Los riesgos del auge del cigarrillo electrónico entre los jóvenes: “se me cerró la garganta y me salieron burbujas de aire en la piel”
Pese estar prohibido desde mayo, 400.000 mexicanos de entre 12 y 19 años ‘vapea’ de forma habitual
Era un día normal y corriente hasta que Nicole Elliot empezó a sentir un dolor muy fuerte en la garganta y dificultades para respirar. A la mañana siguiente la ingresaron en el hospital por una pequeña perforación en el aparato respiratorio. En el lenguaje médico se conoce como “enfisema subcutáneo” y puede causar la muerte. El médico le aseguró que, detrás del susto que casi le cuesta la vida, estaba el vape, el cigarrillo electrónico, el “dispositivo para inhalar nicotina” que esta joven de Ciudad de México, de 24 años, consumía casi todos los días desde que dejó el tabaco. La publica...
Era un día normal y corriente hasta que Nicole Elliot empezó a sentir un dolor muy fuerte en la garganta y dificultades para respirar. A la mañana siguiente la ingresaron en el hospital por una pequeña perforación en el aparato respiratorio. En el lenguaje médico se conoce como “enfisema subcutáneo” y puede causar la muerte. El médico le aseguró que, detrás del susto que casi le cuesta la vida, estaba el vape, el cigarrillo electrónico, el “dispositivo para inhalar nicotina” que esta joven de Ciudad de México, de 24 años, consumía casi todos los días desde que dejó el tabaco. La publicación que hizo en Twitter contando su historia se hizo viral: 140 mil “me gusta” y más de 42 mil retweets, revelando la incertidumbre de una sociedad que todavía no sabe qué pensar de este dispositivo. En México, 392.600 jóvenes (un 1,8% del total) entre 12 y 19 años lo consumen de forma habitual, pese a la prohibición contra los cigarrillos electrónicos que estableció en mayo el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Los defensores del vapeador alegan que es una solución para dejar de fumar, pero el marketing que se hace de este producto va en otra dirección. En los anuncios, los que sostienen el vape no son personas mayores y destrozadas por el tabaco que encuentran un salvavidas en esta alternativa, sino jóvenes atractivos que fuman un aparato discreto y sofisticado con sabor a mora, fresa o eucalipto. Y la estrategia está funcionando. María Bastón, de 22 años, no vapea, pero en su entorno cada vez es más común: “mucha gente muy cercana a mí sí lo hace, desde amigos hasta familia. Siento que en su mayoría empiezan por el tema social, porque está de moda, pero al final se convierte en un vicio horrible”.
Nicole Elliot consumía vape desde hace tres años de forma muy regular. “Un día estaba trabajando y se me empezó a cerrar la garganta, empecé a sentir las anginas inflamadas, la circunferencia del cuello me empezó a crecer, se me empezaron a elevar los hombros y me empezaron a salir burbujas de aire en la piel”, contaba la chica a un canal de televisión. Eso es el “enfisema subcutáneo”, una perforación en los pulmones que hace que la parte superior del cuerpo se llene de aire. No tiene tratamiento. “Estuve dos días esperando a que la fuga se cerrase solita y se cerró, pero en un segundo ese aire te puede obstruir el cerebro o el corazón y causarte la muerte”, escribió en su Twitter. “Son de esas cosas que dices ‘eso no me va a pasar a mí’, y en dos días estaba en el hospital”.
La Oficina de Periodismo de Investigación (The Bureau of Investigative Journalism, en inglés), una organización independiente y sin ánimo de lucro, demostró que las empresas tabacaleras utilizan técnicas de marketing para interesar a una nueva generación de no fumadores. Las tácticas incluyen “presentar los productos con nicotina como algo atractivo, pagar a influencers para promocionar los cigarrillos electrónicos, patrocinar eventos deportivos y musicales, y ofrecer muestras gratuitas a nivel internacional. El pasado octubre, los investigadores de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios encontraron 33 sustancias nocivas dentro de los vapeadores. El laboratorio nacional ha detectado, a través de una metodología propia, elementos dañinos como el dimetil éter, una sustancia altamente inflamable; el alcohol bencílico, usado en jabones, cremas o productos de limpieza; y el propionato de etilo, un componente que causa el mal olor en el sudor.
Inti Barrientos Gutiérrez, investigador del Departamento de Investigación sobre Tabaco del Instituto Nacional de Salud Pública (CIEE-INSP), ofreció una conferencia de prensa en la UNAM y aseguró que estos productos sirven “para reclutar a nuevos consumidores en la adicción a la nicotina, pues son fáciles de conseguir y tienen sabores agradables”. Con el problema añadido que supone la ingesta de nicotina para los jóvenes, personas cuyo cerebro todavía se está desarrollando. “La nicotina afecta el desarrollo de los circuitos cerebrales que controlan la atención y el aprendizaje”, además de que puede hacer que otras drogas, como la cocaína o la metanfetamina, “sean más placenteras para el cerebro en desarrollo del adolescente”, dice la Comisión Nacional contra las Adicciones.
Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con la prohibición tan frontal a la que se está sometiendo al cigarrillo electrónico. Roberto Sussman, investigar del Instituto de Ciencias Nucleares y creador de Pro Vapeo México, una organización que promueve la regulación del cigarrillo electrónico, cree que la población general tiene un miedo injustificado hacia este producto. “Es una tecnología disruptiva, que va a cambiar todo, y hay muchos intereses en contra de que prospere”, asegura. Lamenta que se hayan prohibido los cigarrillos electrónicos, que están indiciados solo para las personas que quieren dejar de fumar, mientras el tabaco sigue siendo legal cuando sus perjuicios para la salud son mucho mayores. “Es falso que haya una epidemia de gente vapeando, sobre todo si se compara con la cantidad de jóvenes que fuman tabaco”, asegura. Si 392.600 personas entre 12 y 19 años utilizan vape ocasionalmente, 996.000 jóvenes fuman tabaco, a diario, más del doble.
“La prohibición se justifica para ‘proteger a la juventud’, pero es precisamente el mercado que propicia la prohibición el que les pone en riesgo”, asegura Sussman. Emiliano Castañeda Ortiz tiene 22 años y es uno de los que ha notado el decreto impulsado por López Obrador. Empezó a fumar tabaco a los 12 años con sus amigos. “Nos íbamos por ahí y era lo único que hacíamos”, cuenta por teléfono este joven de Cuernavaca, la capital del Estado de Morelos. Antes de comenzar con el cigarrillo electrónico, fumaba media cajetilla al día, diez cigarros. “El cigarrillo electrónico me ha ayudado a bajar mi consumo de tabaco”, dice. “Soy consciente de que sigue siendo malo para mi salud, pero ya no tengo la tos de fumador que tenía antes y fumo cuatro cigarros al día”.
Desde que prohibió la venta de estos productos, conseguir suministros se ha complicado. Pero no mucho: “Sigo yendo a la tienda a la que iba antes, solo que ahora siempre está cerrada y hay que contactarles por teléfono antes de ir”.
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