa atención.

El primero es su amenaza de cerrar la frontera el primer día de su Gobierno para mandar la señal a sus electores de que cumple y a México de que va a buscar un cambio en las reglas del juego. Aunque fuera solo un día, el impacto sería brutal porque comerciamos tres millones de dólares por minuto. El segundo es la promesa de realizar redadas masivas y deportaciones de indocumentados. Factor central en su campaña y el apoyo que recibió. Su lógica es de seguridad nacional y de racionalidad económica. Para México representa retos enormes de protección de sus nacionales y un impacto en su economía.

El tercer asunto será cómo desactivar la amenaza de imposición de aranceles de hasta un 25%, si no disminuye la migración y el tráfico de fentanilo. El siguiente punto es negociar un nuevo marco de cooperación en seguridad, para recuperar la confianza en este ámbito. Finalmente, habrá que considerar que la revisión del TMEC se dará en este contexto. Trump ha hablado de una renegociación. Y será muy dura y difícil.

Arturo Sarukhán, exembajador en Washington: “El escenario Trump 2.0 es de muy alto riesgo”

Ha existido un mito urbano de que un triunfo de Trump ayudaría a contener a la llamada 4T y que serviría de contrapeso. En paralelo, han persistido aseveraciones como las que sugieren que “perro que ladra no muerde” o que sus cuatro años en el poder “no fueron tan malos”. Es necesario desarbolar estas percepciones erradas. De entrada, el fentanilo, la migración, un creciente proteccionismo anclado en políticas industriales y un proceso de revisión del TMEC en 2026 nublado por la sombra china dominarán la agenda bilateral. Trump ha amenazado con recurrir al uso unilateral de la fuerza para frenar el fentanilo desde territorio mexicano. ¿Que es fanfarroneo electorero? Sin duda. Pero pensar que eso reduce la tentación a recurrir a algún tipo de acción simbólica o ejemplar es, bajita la mano, pecar de ingenuidad.

En materia migratoria, Trump ha amenazado con deportar a 11 millones de indocumentados. Cinco millones son mexicanos. ¿Que si las Cortes, el Congreso, los Estados agroexportadores (mayoritariamente republicanos) o la realidad de los costos de esa decisión lo frenarían? Indiscutiblemente. Pero eso tampoco cancela lo que sí veremos: deportaciones de golpe de efecto de decenas de miles de migrantes al inicio de su gestión, provocando terror y dislocación en la diáspora mexicana y una crisis social, económica y de seguridad pública en los municipios y Estados fronterizos mexicanos, de paso detonando otra confrontación diplomática.

Arelis Alonzo López, una mujer embarazada de Guatemala que busca asilo, en San Diego, California, el 5 de junio de 2024. Gregory Bull (AP)

Su tercera amenaza son los aranceles, en momentos en los que somos el primer exportador a Estados Unidos. Además, su intención de pasar por alto la revisión e ir directo a una renegociación del TMEC abriría de nuevo el espectro de una guerra comercial, como resultado de medidas espejo que México y Canadá se verían obligados a aplicar, y de la incertidumbre y volatilidad en el tipo de cambio y en los mercados internacionales para nuestro país. Trump, además, no enfrentará el corralito de funcionarios e integrantes del Gabinete que lo constriñeron la primera vez en el poder y volverá a contaminar la agenda buscando palanquear temas distintos para elevar la presión a México. Como un hombre profundamente misógino, la relación con una mandataria mexicana será escabrosa, por decir lo menos. El escenario Trump 2.0 es de muy alto riesgo. Y no nos equivoquemos; Trump no acotará ni presionará al Gobierno mexicano más allá de lo que interesa, no lo hizo con López Obrador. Los temas de política interna y resiliencia democrática de nuestro país le importan un bledo y no moverá un dedo para defenderlos.

