Hacerse yihadista para sentar la cabeza

Hay un dicho cristiano, grosero, ofensivo y racista en Ceuta que dice: "El musulmán es primero cabrón y después santón” y que ahora suena cuando se pregunta por los jóvenes musulmanes de la ciudad. Se escucha con cierta frecuencia estos días en esta punta de África, donde las relaciones están notablemente tensadas entre las dos comunidades, musulmanes y cristianos, que “coexisten” —nadie habla ya de convivencia— al 50% en estas tierras. Los recientes atentados de París, el hecho de que algunos de los detenidos en las últimas operaciones sean de origen ceutí (se calcula que un 76% de los islamistas españoles arrestados son de Ceuta o Melilla) y las posibles consecuencias de esa coalición internacional antiyihadista en ciernes, han enrarecido el ambiente de este punto caliente del globo, que coloca dos mundos a un paso (fronterizo): El Tarajal. Desde aquí han salido una quincena de jóvenes hacia Siria e Irak, según fuentes policiales.

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