López Obrador se anota un triunfo político y diplomático con el regreso del general Cienfuegos
El presidente de México califica la detención del exsecretario de Defensa como una afrenta al Ejército y a la soberanía
La mayor victoria diplomática que ha conseguido el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador llegó de forma inesperada. El general Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa de Enrique Peña Nieto, regresará a México en libertad después de que Estados Unidos ha retirado los cargos por narcotráfico que se le imputaban. El canciller, Marcelo Ebrard, ha sido el encargado de ...
La mayor victoria diplomática que ha conseguido el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador llegó de forma inesperada. El general Salvador Cienfuegos, secretario de Defensa de Enrique Peña Nieto, regresará a México en libertad después de que Estados Unidos ha retirado los cargos por narcotráfico que se le imputaban. El canciller, Marcelo Ebrard, ha sido el encargado de sacar el pecho a las preguntas de la prensa sobre las negociaciones que antecedieron y mandar un mensaje contundente: si se seguía el juicio contra Cienfuegos, se acabaría la cooperación en materia de seguridad con Washington. “El que se siga pensando que los procesos legales y las autoridades del extranjero son más confiables y mejores que las de México ya no corresponde a la nueva realidad”, ha dicho el presidente, que ha tenido apenas un par de intervenciones en su rueda de prensa de este miércoles. En el centro del discurso están dos temas clave en la ideología de López Obrador: la soberanía y el prestigio de las Fuerzas Armadas, el principal compañero de viaje de su Gobierno.
“No vamos a permitir en ningún caso que se fabriquen delitos, tiene que haber sustento y pruebas. Nadie puede ser víctima de una injusticia”, ha insistido el mandatario. “Aquí, además, estaba de por medio el prestigio de una institución fundamental para el Estado mexicano: la Secretaría de la Defensa. No es poca cosa”, ha afirmado López Obrador, confiado en que había logrado un giro determinante en la narrativa del caso. El presidente logró convertir un frente abierto para su Gobierno, cuyo desenlace iba a decidirse a 3.000 kilómetros de la frontera y de los intereses políticos en juego, en un espaldarazo público a las Fuerzas Armadas, ante la estupefacción de muchos mexicanos. “No podemos permitir que se socave sin elementos a las instituciones fundamentales”. El presidente lo ha enmarcado también como un reconocimiento internacional a sus políticas, criticadas dentro del país por los tijeretazos presupuestales, la concentración del reparto de los recursos en el Ejecutivo y la desaparición abrupta de instancias señaladas por corrupción.
Las declaraciones de López Obrador arrojan más dudas sobre el proceso legal en México y la posibilidad de que Cienfuegos salga impune de las acusaciones de corrupción y narcotráfico. Lo que era una causa judicial ahora ha entrado de lleno al terreno político. El gran ausente desde que se dio a conocer el anuncio la tarde de este martes ha sido Alejandro Gertz Manero, el fiscal general, pese a aparecer en el membrete del comunicado conjunto entre ambos países. Tras un hito sin precedentes en la relación bilateral, los reflectores han sido acaparados por el canciller Ebrard y López Obrador. “Esto va más allá de lo legal, aunque no quiere decir que esté fuera de lo legal”, ha sentenciado el responsable de Exteriores.
La concesión de Washington llega poco más de un mes después de la detención de Cienfuegos, sin previo aviso a las autoridades mexicanas, en Los Ángeles el pasado 15 de octubre. Menos de una semana después, el embajador estadounidense, Christopher Landau, fue llamado a la Cancillería para escuchar “la sorpresa y el descontento” ante la aprehensión. Ebrard insistió el 26 de octubre con una llamada a William Barr, el fiscal general de EE UU. Dos días después se envió una nota diplomática. Para finales de mes, Washington compartió 743 páginas de evidencias contra Cienfuegos, que fueron turnadas a Gertz Manero el 2 de noviembre, un día antes de las elecciones de EE UU. Fue hasta el 11 de noviembre que la Fiscalía General de la República recibió formalmente las pruebas en una valija diplomática.
La sucesión de hechos, justo dos semanas después de las votaciones presidenciales y a dos meses de que termine el mandato de Donald Trump, ha dado pie a que se cuestione si la liberación de Cienfuegos es una gratificación por el silencio de México sobre la victoria virtual de Joe Biden en las urnas. “El elemento decisivo no es lo que les dimos, sino la confianza mutua”, ha atajado Ebrard. “No puedes tener una cooperación cercana con México y hacer esto, tienes que escoger”, ha dicho el titular de Exteriores en declaraciones que hubieran parecido impensables en una relación bilateral que ha estado marcada por sus asimetrías. La incógnita en el plano diplomático son las repercusiones que tengan estos hechos ante una eventual llegada de Biden al poder y los costos políticos que pague México hacia el exterior. Ebrard también ha dejado en el aire si fue una decisión de Barr o si pasó por el visto bueno de Trump, hoy sumido en una batalla en los tribunales por aferrarse a la presidencia.
La Justicia estadounidense ha ratificado esta mañana las gestiones entre los Ejecutivos de ambos países. El cálculo es que Cienfuegos regrese a México esta misma semana como un hombre libre, sin cargos en Nueva York y con una investigación en curso por parte de la Fiscalía mexicana. El desenlace del general está aún en el aire, la prueba de fuego sobre cómo la Justicia mexicana manejará el caso, también. Para la Administración de López Obrador, sin embargo, hoy hay solo una cosa clara: una victoria diplomática sorpresiva e inédita que vino tras dos años de una relación turbulenta con el Gobierno estadounidense más antimexicano e impredecible de la historia reciente y que deja intacta su estrecha relación con las Fuerzas Armadas.