Belleza clandestina

Las peluquerías ocultas y sin publicidad se han convertido en diván de famosas

Modelos de la Cibeles Fashion Week Madrid durante la sesión de peluquería. Samuel Sánchez

La peluquería, ese lugar en el que se comentan revistas en voz alta y se oye la conversación del vecino. Nace una nueva hornada de peluquerías y centros de belleza escondidos. Son espacios que están en pisos, no a pie de calle, que admiten a muy pocas personas, y se publicitan en redes sociales poco o nada. En la era de Twitter e Instagram, en la que se comparte cada café que tomamos, nada resulta más excitante que lo privado.

Un telefonillo como tantos del centro de Madrid en un portal como tantos del barrio de Sales...

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La peluquería, ese lugar en el que se comentan revistas en voz alta y se oye la conversación del vecino. Nace una nueva hornada de peluquerías y centros de belleza escondidos. Son espacios que están en pisos, no a pie de calle, que admiten a muy pocas personas, y se publicitan en redes sociales poco o nada. En la era de Twitter e Instagram, en la que se comparte cada café que tomamos, nada resulta más excitante que lo privado.

Un telefonillo como tantos del centro de Madrid en un portal como tantos del barrio de Salesas. Una puerta sin cartel que abre Manu Moreno, un peluquero muy conocido en el mundo de la moda. Sólo recibe en su espacio cuando tiene una cita cerrada; la suya es una peluquería privada. Dentro espera un lavacabezas y, en vez de sillones al uso, un par de sillas de Charles y Ray Eames. Aquí se puede hablar de todo sin miedo a que escuchen las conversaciones. Así lo han hecho clientes como Sara Carbonero y Esther Cañadas. La clientela de Moreno tiene un horario tan poco común como el de él. Por eso, a veces abre a las 10 de la noche o en domingo.

Su referencia más directa son los clubs ingleses de caballeros. En una primera planta del barrio de Salamanca acaba de abrir I'm Pretty and I Know it, un club de belleza femenino. No es necesario ser socia para disfrutar de sus tratamientos. Su dueña Rocío de la Cueva reconoce que sus clientas “acuden para desconectar y, en muchos casos, porque necesitan un cambio en sus vidas y empiezan con un cambio de look”. Freud, a veces, lleva un cepillo en la mano. Ella se niega a desvelar ningún nombre. Faltaría más.

“¿No se trata de peluquerías secretas? Si se escribe sobre nosotros no podremos trabajar como lo hacemos”. Así habla uno de estos peluqueros ocultos. Tiene sentido. A ellos acuden famosas, ejecutivas del IBEX 35 y personas que no quieren ser vistas. Otras más abiertas, pero no mucho más, son las de Oliver Martínez o Maison Eduardo Sánchez, también en Madrid. No se ven caminando por la calle. Tea Cut, en Sevilla, también juega al escondite, pero la autora de un conocido blog alemán especializado en tendencias, Shoppisticated, viaja a esa ciudad solo para peinarse en dicho salón.

En Londres, Grace Belgravia es la referencia. Tras su discreta entrada esconde un entrenador personal, restaurante de comida orgánica, centro de belleza, peluquería y socias cuyos apellidos se conocen en cada rincón de Occidente pero que no se pueden escribir. Todos menos uno, el las hermanas Delevingne. La paradoja es que muchos de los que acuden a estos lugares tan privados, al salir, comparten su fotografía en Instagram. Privado sí, pero que se entere todo el mundo.

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