Paquita la del Barrio: “Cuando hay amor se sufre y si no hay amor también”
La cantante mexicana habla con EL PAÍS sobre su vida y su reciente premio Billboard a su trayectoria artística
Cuando Paquita la del Barrio canta, comparece ante el público y se abre en canal. No se esconde, reconoce que ha sido engañada, que ha sufrido y que ha engañado también. De su voz de contralto emana una combinación de sentimiento, picardía y dolor que vuelven el arte del insulto una catarsis en cada uno de sus conciertos. La gente la adora. Su cariño es tanto que para hablar de ella no hacen falta apellidos. Es solo Paquita. Un monumento nacional irrepetible. Su imagen rotunda cargada de gasa, lentejuelas, humo y maquillaje encaja a la perfección con la contundencia de sus canciones.
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Cuando Paquita la del Barrio canta, comparece ante el público y se abre en canal. No se esconde, reconoce que ha sido engañada, que ha sufrido y que ha engañado también. De su voz de contralto emana una combinación de sentimiento, picardía y dolor que vuelven el arte del insulto una catarsis en cada uno de sus conciertos. La gente la adora. Su cariño es tanto que para hablar de ella no hacen falta apellidos. Es solo Paquita. Un monumento nacional irrepetible. Su imagen rotunda cargada de gasa, lentejuelas, humo y maquillaje encaja a la perfección con la contundencia de sus canciones.
Nacida en Alto Lucero (Veracruz) hace 74 años, Francisca Viveros Barradas, como se llama realmente, acaba de recibir en Miami el premio Billboard de la Música Latina a toda su trayectoria artística. 50 años cantando y más de 30 subida a los escenarios dan para mucho y Paquita la del Barrio se siente en plena forma para seguir lanzando puñales en forma de canciones. Durante la ceremonia se hizo viral el momento en que el rapero Bad Bunny subió junto a ella para alcanzarle el micrófono. “Eres un inútil”, le disparó la cantante como agradecimiento. Sorprendido, Bad Bunny mueve la cabeza y le sonríe, Paquita le devuelve la sonrisa. “Pues es que me ponen un micrófono de dos metros y yo estoy bien chaparrita… y llegó el señor y solo se me ocurrió decirle eso”, cuenta la cantante al otro lado del teléfono. Admite que no conoce a la mayoría de estrellas que aquella noche se acercaron a saludarla: Daddy Yankee, Carol G y hasta el propio Bad Bunny. “Yo no conozco a ninguno de ellos porque estoy en otro mundo metida”. ¿Y cuál es su mundo? “Mi mundo es el del pueblo de México y la gente humilde”, dice.
Una vez que se baja del escenario, Paquita la del Barrio es una mujer más tímida de lo imaginado y sensible, muy sensible, aunque nunca le ha temblado la voz para mandar “a chingar a su madre” a quien le hace una pregunta que no quiere responder. Demuestra cuando habla que aquel sentimiento que la empujó a cantar su accidentada vida no es pose, no solo, también tiene un punto de autenticidad que la mantiene en los escenarios de México, Estados Unidos, España y toda Latinoamérica. “Cuando anuncian tu nombre y la gente empieza a gritar... se me paran los pelos de los brazos de oír tanta emoción”, asegura. “Los momentos en que la gente me entrega su cariño, es lo que más valoro como artista. Agradezco a Dios las oportunidades que me da”, explica después de su más reciente reconocimiento.
En su discografía se acumulan 33 discos grabados con acompañamiento de banda, trío, sonora, grupo norteño y mariachi, de los que ha vendido más de 20 millones de copias. Paquita se mueve entre la ranchera y el bolero, pero, ¿cómo define ella su música? “Son las gentes las que ponen el género. A mí me dicen que soy la mujer que les dice cosas a los hombres que nadie se atreve a decirles”, responde con gracia. “He notado que desde que canto mis canciones la mujer habla más, se defiende más”, asegura.
Con sus hijos llegó a Ciudad de México huyendo de los malos tratos de un marido que le doblaba la edad. Cuando llegó se instaló entre la colonia Tepito y la Guerrero, dos de los barrios más bravos de la capital. Allí aprendió a defenderse y a levantar la voz contra aquel que quería pasarse de listo. En mitad de un efervescente crecimiento del feminismo en las calles del país, donde 10 mujeres son asesinadas al día, la cantante se denomina “defensora de las mujeres”, pero las protestas de los últimos años se le escapan, no las entiende. “Yo no me aparto de que la mujer se defienda, pero eso deben hacerlo en casa, no en la calle”, replica muy seria. “Si usted está casada y tiene problemas con el marido... ¡A chingar a su madre, por otro lado! ¿Voy a estar sufriéndole a un cabrón por un rato de cama? No, ni madre. Pero eso de rayar paredes y romper madre y media en la calle, nos pone a las mujeres por los suelos”, agrega.
