El fiasco de High Park Sur: dos muertos, un incendio y una montaña de irregularidades en un edificio de lujo
Alán Marín Monroy perdió a su padre en el fuego que calcinó una planta entera. Informes posteriores han revelado que el complejo no tenía alarmas de incendios ni luces de emergencia
Héctor Manuel Marín, un famoso otorrinolaringólogo, llegó de trabajar alrededor de la medianoche, se recostó en la cama y se quedó dormido de cansancio. Dos horas después comenzó el fuego en un departamento al otro lado del pasillo de la planta 24 del High Park Sur, el complejo de lujo en el que vive desde hace años, ubicado en el número 5550 de la Avenida Periférico Sur. El humo y el monóxido de carbono llegó aquel 23 de abril hasta l...
Héctor Manuel Marín, un famoso otorrinolaringólogo, llegó de trabajar alrededor de la medianoche, se recostó en la cama y se quedó dormido de cansancio. Dos horas después comenzó el fuego en un departamento al otro lado del pasillo de la planta 24 del High Park Sur, el complejo de lujo en el que vive desde hace años, ubicado en el número 5550 de la Avenida Periférico Sur. El humo y el monóxido de carbono llegó aquel 23 de abril hasta la casa Héctor Manuel, que murió intoxicado horas después intentando escapar. Su hijo, Alan Marín Monroy, de 22 años, lleva meses buscando respuestas, y las primeras pistas llegaron hace poco: el informe realizado por Protección Civil apunta que en el edificio no existían elementos de seguridad básicos que podrían haber evitado la tragedia.
Marín, estudiante de medicina, ha tenido que dejar a un lado su carrera para ocuparse de las gestiones de la muerte de su padre y del resto de su familia, su madre y su hermana de 10 años. También ha contratado a un abogado, Rodrigo Muñoz Dromundo, para intentar indagar en las verdaderas razones que están detrás del incendio. Marín cuenta con cierta congoja, sentado en un sofá en la recepción del edificio —techos altos, personal de seguridad, lámparas suntuosas, cuadros, departamentos por cinco millones de pesos—, la historia del incendio. Han pasado cuatro meses desde el accidente, pero justo el día antes de la entrevista, el 12 de julio, habría sido el cumpleaños 51 de su padre, y la tragedia ha abierto cicatrices en su familia que amenazan con permanecer en el tiempo.
La gente va y viene, sube y baja maletas por las interminables escaleras del High Park Sur mientras Marín relata lo que pasó la mañana en la que se enteró de la muerte de su padre. Su padre volvió de trabajar a las 12.30 de la noche, se fue directo a la cama, en la habitación del fondo de la casa, y horas después empieza el incendio. Aun así, Marín no recibe el aviso hasta por la mañana, alrededor de las 8.30. Le llegó un mensaje de su chófer cuando estaba en clase. “Me parece que le ha pasado algo a tu papá”, le dijo. Se asustó mucho. Al principio pensó que se trataba de extorsión, pero entonces le dijeron que no, que había habido un incendio en su edificio. Marín llegó hasta aquí con su madre.
Cuando llegaron al complejo, que tiene piscina, sala de juntas, seguridad las 24 horas, bajaron hasta el garaje. Allí vio la primera pista de que algo le había pasado a su padre. Su coche seguía aparcado y no habían conseguido contactar con él desde la noche anterior. Subieron hasta la planta baja. Allí, el fiscal encargado les dijo que había dos muertos, todavía sin identificar, y le permitieron subir hasta la planta 24, donde había sido el incendio y la misma en la que vivía su padre. Entraron al departamento. Allí estaba, sobre el suelo del pasillo, el celular del señor, una toalla y una mancha de sangre. “Ya supe que había muerto mi padre”, dice Marín sentado en el sofá. Hector Manuel Marín murió intentando huir del humo que acabó con su vida. Unos departamentos más al fondo del pasillo, otro hombre de mediana murió a causa de las llamas.
La Opinión Técnica de Indicadores de Riesgo en materia de protección civil, un informe en posesión de este periódico emitido por las autoridades, revela que al edificio le faltaban elementos de seguridad esenciales. Existen rutas de evacuación, salidas de emergencia y extintores, pero falta cosas como alarma contra incendios, detectores de humo, aspersores, alarma sísmica, tomas siamesas que permiten a los bomberos utilizar las mangueras para apagar el fuego, y equipo de primeros auxilios, entre otros. El informe constata que el edificio no cuenta con Dictamen de Seguridad Estructural. El veredicto: el High Park Sur tiene “Riesgo Alto”.
“Estás comprando algo de lujo, no un departamento de dos pesos”, se enfada Marín desde la recepción del mismo edificio. “Creo que es una negligencia completa que gasten tanto dinero en construir esto y no pongan aspersores y alarmas contra incendios. Es un coste minúsculo comparado con el coste de una vida”, sentencia el joven. ¿La empresa se puso en contacto contigo? “Fue una completa burla”, dice. Simetric, la empresa propietaria de High Park Sur, le mandó un arreglo floral a través de mensajería, y nada más, asegura Marín. “Lo lamento mucho”, decía en la nota que venía firmada por la empresa. La empresa no ha contestado después de los intentos realizados para obtener su versión de los hechos.
“No sé si esperaban que eso me consolara, pero la verdad es que me dejó más molesto”. Sobre todo porque para él la muerte de su padre es una batalla que libra todos los días. Su madre está tomando ansiolíticos y antidepresivos desde aquel día trágico. Su hermana pequeña está lejos de haberlo superado. “Era su rey, le admiraba mucho”, dice Marín. Desde su muerte, la pequeña no come, no quiere salir a jugar, “está completamente deprimida”, cuenta Marín, que está dispuesto a remover cielo y tierra para encontrar respuestas a una muerte que le parece totalmente evitable. La Fiscalía ha informado a este periódico que está investigando las causas del incendio.
El caso recuerda a otros que han afectados edificios de las mismas características en Ciudad de México. En City Towers Black, una mujer embarazada casi muere intoxicada por el monóxido de carbono —un gas inodoro— que llenó su departamento por una falla constructiva. Aquel incidente destapó negligencias como instalaciones de gas deficientes, goteras que van desde el piso 22 hasta el sótano o falsos extractores de aire en el garaje. Poco después, la jueza encargada ordenó el arresto de los tres funcionarios que firmaron la “Autorización de uso y habilidad” del edificio, el último documento necesario que necesita la empresa para permitir la entrada a los nuevos vecinos.
El departamento del padre de Marín está desolado. Y la planta 24 entera. El humo se ha pegado como pintura a las paredes, los marcos de las puertas están negros como el carbón y se despegan con un golpe, y el olor, después de cuatro meses, es penetrante. En la casa de Héctor Manuel, debajo de la capa de ceniza, se perciben los muebles de mármol de la cocina, el enorme salón, las habitaciones. Sobre el pasillo, hay una mancha de sangre y una toalla. Marín se queda pensativo, casi atrapado, en un estado intermitente entre la pena más devastadora y la necesidad de seguir adelante. Como si todavía no creyese la mala suerte que le ha tocado vivir. Con esa misma actitud señala al suelo y dice: “Hay fue donde se desplomó mi padre”.
Suscríbase aquí a la newsletter de EL PAÍS México y reciba todas las claves informativas de la actualidad de este país