Bancarrota en American Apparel ¿estrategia o realidad?

Dov Charney, creador de la firma de ropa casual, se declara en suspensión de pagos. Ello complicará las numerosas batallas legales que tiene en marcha el empresario

Una tienda de American Apparel, en Chicago.Daniel Acker (Bloomberg)

Dov Charney tiene un problema. American Apparel, la firma de ropa casual que creó hace dos décadas, se declara en suspensión de pagos. La compañía no genera las ventas suficientes para poder seguir operando con normalidad y repagar sus deudas. Eso va a complicar enormemente las numerosas batallas legales que tiene en marcha el empresario a raíz de su doble despido el año pasado, por su más ...

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Dov Charney tiene un problema. American Apparel, la firma de ropa casual que creó hace dos décadas, se declara en suspensión de pagos. La compañía no genera las ventas suficientes para poder seguir operando con normalidad y repagar sus deudas. Eso va a complicar enormemente las numerosas batallas legales que tiene en marcha el empresario a raíz de su doble despido el año pasado, por su más que dudosa conducta.

El desenlace no es ninguna sorpresa. Los directivos de la compañía ya admitieron ante los inversores en agosto que tenían serias dudas de que la sociedad pudiera seguir en el negocio. Los esfuerzos por resucitar la marca de ropa no eran suficientes, pese a nombrar a un nuevo consejero delegado "limpio", las tiendas cerradas y los consiguientes despidos. Y lo que es peor, son incapaces de conseguir vender ropa, porque el público no la quiere.

La bancarrota, que se formalizó este pasado el lunes, le permitirá sanear la deuda contraída con los acreedores, entre los que se encuentra el propio Charney. Pero sobre todo le dará protección legal frente a la veintena de demandas y acciones administrativas que lanzó cuando le abrieron la puerta de salida. Toda esa batalla queda de momento en suspenso a la espera de que un juez en Delaware decida la suerte de la sociedad.

American Apparel, en Nueva York.SPENCER PLATT (AFP)

Charney fundó American Apparel en 1998. Construyó la marca a base de campañas muy controvertidas en todo el mundo por su alto contenido sexual, con modelos muy jóvenes, y una prácticas de negocio poco ortodoxas. Pero su suerte cambió de golpe cuando emergieron las denuncias por acoso de empleadas y modelos, a lo que se le sumó el impacto de la crisis financiera y las dudas sobre su gestión.

American Apparel pasó así de ser una de las compañías más queridas del parqué a la más repudiada, hasta el punto de cambiarse sus acciones por unos centavos mientras los inversores veían como sus cuentas se teñían de rojo. La compañía acumula pérdidas superiores a los 340 millones de dólares en los últimos cinco años, a los que se le sumarán otros 45 millones el presente ejercicio como mínimo. El fardo, por tanto, es enorme.

La marca de ropa ya bordeó la bancarrota hace unos años. La reestructuración debería permitirle mantener funcionando el negocio si el juez que supervisa la negociación acepta que los acreedores tomen el control de la sociedad, incluido el propio Charney, dueño de una cuarta parte de las acciones. En la actualidad opera unas 130 tiendas en Estados Unidos y casi 280 en todo el mundo. No se habla de momento de despidos adicionales.

Paula Schneider, su principal ejecutiva, asegura que American Apparel volverá a ser una empresa "fuerte y vibrante", además de viable. El 95% de los acreedores apoya el plan de reflote, que se espera esté completado en seis meses. Se comprometen a inyectarle 70 millones para mantenerla con vida. Schneider niega que su producción vaya a exportarse a Mexico o El Salvador desde Los Ángeles.

American Apparel, que se ha declarado en bancarrota.SPENCER PLATT (AFP)

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