Lágrimas de refresco Barrilito
Un caso de irresponsabilidad corporativa nos enseña todo lo que ya no queremos para México
En 2020, México dio un paso en la dirección correcta: implementó un etiquetado frontal con sellos negros que permiten reconocer de manera sencilla y clara cuando un alimento tiene exceso de calorías, azúcares, grasas y sodio.
Pero a la empresa dedicada a la comercialización de los refrescos Barrilito, Chaparrita y Sangría esto no le gustó. En un acto de irresponsabilidad corporativa quiere hacernos creer que el etiquetado es ilegítimo, inútil, insuficiente e injustificado. Han desplegado equipos de ab...
En 2020, México dio un paso en la dirección correcta: implementó un etiquetado frontal con sellos negros que permiten reconocer de manera sencilla y clara cuando un alimento tiene exceso de calorías, azúcares, grasas y sodio.
Pero a la empresa dedicada a la comercialización de los refrescos Barrilito, Chaparrita y Sangría esto no le gustó. En un acto de irresponsabilidad corporativa quiere hacernos creer que el etiquetado es ilegítimo, inútil, insuficiente e injustificado. Han desplegado equipos de abogados buscando ampararse sin importarle la salud de sus consumidores. Por eso, el tema ya se encuentra en la Suprema Corte de Justicia de la Nación con la ministra Yasmín Esquivel como ponente.
Afortunadamente, Esquivel está proponiendo negarles el amparo y hacer válido el derecho que todos los mexicanos tenemos a la salud y a la información. Sin embargo, se necesitará del voto de cuatro ministros para que el amparo no prospere. Ello requiere que como consumidores presionemos.
Los ministros deben velar por la salud de la sociedad y no por lo que empresas irresponsables les piden hacer con base en argucias legales estratégicamente planteadas. México requiere de un concepto de justicia mucho más amplio del que se ha tenido hasta ahora.
Se debe perder el miedo a incorporar con fuerza la ética en la profesión jurídica. Doblegar la ética en favor de formalismos genera una percepción de corrupción que afecta a todo el sistema de justicia. Los jueces y magistrados de por sí tienen mala fama. El 51% de los mexicanos desconfían en ellos, lo que significa que tienen peor fama que el 74% de las instituciones públicas evaluadas.
Los argumentos de los abogados de Barrilito son bastante débiles. Argumentan que el etiquetado no les debe aplicar porque a la señora que vende agua de sabor en la calle no se le aplica. Esto es ridículo. El equivalente sería decir que, como hay un mercado de venta informal de cocaína, la empresa tiene el derecho a venderla formalmente en centros comerciales, empaquetada.
Hasta ahora los resultados del etiquetado son probadamente positivos. El Instituto Nacional de Salud Pública tiene documentados 44 estudios científicos publicados en revistas internacionales mostrando su eficacia. La OCDE ha determinado que el etiquetado ayudará a que los mexicanos ganemos 6,8 años de vida (ajustados por discapacidad). Además, sabemos que gracias al etiquetado el 56% de los productos de empresas como Nestlé, Coca-Cola, PepsiCo y Kellogg’s y el 82% de los de Bimbo fue reformulado para ser más sano. Hay evidencia científica de que el etiquetado ha hecho que los mexicanos comamos más sano.
Los abogados de Barrilito también argumentan que los consumidores somos unos tontos y que, por culpa de los sellos, ya no podemos distinguir entre un Barrilito, una Coca Cola o un Boing. Que ahora vemos todo como un solo producto genérico. Al respecto, las empresas quejosas deberían considerar despedir a su equipo de diseño y marketing por ineficaces.
El llanto de Barrilito bien podría ser la sonrisa de miles de mexicanos. La falta de información sobre el contenido nutrimental de los alimentos ha contribuido con convertir a México en un país donde el 65% de la población adulta tiene sobrepeso. Esto es grave. Significa que México tiene más sobrepeso que el 89% de los países del mundo.
La diabetes en México es un asesino más grande que cualquier grupo de criminales organizados. De hecho, cada año mueren 142.000 personas de diabetes mellitus en México: cuatro veces más que el número total de homicidios. No solo eso. En diez años, las muertes por diabetes han aumentado en 67%, casi el doble de rápido que los homicidios (37%, INEGI 2012-2021).
Finalmente, otro argumento hecho por las refresqueras es que se les pasó la manita de producción y ahora tienen bodegas llenas de producto sin etiquetado. Nuevamente, una razón más para despedir a su equipo, pero de planeación y logística, por no planear bien sus cantidades de producción durante el generoso periodo de gracia que se les dio para adaptarse al etiquetado.
Barrilito dice que tiene derecho a que se mantenga el etiquetado que ella quiere. Parece ridículo escribirlo, pero de ese nivel son los argumentos hechos por los abogados de Barrilito en México.
En este tema, el bien común no está del lado de las refresqueras. Existe evidencia científica de que los etiquetados frontales de advertencia, como el mexicano, funcionan. En Chile, después de su implementación se observó que las personas redujeron en 8.3 litros su consumo anual de refresco. En un metaanálisis de 23 estudios se mostró que los etiquetados reducen el consumo de bebidas azucaradas. Además, el etiquetado frontal es más fácil de comprender, contribuye a elecciones más saludables, promueve la reformulación de productos para hacerlos más sanos y no reduce el empleo. De ahí que la OPS diga que “en todos los estudios (…) las advertencias nutricionales en el etiquetado frontal cumplen mejor que otros sistemas con la finalidad propuesta” y que la UNICEF reconozca al etiquetado frontal de México como “de los mejores del mundo”
Esperemos que las lágrimas de Barrilito no hagan estragos en la corte y las decisiones se tomen pensando en el bien común de todos los mexicanos. Una mala regulación puede tener costos millonarios para el Estado Mexicano y para la calidad de vida de millones de nosotros.
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