Asegura que ella canta a su dolor y a sus experiencias “como habemos tantas dolidas mi música llega mucho a las mujeres”. Después de su primera relación, su segundo marido le fue infiel. Ella lo resume así: “Cuando hay amor se sufre y si no hay amor, también se sufre”. El hombre con el que estuvo casada 25 años, tenía otra mujer desde hacía 15 y una hija de 12 años fuera del matrimonio. “Mejor sola que mal acompañada, ¿para qué quieres estorbos?”, dice. La casa chica, como le dicen en México, le salió cara al señor Alfonso Martínez o como Paquita le llama: “el inútil”. Su frase “¿me estás oyendo inútil?”, convertida ahora en su marca personal, se la espetó al marido un día en el restaurante que regentaban — Casa Paquita— cuando Martínez entró por la puerta después de varios días de parranda. “Me dio mi lugar, nomás le fallaba que no llegaba en las noches a dormir y eso me reventaba”, responde con franqueza.
Después de aquello llegó el éxito que catapultó la carrera de la cantante en 2004, su famoso tema “Rata de dos patas” (incluida en el álbum Taco placero). Nunca unos cuernos salieron más rentables ni una venganza resultó más dulce. La canción con dedicatoria a todos aquellos que le hicieron daño fue compuesta por el maestro Manuel Eduardo Toscano. Años después se ha sabido que el compositor escribió aquel tema pensando en el expresidente Carlos Salinas de Gortari, según contó al programa de Milenio, ‘El arte de la canción’. Ese fue el primero de muchos éxitos que cada día se cantan en las cantinas y palenques de todo México. Humo, tequila, desamor y Paquita la del Barrio. “Tres Veces Te Engañé”, “Las Mujeres Mandan”, “La Última Parada” y “Me Saludas A La Tuya”, son algunas de sus canciones más famosas. Entre sus colaboraciones con otros artistas destacan la gira de cinco años que hizo junto a Vicente Fernández y las presentaciones con Juan Gabriel, Jenni Rivera, Joan Sebastián, Ramón Ayala, K-Paz de la Sierra, Lupita D´Alessio, la Arrolladora Banda Limón y El Chapo de Sinaloa, entre otros.
La cantante ha participado en algunas telenovelas e incluso Imagen Televisión hizo una serie sobre su vida que siguió cada día un millón de espectadores. “Hicieron la serie pero no ha sido lo que yo he querido. Mi vida fue otra diferente. Si te soy sincera, mija, ni la he visto. No quiero perder el tiempo”, responde. Paquita dice que su vida ha sido difícil, llena de lágrimas pero, “con la satisfacción de dar a mis hijos un pan que comer”.
A esos tres hijos se suman sus ocho nietos “Amo a mi gente, es mi sangre, aunque en realidad estoy sola”. Ha pasado casi dos años sin subirse a un escenario por la pandemia. Durante el confinamiento estuvo encerrada en su casa de Xalapa y ahora ha vuelto a salir, aunque reniega de la vacuna. “No quiero que me maten más pronto de lo que me voy a morir”, dice y después calla. Cuando no le interesa seguir hablando responde cortante y el silencio parece una cuchillada.
En las elecciones del pasado junio, la cantante se presentó a una diputación por Movimiento Ciudadano al municipio de Misantla, en Veracruz. No ganó, pero su candidatura causó mucho revuelo por sumar a alguien como ella a las filas del partido. “Yo le pedía a Dios que no ganara porque no sé nada de política”, dice con sinceridad. “A mí no me hacía ilusión ser política, pero un paisano me invitó y mi hijo me convenció. Su esposa iba a ser mi suplente, así que pensé cuando gane, me saco de ahí y a volar” y prosigue, “en realidad mi ilusión era cantarle a la gente pobre que nunca me había visto en persona y lo logré, mija, lo logré”, explica contenta.
¿Y no cree usted que el partido político se aprovechó de usted para subir en las encuestas? “Yo creo que sí. Cuando anunciaron mi candidatura subimos de tres puntos a siete puntos”, recalca y se alegra de no haber entrado en política. Dice que cuando muera le gustaría ser recordada con mucho amor. Como una mujer “luchona” y trabajadora. Pese a una vida tumultuosa, llena de dificultades y lágrimas ha sido el amor lo que la ha mantenido a flote. Y así la quiere su público: auténtica, malhablada, cargada de verdad. Cada vez que sube al escenario, Paquita la del Barrio se confiesa y como decía Joaquín Sabina, se da la absolución. “A mí me vale madre todo”, responde. Amén.
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