La delgadez de Alba Galocha

Alba Galocha, de 25 años, es una modelo española que empieza a despuntar en el competitivo panorama de la moda internacional. La revista Icon, que se distribuye con EL PAÍS los primeros jueves de cada mes, le dedica en el número de julio un amplio reportaje, que el pasado 14 de julio se colgó en la portada de elpais.com. Lo ilustraba una fotografía de la modelo, en la que mostraba sus piernas, ciertamente delgadísimas. Varios lectores me han escrito preocupados porque consideran que la imagen -reforzada por lo datos del texto- de una persona exitosa como Galocha, y al mismo t...

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Alba Galocha, de 25 años, es una modelo española que empieza a despuntar en el competitivo panorama de la moda internacional. La revista Icon, que se distribuye con EL PAÍS los primeros jueves de cada mes, le dedica en el número de julio un amplio reportaje, que el pasado 14 de julio se colgó en la portada de elpais.com. Lo ilustraba una fotografía de la modelo, en la que mostraba sus piernas, ciertamente delgadísimas. Varios lectores me han escrito preocupados porque consideran que la imagen -reforzada por lo datos del texto- de una persona exitosa como Galocha, y al mismo tiempo tan delgada, puede contribuir a que las jóvenes quieran emular su delgadez, y puedan caer en la anorexia.

Intentaré que mi hija no vea el artículo de Carlos Marcos, y aunque lo consiga, desgraciadamente no podré evitar que lo hagan muchas otras niñas desde sus móviles, intentaré que no convierta en un modelo a seguir a una persona que, con la estatura de 1,71 metros y un peso de 46 kilos (y 25 años de edad), tiene un índice de masa corporal (IMC) de 15,73, un IMC que la Organización Mundial de la Salud clasifica como Delgadez Severa, infrapeso, con grave riesgo para la salud.

   Si el autor del reportaje supiera lo que ha escrito y la repercusión que puede tener en cientos de niñas, y si conociera algo del calvario que supone esta lucha y los esfuerzos que día a día dedican multitud de profesionales para ayudarles a salir adelante, quiero creer que se lo habría pensado dos veces.

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      Otra lectora, Patricia K., me cuenta en su mensaje el impacto que le ha causado, simplemente, la foto de la joven Galocha. A veces una imagen dice más que mil palabras. Ignoro (porque no las conté) cuántas palabras contiene el reportaje de Carlos Marcos, pero como lectora le aseguro que la imagen cuasi anoréxica de la chica en cuestión, junto a una valoración positiva (una modelo atípica, intelectual, politizada) me produjo mucho malestar. En ningún momento se hace referencia a que esta chica evidentemente está por debajo del índice de masa corporal aconsejado (de hecho, creo que no podría desfilar en Cibeles, corríjame si me equivoco). Ustedes sin duda sabrán que estas fotos son consumidas por miles de chicas y mujeres y que la anorexia es una enfermedad que no puede ser banalizada.

 Carolina Peña Bardasano, madre también de una joven con anorexia, me envía un correo en el que reconoce que Galocha le parece una joven encantadora, y que la delgadez extrema tampoco equivale a anorexia, pero señala: El IMC es un instrumento que sirve para evaluar tanto el sobrepeso y la obesidad, como la desnutrición. En nuestra cultura occidental desarrollada hemos asumido que la obesidad es fuente de muchas enfermedades coronarias. Asumamos que la delgadez excesiva lo es de otro tipo de enfermedades también. El IMC por debajo de 18 significa desnutrición. No toda delgadez significa anorexia, de acuerdo; de la misma forma en que, por ejemplo, no todo fumador desarrolla un cáncer de pulmón. Pero para hacer frente al cáncer, como para las enfermedades coronarias, sí existe una política de prevención y resulta terriblemente paradójico que esta modelo, con su IMC de desnutrición severa (de acuerdo siempre con las medidas que el reportaje de Icon nos ha ofrecido), haya podido ser fuente de opinión sobre el problema de la anorexia en el mundo de la moda (Harpers Bazaar, marzo 2015) a raíz de la iniciativa de la Asamblea Nacional de Francia de regular las medidas para evitar este problema real; como que fuera elegida mejor modelo en la Madrid Fashion Week de 2012, cuando desde hace diez años teóricamente en España no está permitido que las modelos con un índice por debajo de 18 desfilen en las pasarelas.

