La noche bárbara de ‘S Moda’

Nadie se iba. Había mucho y bueno dentro. Lo dijo la directora, Empar Prieto, recién aterrizada de la Semana de la Moda de Nueva York y resplandeciendo con un vestido dorado de Escada que le había preparado como sorpresa su equipo. Después de casi cinco años acudiendo a su cita los sábados sin más alharacas que su profesionalidad y compromiso, la redacción de S Moda tenía ganas de fiesta. Y celebró a lo grande el lanzamiento de su número extra de primavera con una cita en la Academia de ...

Nadie se iba. Había mucho y bueno dentro. Lo dijo la directora, Empar Prieto, recién aterrizada de la Semana de la Moda de Nueva York y resplandeciendo con un vestido dorado de Escada que le había preparado como sorpresa su equipo. Después de casi cinco años acudiendo a su cita los sábados sin más alharacas que su profesionalidad y compromiso, la redacción de S Moda tenía ganas de fiesta. Y celebró a lo grande el lanzamiento de su número extra de primavera con una cita en la Academia de Bellas Artes de Madrid a la que acudió una pequeña multitud de criaturas de todo pelaje que, como dijo la madrina de la cita, la actriz Bárbara Lennie, llameando viva con un centelleante traje de lentejuelas de Dior, aunaban talento y estilo, belleza e inteligencia. Dos atributos que, felizmente, no siempre se dan por separado.

A pesar del frío, o quizá por el propio hielo, el ambiente se caldeó desde el principio. Las llamaradas de las estufas exteriores y la oferta a discreción de dulcísimos cócteles de Licor 43 con soda y lima hicieron su parte. El desfile de elfos y ninfas comenzó con el reglamentario posado en el photocall y el reparto de besos entre ellos y ellas —más entusiastas ellos que ellas— como si se viniera de la guerra. Además de la consabida legión de modelos, actores y atrices de series de moda y beldades más o menos anónimas de cualquier evento del gremio, por allí andaban verdaderos aristócratas del oficio. De cualquier oficio. Empezando por el de aristócrata propiamente dicho. Fernando Martínez de Irujo se acodaba de hecho a ratos en una mesa alta a despachar por móvil sus ducales asuntos mientras la presentadora de televisión Usun Yoon se calentaba disimuladamente las piernas sin medias que imponen los más sádicos de los diseñadores al amor de un brasero posmoderno.

Por allí andaba, dos metros de suelas a cráneo y diez centímetros de tupé cano por encima de la masa, Loquillo, columnista de tendencias de S Moda y la presencia masculina más imponente de la noche. “La moda no son las pasarelas. La moda eres tú”, sostenía, como filosofía de vida, un chico como él en un sitio como ese. Cerca, pasaban Joaquín Reyes y Carlos Areces, los exóticos DJ.s del evento, cuyas caras de circunstancias eran un espectáculo en sí mismas. Reyes, por cierto, tomando notas mentales de las voces y los trinos de los pájaros circundantes para luego incorporarlas a su repertorio de aves raras. En un velador, destacaba el melenón de Ruth Gabriel, la rotunda actriz adolescente que deslumbró al país en Días contados, dueña ahora de una espléndida madurez angulosa. De corrillo en corillo, el disfrutón de Maxim Huerta, recién llegado de París, donde se había recluido a escribir su último libro, comentaba los épicos episodios de su adolescencia en la discoteca de su pueblo valenciano que le evocaba el Licor 43 de marras. Y, al final, Soleá Morente, la artista invitada de la noche, compensó con creces con la dulzura de su voz y el magnetismo de su música la insolencia intimidante de su belleza gitana.

Presidiéndolo todo, flotaba el enigmático rostro de la modelo Ava Smith, en una portada gigante del número de primavera de la revista S Moda, a la venta el próximo sábado 20 de febrero. El tercero del mes, fecha de tirada de la revista de moda de EL PAÍS, la publicación mensual femenina de mayor difusión del mercado. “Pertenecer a la tribu. Los códigos de iniciación para la nueva temporada”, reza el titular de apertura. Uno de los reportajes del interior, “Tres generaciones de mujeres (y un periódico)”, reúne a una representación de la plantilla femenina del diario para celebrar el 40º aniversario de EL PAÍS. Conseguir convocar, reunir, vestir, maquillar peinar y fotografiar juntas a 35 periodistas de todas las edades, especialidades y sensibilidades respecto a la moda y sus circunstancias, es, probablemente, la mejor prueba de la profesionalidad y las dotes de perseverancia, organización y, por qué no decirlo, diplomacia, del equipo. Hasta Juan Luis Cebrián, presidente de PRISA, presente en la velada, podría confirmarlo. Prueba superada.