Leonardo Curzio, académico de la UNAM: “Este Trump viene corregido y aumentado”

La frontera sur se convirtió en la obsesión de su campaña y muy probablemente el énfasis de Trump en el tema sea una de las claves de su retorno. En la relación con México es previsible que se imponga su modelo transaccional. Es decir, que obligue Claudia Sheinbaum a hacer una concesión explícita, de manera que él pueda mostrarla como una cabellera a sus bases.

Si los demócratas se llevaron al Mayo Zambada, él tendrá que mejorar esa apuesta, su ego se lo exige. Tendrá que dar resultados rápidos y eso va a presionar las agendas de migración y seguridad. En materia comercial, al ser él mismo padre del TMEC, no tiene demasiados incentivos para tumbarlo, pero seguramente presionará para que se registren mejor las inversiones chinas en México. Para el Gobierno hay una buena noticia: será un respiro para su tóxica reforma judicial. Trump no es un tipo preocupado por la democracia, transparencia o la división de poderes. En cualquier caso, no vienen tiempos tranquilos porque el Trump 47 viene corregido y aumentado.

Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador en la Casa Blanca en Washington, D.C., EE UU, en julio de 2020. Al Drago (Bloomberg)

Viri Ríos, columnista de EL PAÍS: “No es tiempo de catastrofismo, sino de control de daños”

El Partido Demócrata y la oposición mexicana sufren de enfermedades similares, aun si lo hacen desde puntos opuestos del espectro ideológico. Ambos creyeron que una campaña basada en enfatizar las fallas de carácter del contrincante desde el miedo y la superficialidad sería suficiente para conquistar al elector. Ambos se equivocaron. Las consecuencias de la derrota demócrata serán sentidas por el mundo entero, pero sobre todo por México.

Aun así, no es tiempo de catastrofismo sino de control de daños. México debe negociar sin miedo y con firmeza para mostrarle a Trump que el éxito de aspectos clave de su plataforma dependen de que nosotros nos mantengamos a flote. Para el Partido Republicano, la contención de flujos migratorios al sur de la frontera, la reducción de la inflación mediante manufacturas de menor costo y la sustitución de China como principal socio comercial pasan por tener una relación de mutua convivencia con México. Herir a México es herir la capacidad de Trump de dar resultados.

Lila Abed, directora del Instituto México del Wilson Center: “Trump está dispuesto a tomar medidas unilaterales para proteger sus intereses”

Su regreso a la Casa Blanca tendrá implicaciones a nivel mundial y desde luego, en la relación bilateral. La revisión del TMEC se podría complicar. Trump ha dicho que hará lo necesario para regresar empleos e inversión a Estados Unidos, en particular en el sector manufacturero. La relación comercial se podría complicar aún más tanto por la creciente inversión china en México y por la amenaza de imponer aranceles a todas las importaciones mexicanas. Una acción de esta naturaleza podría generar consecuencias a los consumidores y a las economías de ambos países. Trump ya usó la imposición de aranceles para presionar a México y la amenaza resultó exitosa. No debe sorprender que haga lo mismo durante su segundo mandato, aunque esta vez, para presionar en temas de seguridad.

Durante el sexenio de López Obrador, la cooperación en Seguridad se deterioró. La estrategia de “abrazos no balazos” se enfocó en atender las causas de la violencia, es decir, en la prevención, y los carteles se fortalecieron y se apoderaron de grandes partes del país. Si bien la estrategia de Sheinbaum presenta oportunidades para mejorar la colaboración, Trump ha dejado claro que está dispuesto a tomar medidas unilaterales para proteger sus intereses si México no se alinea. Finalmente, las distintas reformas aprobadas en el último mes de López Obrador, y ahora con Sheinbaum, han impactado las inversiones y los intereses de Estados Unidos. El panorama para la relación bilateral se ve complicado. Ojalá ambos Gobiernos puedan establecer metas y una estrategia en común para fortalecer la agenda bilateral.