He trasladado estas quejas al director de Icon, Lucas Arraut, que lamenta no haber escogido la mejor foto para la portada de elpais.com, ya que está de acuerdo en que la elegida muestra a la modelo más delgada de lo que en realidad es. No lo vi en su momento, así que mis disculpas si la edición gráfica no ha sido acertada, es mi responsabilidad. Y entiendo el malestar de los lectores. Pero Alba Galocha no solo ‘podría desfilar’ en Cibeles, como se pregunta la lectora. De hecho, es habitual de esta pasarela y fue elegida como mejor modelo en ella en 2012. Participó en la última edición (otoño/invierno 2015), así que suponemos que su IMC es el mínimo requerido.

   Arraut explica que publicó el reportaje porque Galocha es un personaje en el mundo de la moda. Una modelo de nuevo estilo que está obteniendo gran éxito internacional. Ha conseguido desfilar para Louis Vuitton en la etapa de Nicolas Ghesquière. En este sector eso es, sin duda, un hito y un reconocimiento profesional de primer orden. Al mismo tiempo, encarna un nuevo perfil de modelo que se expresa a través de la redes y de su propio blog (Insta-girls, las llama Anna Wintour) y que por lo tanto llama la atención de las marcas no sólo por su belleza sino también por su personalidad, su estilo de vida, etcétera. Todos estos motivos avalan que se trata de un personaje de completa actualidad en el mundo de la moda, y por eso aparece en la revista. Creo que está más que justificado.

   Por último, señala el director de Icon, quisiera decir que siempre procuramos que se reflejen en la revista distintos cánones de mujer (con varias edades y perfiles), desde Emma Suárez a María León o Juana Acosta. Pero después de estas quejas redoblaremos los esfuerzos para seguir haciéndolo. Preocupado por la opinión de los lectores,

Arraut, ha pedido a la propia Galocha que responda a estas críticas, cosa que la modelo ha tenido la gentileza de hacer, aunque no van dirigidas a ella en modo alguno.

La fisonomía de la modelo es diferente a la media", explica Galocha en su correo. "Igual que la de los deportistas no tiene nada que ver con la media de la gente. Y no tiene nada que ver con los problemas alimenticios. Mi peso oscila entre 46 y 49 kilos. Y mis huesos pesan poco. Tengo amigas que en apariencia están más delgadas que yo, pero pesan más por el tema de los huesos. Las enfermedades alimenticias son una cosa muy seria. Creo que nadie nos tiene que idolatrar y coger como modelos porque cada cuerpo es diferente. 

Me habría gustado que el autor del perfil hubiera dedicado más atención a la cuestión del peso de Alba Galocha, sin limitarse, como ha hecho, a consignar unos datos que provocan inquietud. Galocha lo explica ahora más claramente. Por otra parte, estoy de acuerdo con los lectores en que la fotografía de portada resultaba impactante por lo extremadamente delgada que presentaba a Galocha. Hay un debate abierto sobre la obsesión por la delgadez que existe en el mundo de la moda, una industria que es cada vez más potente e influyente, hasta el punto de que las modelos se han convertido en una especie de emblema del éxito, la felicidad y la belleza. Obviamente, se trata de un ideal falso que indigna especialmente a los padres de niñas anoréxicas, los que han palpado en carne propia la gravedad de esta enfermedad.

Dicho esto, hay que tener en cuenta que el reportaje dedicado a Alba Galocha no se refería a modelos en general, sino a una persona en particular. Es un perfil-entrevista de una modelo concreta, que despunta internacionalmente, y cuya personalidad despierta interés. Desde ese punto de vista, su retrato tiene que ser lo más detallado posible. No se trata de proponer su delgadez como ejemplo para nadie, sino de contar cómo es, en todos los aspecto de su vida, esta joven que empieza a abrirse camino en el mundo de la moda.

