¿”Pequeña fuga” o tragedia ecológica? Los cabos sueltos del derrame petrolero en el Golfo de México

El vertido en la sonda de Campeche podría llegar a medir más de 400 kilómetros, según científicos de la UNAM y Greenpeace, mientras que desde el Gobierno aseguran que se trata de una fuga controlada

Imagen satelital de la zona del derrame en Campeche.UNAM

Dos fugas de petróleo en la sonda de Campeche a la altura de los campos petroleros de Ek Balam ―a 80 kilómetros de la costa― han provocado un derrame que podría llegar a medir más de 400 kilómetros cuadrados, de acuerdo a científicos de la UNAM, o lo que es lo mismo, dos veces la extensión d...

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Dos fugas de petróleo en la sonda de Campeche a la altura de los campos petroleros de Ek Balam ―a 80 kilómetros de la costa― han provocado un derrame que podría llegar a medir más de 400 kilómetros cuadrados, de acuerdo a científicos de la UNAM, o lo que es lo mismo, dos veces la extensión de la ciudad de Guadalajara. Aunque los científicos se basan en imágenes satelitales para calcular la dimensión del vertido, desde Petróleos Mexicanos (Pemex) y el Gobierno han descartado que se trate de un riesgo ecológico y han minimizado la gravedad del vertido. “Es una estimación de mala fe, que para que fuese cierto, tendrían que haberse derramado más de millón y medio de barriles de petróleo”, señaló la petrolera en un comunicado difundido en redes sociales. Por su parte, el presidente López Obrador afirmó que se trata de “una pequeña fuga disuelta de aceite”.

El pasado 18 de julio la empresa estatal reconoció la existencia de un derrame después de que grupos ecologistas advirtieran del vertido en el Golfo de México 12 días antes, en torno al 6 de julio. Un día después de aquello, un incendio en la plataforma Nohoch - A, también en la sonda de Campeche, dejó al menos dos muertos, un desaparecido y varios heridos de gravedad por un escape de gas que destruyó buena parte de la estructura. Ambos sucesos tan seguidos han hecho saltar las alarmas respecto a la petrolera estatal y ponen en cuestión la calidad y seguridad de las instalaciones de Pemex. El actual Gobierno ha convertido a la empresa en su proyecto insignia con el afán de lograr la suficiencia energética en el país.

A través de un comunicado, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) dio a conocer que académicos del Instituto de Geografía y del Laboratorio de Observación de la Tierra analizaron la extensión del derrame con imágenes satelitales y el movimiento de las corrientes del Golfo para tratar de descifrar qué puede suceder con la mancha de petróleo. “Hemos consultado los mapas de las corrientes para simular los movimientos, como sucede con el sargazo”, dice la Gabriela Gómez Rodríguez, profesora del Instituto de Geografía de la UNAM. “La mancha de petróleo al día 12 tenía unos 460 kilómetros. Ahora estamos descargando las imágenes del programa europeo Copernicus y todavía se ve algo de mancha en el mismo lugar”, confirma a EL PAÍS la académica y reitera la información publicada en el comunicado. A estas afirmaciones también se suma el geógrafo Guillermo Tamburini, quién también alertó del vertido.

De acuerdo a las estimaciones de la UNAM, el derrame podría llegar hasta las costas de Veracruz, Tamaulipas y Estados Unidos, aunque no se aventuran a realizar ninguna predicción de en cuánto tiempo podría suceder. “Tenemos que hacer más pruebas y análisis”, dice Gómez Rodríguez. Pemex ha insistido en que el escape de hidrocarburos fue mínimo y que se recuperó de manera inmediata. “Los dos puntos de fuga en el ducto fueron pequeñas fisuras de 7 cm de longitud por 1 mm de ancho y un poro de 1.2 cm de diámetro. Dado lo reducido de las grietas, el volumen de hidrocarburos que se fugó fue mínimo”, explicó la empresa a través de un comunicado.

La petrolera ha explicado que se vertieron al mar 58 metros cúbicos de crudo, lo que equivale a 365 barriles de petróleo, y que afectó a un área de 0,06 kilómetros cuadrados, con un espesor de la película de aceite de un milímetro. Así mismo, el incidente fue reportado ante la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) el pasado 6 de julio. Esta institución, encargada de la seguridad y la protección del medio ambiente para este tipo de accidentes, confirmó la información y señaló que se llevaron a cabo acciones de “contención y limpieza”, así como la reparación del ducto averiado.

Por su parte, los grupos ecologistas señalan que el siniestro no se trata de un hecho aislado ya que este tipo de accidentes se repiten con demasiada frecuencia. El problema viene de largo y afecta a la industria del petróleo y el gas en México desde hace décadas. “Existen muchos derrames, fugas y explosiones a lo largo de toda la cadena de valor de los que probablemente no nos estemos enterando. Esta es la manera en la que opera la industria y son cosas que pasan frecuentemente, que se cobra la vida de las personas y que está dañando ecosistemas”, dice Pablo Ramírez, coordinador del programa de Energía y Cambio Climático en Greenpeace México. A eso hay que añadirle la reciente rebaja que realizó Fitch Ratings de la calificación de la paraestatal al pasarla de BB- a B+ con perspectiva negativa lo que supone una calidad pobre o dudosa sobre el cumplimiento de pago de sus compromisos financieros.

Greenpeace señala que el derrame del Golfo pudo haberse originado antes incluso de lo que mencionan las autoridades mexicanas. Un mes antes de que se produjera la explosión de Nohoch - A. “Tenemos pruebas de que la fuga está ahí desde junio. Dijeron que lo habían contenido y que la ASEA había hecho todo para disiparlo, pero el día de la conferencia de prensa, seguían apareciendo imágenes del derrame con mucha claridad”, agrega Ramírez.

Para el ecologista, este tipo de siniestros obedece a varios factores: el recorte de presupuesto en el mantenimiento de las instalaciones, el aumento de los esfuerzos por incrementar la producción y la ausencia de reguladores independientes que funcionen como organismos autónomos con capacidad real de sancionar este tipo de accidentes. “La ASEA ha tenido una actuación bastante mediocre desde su creación con la reforma energética (...) cuando uno ve cómo responde a ese tipo de hechos, te queda claro que no tienen las atribuciones ni la autonomía para sancionar y evitar que se vuelva a repetir un derrame así”, valora el vocero de Greenpeace.

En 2021, por ejemplo, la ASEA clasificó como información reservada lo relativo a una denuncia que la Asociación de Abogados Ambientalistas de México interpuso por derrames de hidrocarburos en Tamaulipas y Veracruz durante 2018. “La opacidad en el sector es una constante no solo de esta Administración, pero sí se ha agudizado con una falta de transparencia en todos los sentidos: en presupuesto, en manifestaciones de impacto ambiental... esa parte es fundamental cuando estamos viendo que este tipo de siniestros aumentan”, agrega Ramírez.

Desde Greenpeace señalan su preocupación por la construcción de un nuevo oleoducto que unirá la refinería de Dos Bocas en Tabasco y Texas a través del Golfo. Una obra que representa un riesgo extra para el ecosistema de los arrecifes, ya de por sí afectado por los derrames y los accidentes que suceden habitualmente en la sonda de Campeche.

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