El PP, al albur de una alta participación

Los populares sitúan en el 65% de movilización el umbral para conseguir una mayoría amplia

El presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno (cuarto por la izquierda) y el candidato del PP a la Presidencia de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco (quinto por la izquierda), en la plaza Mayor de Salamancay, este viernes.Manuel Ángel Laya (Europa Press)

El 13 de febrero, el equipo de campaña del PP alzará la vista al cielo. Si caen copos de nieve, mal asunto. Ir a las urnas por San Valentín en las frías tierras de Castilla y León no era la mejor idea, cuentan quienes saben de campañas electorales. Hay zonas, como la montaña leonesa, donde las comunicaciones son complicadas y una mala meteorología puede influir mucho en la participación. Y el PP necesita que sea alta. La cifra clav...

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El 13 de febrero, el equipo de campaña del PP alzará la vista al cielo. Si caen copos de nieve, mal asunto. Ir a las urnas por San Valentín en las frías tierras de Castilla y León no era la mejor idea, cuentan quienes saben de campañas electorales. Hay zonas, como la montaña leonesa, donde las comunicaciones son complicadas y una mala meteorología puede influir mucho en la participación. Y el PP necesita que sea alta. La cifra clave es el 65%: por encima de ese valor, los populares calculan que pueden conseguir una mayoría suficiente que les libre de las ataduras de Vox. Por debajo del 60%, sin embargo, la incertidumbre es total. Ante ese temor, Génova ha tocado a rebato y el PP echa el resto con un desembarco sin precedentes de sus principales figuras para dar carácter nacional a la campaña y tirar de la movilización. El primero en aparecer en escena fue el presidente andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla. Su presencia este viernes con Alfonso Fernández Mañueco en Salamanca estaba cargada de simbolismo: en el plan de Génova para que Pablo Casado llegue a La Moncloa, Castilla y León es solo la primera parada. La siguiente pasa por un adelanto electoral en Andalucía, que se espera para cuando termine el frío y se abra paso la primavera.

En Castilla y León, primera etapa, al PP no le basta con ganar. La irrupción de la extrema derecha con sus dirigentes ataviados con pieles y boinas, un poco al estilo de la serie Peaky Blinders, representando una especie de nuevo nacionalismo rural, amenaza la jugada de Alfonso Fernández Mañueco. El candidato popular ha querido emular el movimiento de Isabel Díaz Ayuso en Madrid —un adelanto electoral que le libre de amarras y le permita gobernar en solitario—, pero un gran resultado solo será posible con una amplia movilización, calculan en el PP. Algunos veteranos del partido en la comunidad alertan de que en la precampaña no han visto ese ánimo. “Vox está muy fuerte, y en Castilla y León no se está produciendo una ola como la de Madrid”, advierte uno de ellos.

Los populares creen que pueden librarse de gobernar con Vox si suman más escaños que todos los demás partidos juntos salvo la extrema derecha. En ese caso, el partido de Santiago Abascal dejaría de estar en condiciones de reclamar la entrada en el Gobierno, confían en el PP, o de pedirles medidas inasumibles. Los ultras, por su parte, ya han empezado a poner condiciones. El candidato de Vox, Juan García-Gallardo, advirtió este sábado de que solo se entenderán si el PP renuncia a la Agenda 2030 de desarrollo sostenible y asume la “agenda España” de Vox. Mañueco, al que García-Gallardo describe como “un progre”, evitó desvelar qué hará si Vox tiene la llave de su reelección, algo que a sus rivales no pasó desapercibido. Su exvicepresidente y candidato de Ciudadanos, Francisco Igea, llamó la atención ayer sobre el “sospechoso y peligroso silencio” del candidato popular sobre la extrema derecha.

La clave estará en la participación. Si es baja, los ultras podrían dar la sorpresa, temen en el cuartel general de la campaña del PP. “Los más movilizados son los partidos más radicales, o los que son nuevos o están vinculados a cuestiones concretas. Por lo tanto, en caso de una baja participación, los más beneficiados serían Vox, Podemos y los partidos localistas”, apuntan fuentes de la campaña popular. “Por debajo del 65%, los grandes partidos son los que sufren. A los de Soria ¡Ya! les van a votar los mismos. Y a Vox, igual”.