Carlos Bravo Regidor, analista político: “Es mucho más peligroso que el primer Trump”

Esta reelección es diferente, de entrada, porque no es López Obrador quien está en el poder. Sheinbaum no ha dado señales de quererse entender con Trump, como sí lo hizo López Obrador. Sus declaraciones en La Mañanera son de una frivolidad increíble. Macron, Xi y Zelenski salieron a felicitarlo inmediatamente, porque saben que a él le importan estas cosas y porque siempre quieres estar del lado en el que no le debes nada, donde puedes entenderte con él y empezar una relación. Dado el lugar que ocupa México en la política estadounidense y el imaginario de Trump, la presidenta no puede meter la cabeza en la arena y hacer como si no pasara nada. Se requiere más audacia y responsabilidad. Qué bueno que corrigió y lo felicitó.

Va a generar presiones adicionales, como una política mucho más de ataque y combate frontal contra el crimen organizado, que exige más personal y recursos del Gobierno mexicano. Nos va a cobrar las decisiones que se han tomado y afectarán su posición en la renegociación del TMEC. En migración, no solo se exigirá que México siga haciendo el trabajo sucio, que sea el muro de Estados Unidos, sino que se convierta en el destino de las personas que decidan deportar. Dudo que el equipo de Sheinbaum esté preparado para enfrentar esta presión. Los agarró en curva. Me parece que están improvisando y que están rebasados. Lo natural sería reconstruir el modus operandi que logró López Obrador con Trump, pero en un contexto distinto y eso es lo más desafiante: este es un Trump mucho más enfocado y poderoso. Y por eso, mucho más peligroso que el primer Trump.

Natalia Saltalamacchia, académica del ITAM: “Nos esperan tiempos muy difíciles”

Amasó votos generando una narrativa xenófoba en donde identificó a la migración como una amenaza a la seguridad personal de los estadounidenses y a su identidad como nación. Identificó el proteccionismo comercial indiscriminado y unilateral como estrategia de recuperación de la base industrial estadounidense. Sus asesores de seguridad identifican además a México como un Estado fallido, controlado por los carteles de la droga, al que Estados Unidos debería “ayudar” a recuperar la soberanía sobre el propio territorio.

En México nos esperan tiempos muy difíciles. El margen de negociación con Trump será siempre estrecho, porque actuará bajo la lógica de la primacía de poder. Aquel que logremos abrir dependerá de dos cosas. Primero, de que Trump perciba en la presidenta Sheinbaum a una líder fuerte, que a nivel interno tiene en sus manos los hilos del poder y una sólida base de apoyo popular. Segundo, de que el Estado mexicano actúe como reloj en cuanto a la cohesión de las diferentes secretarías y agencias de gobierno que intervienen en la relación bilateral. No nos pueden agarrar desordenados y sin estrategias. Si algo puede disminuir la pulsión unilateral e intervencionista del trumpismo es que el Estado mexicano se muestre capaz de cumplir, aunque sea en sus propios términos, con objetivos pactados. Trump buscará ante todo demostrar que obtiene resultados. Debido a su estilo transaccional, debemos identificar pragmáticamente qué podemos poner sobre la mesa para obtener beneficios a costos razonables.

Donald Trump firma una placa del muro fronterizo entre EE UU y México en San Luis, Arizona, en junio de 2020. CARLOS BARRIA (Reuters)

Diego Rivera, especialista de la Universidad de Columbia: “La prospectiva energética es de alta incertidumbre”

En materia energética, el regreso de Trump a la Casa Blanca significará una priorización en la producción de energía fósil y el debilitamiento de regulaciones e instrumentos que promuevan las energías limpias y la reducción de emisiones de efecto invernadero. En la relación con México, la prospectiva es nublada y de alta incertidumbre. Un primer riesgo es el uso del sector energético como una palanca de presión en otras áreas de la relación bilateral, como inmigración o seguridad. Otro riesgo, aún mayor, sería la imposición de restricciones de cualquier tipo para la exportación de gas natural o combustibles, dada la dependencia energética de su vecino del norte. Un tercer frente es una menor o nula colaboración en áreas donde la Administración de Biden había encontrado terreno común con la agenda de Sheinbaum, como la inversión en renovables, redes de transmisión eléctrica, abatimiento de emisiones de metano y cadenas de suministro de electromovilidad. Esto podría implicar severos costos para la seguridad energética y el crecimiento económico de México, así como un camino aún más complejo para la transición energética a energías bajas en carbono y la reducción de emisiones.

