Jalisco, a 200 años de su fundación: la tierra de los toltecas, Luis Barragán y Guillermo del Toro

La cultura, gastronomía y arquitectura, así como el cine, son parte de la herencia que por décadas ha destacado entre los jaliscienses

La plaza de Armas en Guadalajara (Jalisco).Getty Images

El Estado de Jalisco cumple dos siglos de historia oficial en México, pero sus memorias van más allá en el tiempo. Su fundación, hecha por los toltecas y estructurada como un reino con un señorío, data del 618 después de Cristo. La expansión de su cultura llegó hasta Culhuacán, en el centro del país, y se extendió en algún momento hasta territorios mayas al sureste de la península de Yucatán. Más de 1.400 años se condensan en estas líneas y su legado permanece.

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El Estado de Jalisco cumple dos siglos de historia oficial en México, pero sus memorias van más allá en el tiempo. Su fundación, hecha por los toltecas y estructurada como un reino con un señorío, data del 618 después de Cristo. La expansión de su cultura llegó hasta Culhuacán, en el centro del país, y se extendió en algún momento hasta territorios mayas al sureste de la península de Yucatán. Más de 1.400 años se condensan en estas líneas y su legado permanece.

El origen del nombre de Jalisco, conocido originalmente como Xalixco, proviene de la mezcla de tres palabras en náhuatl: Xal, que significa arena; ix, que es cara o superficie; y co, que designa el lugar y se refiere a la superficie de arena o “en el arenal”, de acuerdo con la información oficial.

Este sitio se enmarcó en las luces y sombras de 1492, con la llegada de Cristóbal Colón, y aún más fuerte hacia 1521 con la llegada y expansión de las colonias españolas. El objetivo: gobernar a los pueblos originarios e imponer otras creencias y pensamientos. Pasados 10 años y aun con el nombre de Xalixco, el efecto de estas decisiones se notaría incluso en cómo se llamaría la entidad que, por orden de la Corona española, sería renombrada como provincia de Nueva Galicia para inicios de 1531, lo que impactó a las más de 20 etnias, como huicholes, otomíes, nahuas y purépechas, que aún viven en la región.

Entre los anales de su historia resalta el nombre de una mujer: Beatriz Hernández, una de las fundadoras de Guadalajara. El 14 de febrero de 1542, durante una asamblea con los pobladores, tanto Cristóbal de Oñate, un político y militar destacado de Castilla, como Antonio de Mendoza, el primer virrey de Nueva España, intentaban convencerlos de asentarse en el valle de Atemajac. La mayoría no estaba de acuerdo, pero el argumento de Hernández cambió esto para siempre. A pesar de la susceptibilidad de quedarse en un lugar con poca agua y baja calidad en el suelo para montar una granja, este tenía una ventaja de altura para no ser acechados por otros pobladores. “Señores, el rey es mi gallo y soy de parecer que nos pasemos a Valle de Atemajac”, fueron sus palabras, las cuales están recuperadas en el monumento que está a un costado del Teatro Degollado en la capital.

Para inicios del siglo XIX, casi 400 años después, las ideas emancipatorias anidaron en las mentes de quienes querían distancia de un gobierno extranjero. Para este momento, la importancia de Nueva Galicia en la historia contemporánea de México fue clave por dos razones: el líder de los insurgentes, Miguel Hidalgo, promulgó el decreto de abolición de la esclavitud en sus tierras a finales de 1810 y fue el primer Estado libre que se constituyó en México el 16 de junio de 1823, con el nombre de Jalisco, tras la abdicación de Agustín de Iturbide y el reclamo de las autoridades de la actual Guadalajara por el Plan de Casa Mata.

Arquitectura, literatura y cine en Jalisco

Centrar la mirada en la arquitectura y literatura de Jalisco es pensar en dos nombres con el siglo XX de fondo: Luis Barragán y Juan Rulfo. El primero, como el único Premio Pritzker mexicano, el máximo honor en el mundo de la arquitectura, galardonado en 1980. El segundo, como uno de los escritores mexicanos ganadores del Premio Príncipe de Asturias de las Letras, condecorado en 1983. Sus obras son parte de las referencias clave en la vida de los mexicanos. En el caso del trabajo arquitectónico de Barragán, la cotidianidad adoptó —pese al art déco y estilo francés que gobierna en la capital— parte de su estética en espacios tan íntimos y espirituales como la casa González Luna, en el centro de Guadalajara, o el Templo del Calvario, espacio que da la bienvenida con una cruz tan similar a la que se puede encontrar en los ventanales de su casa en la Ciudad de México. Por otro lado, el escritor dejó El llano en llamas (1953) y Pedro Páramo (1955); 17 cuentos y una novela que forman parte de la educación sentimental y el imaginario colectivo nacional en historias que se reproducen de manera constante.