El CIS prevé que acudirán a las urnas el 63,7% de los castellanoleoneses, pero los expertos saben que ese es el dato más difícil de anticipar. El terreno es mucho más incierto esta vez porque nunca se han celebrado elecciones en Castilla y León sin el impulso de que se celebren a la vez otras elecciones autonómicas y municipales. De ahí que sirva menos como precedente el resultado de la serie histórica. La media en las autonómicas desde 1983 ha sido del 69% —en las últimas, de 2019, llegó hasta el 70,71%—, aunque siempre iban acompañadas de otras. Por tomar un ejemplo del otro lado: en las europeas de 2014, que se celebraron solas, se desplomó hasta el 48,51%. Esta vez, además, los vecinos de las pedanías más pequeñas tendrán que hacer el esfuerzo extra de desplazarse hasta su Ayuntamiento más cercano, porque faltarán hasta 300 mesas electorales en sus poblaciones que sí se instalaron en las últimas autonómicas porque coincidieron con las municipales. La climatología vuelve a ser clave para el voto de esas pequeñas poblaciones.

¿De qué puede depender que las urnas se llenen el 13 de febrero? Es difícil saberlo. “La sociedad es reactiva y, por tanto, el aumento o descenso de participación suele estar motivada por un clima de opinión prevaleciente debido a algún motivo concreto: enfado con la crisis económica, con la corrupción, con un tema de especial relevancia en ese momento, por un cúmulo de cosas…”, reflexiona José Pablo Ferrándiz, analista de Ipsos. “Normalmente, aunque no siempre, cuando hay una pulsión de cambio, la participación tiende a situarse por encima de la media. Cuando las elecciones son de continuidad, la participación, en general, no sufre tantas alteraciones”. El PP lleva gobernando en Castilla y León más de tres décadas ininterrumpidas. Los socialistas tratan de agitar una pulsión de cambio, pero salvo el CIS ninguna encuesta ha situado hasta ahora como probable un vuelco electoral.

Consciente de ese escenario, Mañueco lanza el mensaje a los suyos de que no se fíen de los sondeos. “Necesitamos un esfuerzo especial, una movilización sin precedentes. Que nadie se confíe con las encuestas. Las hay buenas y malas, las cosas van bien, pero os digo que la mejor manera de perder unas elecciones es pensar que están ganadas de antemano. ¡La única encuesta que vale es la del 13 de febrero, cuando se abran las urnas!”, clamó en el arranque de campaña.

Todo el PP está pendiente de Castilla y León, donde tiene que definirse la relación entre los populares y Vox para el nuevo ciclo electoral. El presidente de Andalucía es uno de los más interesados en conocer cómo se resuelve esa ecuación y necesita que el 13 de febrero le vaya bien al PP. Moreno Bonilla medita su propio adelanto electoral y tendrá en cuenta el resultado de Mañueco y de Vox para tomar la decisión. No convocará hasta no conocer el resultado de las urnas en Castilla y León, anticipan fuentes de su entorno.

En Salamanca, en el primer acto de campaña del PP junto a Mañueco, el andaluz apuntó al vínculo entre una y otra cita electoral. “Estas elecciones no son cualquier cosa tampoco para mí, que voy después. Esto es como cuando uno va a una prueba y va nerviosito perdido, y dice eso de: ‘Pasa tú delante, que a mí me da la risa…”, aseguró el barón andaluz. “Ya que Mañueco va primero, lo importante es que vaya bien. A ver si me voy a encontrar yo con un susto el 13 de febrero... ¡Por compañerismo, ayudadme a mí!”, clamó Moreno Bonilla. El PP no va a escatimar esfuerzos para evitar el escenario que temen en Andalucía y en la calle Génova: que los ultras trastoquen sus planes.

Con información de Paula Chouza.

El anfitrión en el primer mitin, imputado

El PP no cree que le vayan a pasar factura ninguno de los casos de presunta corrupción que se investigan en los tribunales, como prueba que el anfitrión de su primer acto de campaña ayer en Salamanca fuera un imputado en una de esas causas. Javier Iglesias, presidente del PP de Salamanca e investigado por supuesta financiación ilegal en las primarias de 2017, en las que Alfonso Fernández Mañueco fue elegido como candidato, intervino ayer en primer lugar en el mitin del PP que protagonizaron el candidato popular y el presidente de Andalucía. Iglesias, a quien Juan Manuel Moreno Bonilla dedicó elogios públicos, reclamó la dimisión del ministro de Consumo, Alberto Garzón, y consideró “intolerable que siga en su puesto un minuto más” por sus declaraciones sobre las macrogranjas.

El candidato de Unidas Podemos a la presidencia de la Junta de Castilla y León, Pablo Fernández, puso el foco en los problemas de corrupción del PP. Criticó que las elecciones se hayan convocado para “eludir el acoso judicial al que el PP está sometido en la comunidad”. “A partir del mes de marzo van a ir desfilando por los juzgados altos cargos y ex altos cargos del PP involucrados en muchas tramas de corrupción. Es una vergüenza. Esta comunidad no merece a una persona que ha tolerado la corrupción sistemática del PP en España y en esta comunidad”, dijo sobre Fernández Mañueco.


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