Los sectores energéticos de ambos países están profundamente integrados, aunque de manera claramente asimétrica. México depende en gran medida de las importaciones energéticas de gas natural para mantener las luces prendidas y del diésel y gasolinas de ese país para transportar personas y mercancías se movilicen a lo largo de México. Los números no mienten, México genera alrededor del 60% de su electricidad con gas natural, pero más del 70% de la oferta de este combustible proviene de importaciones por gasoducto provenientes principalmente de Texas. Para Estados Unidos esto no es menor, México es el principal destino de sus exportaciones de gas natural (29%) y representa el 6% de su producción total de gas. El Gobierno de Sheinbaum enfrentará enormes desafíos en materia energética ante la próxima Administración de Trump.

Rafael Fernández de Castro, investigador de la Universidad de California en San Diego: “México tiene que activarse y ser paciente”

Trump barrió. Regresa más popular y más poderoso con el Senado y la Suprema Corte de su lado. Habrá cambios importantes en Estados Unidos. Ese es el mandato del electorado. Habrá que esperar a ver, y lo sabremos pronto, cuál será su impacto en la economía, en el tejido social y en el liderazgo global. No soy optimista. Pero es el elector estadounidense el que tendrá que corregir. México tiene que activarse, ser paciente y apelar a los trumpistas que consideran que sus amenazas son posiciones para negociar. Adelantémonos. Ordenemos los flujos migratorios y evitemos que el fentanillo siga causando estragos en la sociedad estadounidense.

Pía Taracena, académica de la Ibero: “Un Congreso de mayoría republicana le puede dar todo el poder”

Llega con más poder para hacer lo que quiera, sobre todo los temas que son importantes para México. Deportar a 13 millones de documentados podría costar cerca de 31.000 millones de dólares, según el Consejo Americano de Inmigración. El asunto es que un Congreso de mayoría republicana le puede dar todo el poder, el dinero y las capacidades legales para llevar a cabo estas deportaciones masivas. Para los migrantes es muy preocupante, porque prometió restablecer el Título 42 para fortalecer el plan conocido como “Quédate en México”. Es un punto que México tiene que considerar. También propuso una locura, como restablecer la ley de extranjería de 1798, usada en tiempos de guerra, para facilitar las expulsiones. El mensaje es muy contundente: no quieren a los extranjeros ni a los inmigrantes ilegales.

Migrantes que solicitaron cita para asilo en EE UU utilizando la aplicación CBP One caminan hacia El Chaparral, en la frontera norte de México, el 4 de noviembre en Tijuana.Jorge Duenes (REUTERS)

En términos de comercio, su estrategia para la revisión del TMEC es muy proteccionista. Pueden venir presiones muy fuertes para la negociación y lograr que la presencia china no pueda prosperar. Lo que me preocupa es el nearshoring. Trump buscará que esas inversiones se queden en algunos Estados de EE UU para dinamizar la economía y dar la percepción de que está haciendo algo. El tema de los aranceles es otra amenaza constante para lograr que México haga lo que él quiera en todos los temas, incluso en el de Seguridad. El tema del fentanilo es el más importante. Trump ha oscilado entre la invasión militar o los drones para presionar a México. Sería realmente un problema y una intervención muy seria, aunque es el escenario menos posible.

México tiene que aplicarse para formar un Gabinete con perfiles que puedan proponer a Trump escenarios de cooperación, aunque él va a tomar medidas unilaterales. Será muy importante fijarnos en la formación de su Gabinete y quiénes van a ser los interlocutores con México. La Administración pasada fue muy personalista, con figuras como su yerno Jared Kushner, pero no queda claro cómo va a ser ahora. Esta nueva era no será nada fácil para el Gobierno y la sociedad de México.

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