El biólogo molecular que dibuja a lápiz la naturaleza
El artista catalán Marcos Isamat expone en Ciudad de México su trabajo producto de la observación minuciosa de los entornos naturales. “Lo que me interesa es mi memoria de lo observado. Mi mano actúa casi de forma automática”
Recuerda el dibujante Marcos Isamat que cuando tenía 18 años su padre le preguntó si ya había decidido qué profesión iba a estudiar. Isamat (Barcelona, 1965) le respondió que se había inscrito en Bellas Artes, porque quería ser artista. La respuesta dejó desconcertado al padre, que le espetó: “Veo que no lo tienes claro”. Entonces le propuso al chico un viaje a Escocia, para que estudiara ciencias. Isamat vio en esa propuesta un pasaje a la libertad, abandonar la casa familiar, dejar a sus padres. “Si se tien...
Recuerda el dibujante Marcos Isamat que cuando tenía 18 años su padre le preguntó si ya había decidido qué profesión iba a estudiar. Isamat (Barcelona, 1965) le respondió que se había inscrito en Bellas Artes, porque quería ser artista. La respuesta dejó desconcertado al padre, que le espetó: “Veo que no lo tienes claro”. Entonces le propuso al chico un viaje a Escocia, para que estudiara ciencias. Isamat vio en esa propuesta un pasaje a la libertad, abandonar la casa familiar, dejar a sus padres. “Si se tiene que estudiar Biología, se estudia Biología”, pensó. Cursó así sus estudios en la Universidad de Edimburgo y se doctoró más tarde en Genética Molecular en la Universidad de Cambridge, pero no apartó de su vida el arte. Se convirtió en un biólogo molecular que dibuja la naturaleza, un artista que plasma a lápiz el movimiento de los mares, el sensual encuentro de unas ramas que parecen bailar, la belleza sencilla de las hojas o la suave silueta de los árboles de una alameda. Su trabajo es producto de la observación minuciosa de los entornos naturales. “Lo que me interesa es mi memoria de lo observado. Mi mano actúa casi de forma automática”, afirma el artista, que expone por primera vez en Ciudad de México.
Isamat inauguró la noche del miércoles la exposición Sencillamente dibujo en la Galería Santa & Cole de la capital mexicana, en la que reúne piezas de cinco de sus colecciones, obras llenas de luces y sombras, que atrapan al espectador que de pronto se ve sumergido en el oleaje de un mar oscuro, en la geometría hermosa que dibujan unos árboles que se reflejan en el agua o en la belleza violenta de unas reses listas para ser marcadas. Todo es dibujado a lápiz, la inseparable herramienta de este creador que no se ve como artista. “Nunca he dicho que sea artista, soy dibujante”, acota. “Me gusta mucho observar. A veces tomo apuntes de cosas que me llaman la atención, tramas que veo en el suelo, por ejemplo, pero mi dibujo es de taller. Lo que me interesa es la memoria de lo visto, de cómo poder dibujar un mar en movimiento sin estar viendo el mar, que sea la imaginación la que va nutriendo esas imágenes”, explica.
Sus series de paisajes, en los que se perfilan árboles en la lejanía o reflejados sobre el agua, son resultado de ese momento de abstracción, cuando en el confinamiento impuesto por la pandemia de covid-19 tuvo que imaginarse cómo eran esos espacios naturales vetados por orden de las autoridades sanitarias, que obligaron al encierro para evitar los contagios. “Como no los veía, me los tenía que inventar”, dice sonriente. La obra de Isamat se ha exhibido en galerías de Madrid, Barcelona, Bolonia, pero también en ferias en Francia, Bélgica y ahora en México de la mano de Santa & Cole, la cadena de galerías que, junto a obras de arte y libros expone creaciones de diseño interior, iluminación y mobiliario y que también cuenta con una sede en Nueva York, además de la principal en Barcelona. En el caso de la exposición de Isamat, la galería ha utilizado lo que llama “neoseries”, reproducciones en muy alta calidad, con idéntico formato a las obras originales, sin devaluar la calidad estética de los trabajos, pero que permite comercializarlos a precios más accesibles para los coleccionistas. “Las neoseries retribuyen al talento creador. Así todos podemos compartir lo que nos gusta”, advierten desde la galería. Isamat se muestra satisfecho con su relación con ese proyecto artístico, que le permite mover su trabajo a ambas orillas del Atlántico.
El dibujante explica que intenta diferenciar el trabajo del artista del que hace el científico, aunque está consciente de que esa relación genera atracción por la eterna necesidad humana de entender los fenómenos naturales. Es autor de los libros ¿Qué le pasa a mi bistec? (Grijalbo-Mondadori) y ¿Por qué mi hijo se parece a su abuela? (Debate), que firma a medias con su esposa, Inés García-Albi. Obras en las que impulsa la divulgación de la ciencia. “Reconozco que a veces mi visión es muy de biólogo molecular, pero considero que son dos temas que están desligados, aunque tampoco puedo evitar pensar cuando veo estos encuentros de ramas, por ejemplo, cuáles son los mecanismos que las mueven”, explica. “Ahí hay una cosa que es el azar, que es quizás lo que más me gusta, pero sí se me pasa por la cabeza pensar en los genomas vegetales, en cuáles son los mecanismos que hace que giren en una dirección. Desde mi punto de vista de biólogo, incluso de biólogo molecular, me interesa cómo juega el azar sobre esos fenómenos naturales”, agrega.
Genetista y dibujante conviven en el día a día de Isamat, que mantiene su trabajo en el ámbito de la investigación científica, porque ha dedicado media vida a la ciencia en prestigiosos laboratorios británicos, franceses, estadounidenses y españoles. El dibujo, explica, le ha ayudado en su carrera científica a visualizar, por ejemplo, las formas en que interaccionan las proteínas. “Lo utilizaba mucho como un recurso de ayuda a pensar”, afirma este creador que dibuja desde los cuatro años. “Ciencia y dibujo son dos cosas que he hecho toda la vida, pero que tienen departamentos separados, aunque las dos las hago con dedicación, de forma seria, lo que no quiere decir que me tomo muy en serio”, bromea. Van tan de la mano que el investigador, que pensaba que la Biología le había abandonado por completo, se ha involucrado en un nuevo proyecto científico relacionado con la medicina. “La ventaja de todo esto es que me puedo levantar en la mañana y dibujar y después, por la tarde, me voy a hablar con quienes llevan estudios clínicos”, dice con humor Isamat, quien aclara que en su mundo “a veces para los biólogos soy un artista y para los artistas soy un biólogo, aunque yo no hago esas diferencias”.
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