Uno de los patios de la Casa Efraín González Luna, del arquitecto mexicano Luis Barragán, en la ciudad de Guadalajara.casaluisbarragan (RR SS)

Voltear a otras disciplinas también es pensar en los Premios Oscar de Guillermo del Toro, un amante de la ciencia ficción y de las historias de terror, que nació en tierras tapatías. Uno que puede reversionar una historia, como lo hizo con Pinocho, y llevarse un premio de la Academia a casa. O que puede contar una ficción, como La forma del agua (2017), centrada en un proyecto secreto de los años sesenta y hacer que la audiencia empatice con un personaje inexistente. A este mundo también se une el director fallecido Felipe Cazals, quien estremeció con Canoa (1976), basada en una historia real de linchamiento en Puebla, y adaptó El apando (1976) a la pantalla grande, la historia que José Revueltas escribió cuando estuvo preso en el Palacio de Lecumberri. No hay que dejar fuera a Gael García, una cara recurrente del llamado nuevo cine mexicano con el recordado personaje de Octavio en Amores Perros (2000) y quien también ha exportado su talento al extranjero para darle voz a personajes de películas animadas como Héctor en Coco (2017).

Los sabores tapatíos

Los platillos jaliscienses, como toda la cocina mexicana, tienen como base al maíz. Entre las proteínas más recurrentes en sus especialidades están el cerdo, introducido con la llegada española; los mariscos, por su cercanía con las playas del Océano Pacífico; y la res, debido a su alta productividad ganadera. A estos se unen las plantas de agave, ya que la ciudad de Tequila está ubicada al noroeste y es una de las grandes productoras de la bebida homónima, mayormente comercializada a nivel mundial.

Parte esencial de cómo se han hecho cada una de las comidas a lo largo de los siglos se narra en la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España (1568) de Bernal Díaz del Castillo. Entre los platos fuertes se encuentran el adobo estilo Jalisco. Hecho a partir de chocolate, orégano, clavo, pimienta, piloncillo, chile pasilla, sal y harina; esta mezcla generalmente se combina con la carne de cerdo hasta que el sabor sea absorbido por la proteína. Otro original es el pozole tapatío, premiado por la guía TasteAtlas en el Top 20 de mejores guisos a nivel mundial. Esta receta, a diferencia de su preparación típica en el resto del país, contempla chile ancho y cerdo. En la carta también están las famosas tortas ahogadas: un birote salado relleno de carne de cerdo con frijoles y bañado en salsa de chile de árbol. A estos tres pilares se une la birria de chivo. Una preparación que dicta el uso de un horno subterráneo, similar al que se ocupa para hacer barbacoa, con piedras calientes para preparar la carne previamente macerada con salsa y especias durante cuatro horas.

Los imperdibles de Jalisco

Por su geografía e historia, esta región tiene múltiples espacios a visitar: desde playa a ruinas ancestrales o ciudades con una amplia oferta de recorridos. Hay visitas que pueden ser parte del itinerario estelar. El sitio arqueológico de Guachimontones en Teuchitlán al sur de Tequila, con sus pirámides circulares, es uno de los espacios geográficos clave para entender el desarrollo de la civilización. Este lugar fue descubierto por el arquélogo y antropólogo Phil Weigand y su esposa Acelia García en los años sesenta, pero no fue sino hasta la última década del siglo pasado que la restauración tuvo efecto y las personas pudieron conocer lo que existía debajo del pasto y la tierra que los abrazó por siglos.

La zona arqueológica de Guachimontones, en el municipio de Teuchitlán.jalisco.esmexico (RR SS)

El Lago de Chapala, ubicado hacia el sureste de Guadalajara, es otro punto natural que se enlista como el más grande de todo México con sus más de 1.116 kilómetros cuadrados en el área de la cuenca y una capacidad de almacenamiento de hasta 7.897 millones de metros cúbicos. En náhuatl significa “lugar de búcaros”, “ollas pequeñas” o donde “los chapulines están en el agua”. En el escudo de armas del municipio, este insecto es el protagonista de su identidad gráfica. En la cultura coca, lengua de otro grupo étnico regional, significa “lugar mojado o empapado”.

Al noreste de Jalisco está Lagos de Moreno, uno de los municipios que pertenece al listado de los Pueblos Mágicos de México y un sitio que la Unesco reconoce como Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el 2010. Lo caracterizan sus espectáculos de charrería, mariachi y edificios barrocos como la parroquia de la Asunción, que fue construida en 1741.

Un atardecer desde la Isla de Mezcala, en el Lago de Chapala.jalisco.esmexico (RR SS)

Una última parada está frente al mar. Puerto Vallarta, ubicado en la costa del Pacífico, es el límite del estado frente a Bahía de Banderas, Nayarit. Su fundación tiene origen a mitad del siglo XIX con familias acomodadas enfocadas en la agricultura, ganadería y el comercio, y debido a que era poco accesible por su geografía, rodeada por la Sierra Madre Occidental, se mantuvo con una población de no más de 1.500 habitantes hasta finales de ese mismo siglo. Como pasó en todo Jalisco, por un largo tiempo tuvo otro nombre y se llamó Las Peñas, pero el cambio llegó para junio de 1918. A diferencia de los designados por las etnias originarias, este fue aprobado por el exgobernador Ignacio Luis Vallarta. Sin embargo, su popularidad como destino turístico no creció sino hasta pasada la década de los sesenta en el siglo XX por dos factores; primero, los turistas nacionales y extranjeros comenzaron a llegar por la tranquilidad que ofrecía su costa; en segundo lugar, las cintas The Night of the Iguana (1964), estelarizada por Richard Burton y Ava Gardner, y Predator (1987), protagonizada por Arnold Schwarzenegger, —que fueron filmadas en esta zona— le dieron cierto prestigio y esto detonó en el aumento de vacacionistas y personas que decidieron habitarlo.

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