Comentarios

¿Algun alcoholico ha escrito quejandose sobre El Comidista? Han escrito sobre cervezas y vinos y gin-tonics.
En esta sociedad, rebaja mucho nuestra ansiedad echar balones fuera y eximirnos de responsabilidades que nos conciernen. Una enfermedad como la anorexia o la bulimia, por desgracia, es un problema que no surge por imitación, es un entramado mucho más complejo como para creer que las personas sufren por algo tan simple. Hay que tomarse la enfermedad con la seriedad que merece, echar la culpa a la publicidad, modelos y roles de la sociedad es más cómodo. Como echar la culpa a Mc Donald's de la obesidad o a Mercedes Benz de la diferencia de clases. No, es el entorno y la educación, las relaciones inter e intrafamiliares factores de relevancia en el desarrollo este tipo de problemáticas.
Podría callarme y no entrar en huecas discusiones, pero, precisamente, porque me preocupa lo que está pasando; porque me preocupa el sufrimiento extremo de nuestras hijas que sufren anorexia y bulimia; porque veo día a día lo sencillo que es para nuestras hijas (y nuestros hijos) caer en su trampa; y porque veo que la sociedad se mueve de espaldas a ella cubriéndose de un abrigo tejido por tópicos sin límite, me he decidido a contestar.No soy médico y por ello no quiero ni pretendo dar explicaciones sobre una enfermedad compleja, de la misma forma que no las daría sobre cualquier otra enfermedad (tumores, cirrosis, pancreatitis, luxaciones, que se yo). En este país parece que somos especialmente aficionados a opinar sobre temas para los que los verdaderos profesionales han dedicado años de estudios y conocimientos.Una de las primeras cosas que nos enseñan los profesionales que nos tratan en esta enfermedad (individualmente y en grupo familiar), es a ser conscientes de que nosotros no tenemos que ejercer de psiquiatras, ni de psicólogos, ni de terapeutas, ni de …, nosotros somos padres y esa es nuestra función. Por cierto, somos padres y ejercemos de padres, no ahora, sino desde que decidimos aventurarnos en traer a nuestros hijos a este mundo. No nos juzguéis de manera demagógica, seguro que no soy el mejor padre del mundo (para mis hijas si), pero se que no lo he hecho tan mal con mis hijas (aunque siempre me hubiera gustado superarme). Siempre he estado cercano a ellas, nos comunicamos, hablamos, nos tenemos confianza, nos contamos nuestros problemas, reímos y lloramos juntos, leemos y oímos música. No, no es una cuestión de ponerme ni una medalla, es el intento desesperado de que entendáis que el tópico de familia desestructurada e incomunicada entre sus miembros, marginal o rozando la marginalidad, de clase baja, no es, precisamente, lo que nosotros hemos visto y vemos en el hospital en el que tratan a nuestra hija. Nos angustia que penséis que nuestras hijas caen en la enfermedad de la anorexia, o la bulimia, porque pertenecen a ese grupo tópico, cuando en la mayoría de los casos es todo lo contrario. Nos desespera que la sociedad no se de cuenta del tremendo problema de una enfermedad que se ceba en cientos de niñas y niños y cuyas edades cada vez son menores (nuestra hija comenzó con 14 años, pero hay un buen número de niñas con 11). Nos desespera ver lo vulnerables que son a precipitarse por una enfermedad que, evidentemente no es provocada por la publicidad, pero sí que contribuye poderosamente (junto a otros factores de riesgo) a deslizarse por un camino que gran parte de las veces desemboca en la enfermedad. Efectivamente, la publicidad agresiva no es la causa de la enfermedad, es un estímulo que, en demasiados casos, contribuye a la práctica de conductas de riesgo que desembocan en la enfermedad (pero esto mejor lo cuentan los médicos).Por ello, lo que pretendemos, no es inspeccionar el mundo de la moda y sus significados, ni el del comercio de la imagen y sus modelos, sino denunciar una industria que pretende convertir una imagen de modelos enfermos en un simulacro de naturalidad, o más aún, de perfección. Por ello hacía hincapié en que el IMC no es una fórmula aleatoria, sino un medidor científico, médico, según el cual, cuando una persona está en un índice del 15,73 la OMS la califica de delgadez severa con grave riesgo para su salud.No nos juzguéis con esa necia alegría.
Agradezco la intervencion de Antonio Perla que explica muy bien la situacion que vivimos los padres con hijos que tienen esta enfermedad, aunque hay otras personas que se definen con sus comentarios y creo que es mucho pedir que lo entiendan siquiera minimamente. No se puede pedir peras al olmo. Yo les invitaria a pasarse por la Unidad de Trastornos de Alimentacion del Hospital Niño Jesus, pero igual estan muy liados viendo 'hombres mujeres y viceversa'.
wow!

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