Monogamia y Facebook en el país de la felicidad

En Bután, una región muy ligada a la tradición, su joven reina ha introducido un halo de modernidad

El rey de Bután Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, junto a su esposa Jetsun Pema Wangchuck, en una imagen oficial del calendario real.© Royal Office for Media, 2015

Érase una vez el país más feliz del mundo. Bután: donde la renta anual per cápita solo ronda los 2.200 euros, donde el soberano quiere encontrarse con cada uno de sus 740.000 súbditos. Un reino escondido entre las montañas del Himalaya, en el que el primer banco se abrió hace menos de 50 años, los turistas están limitados y el mundo moderno entra paulatinamente.

A este país casi de leyenda no le podía faltar una reina. ...

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Érase una vez el país más feliz del mundo. Bután: donde la renta anual per cápita solo ronda los 2.200 euros, donde el soberano quiere encontrarse con cada uno de sus 740.000 súbditos. Un reino escondido entre las montañas del Himalaya, en el que el primer banco se abrió hace menos de 50 años, los turistas están limitados y el mundo moderno entra paulatinamente.

A este país casi de leyenda no le podía faltar una reina. Jetsun Pema Wangchuck, la esposa del rey Jigme Khesar Namgyel Wangchuck, acaba de cumplir 25 años. Como en los cuentos, es bella e inteligente. Ha estudiado en selectos colegios de India e inició estudios universitarios de Relaciones Internacionales en la privada Regent’s University de Londres. Entre sus aficiones están las bellas artes y el baloncesto –que practicó de soltera– y habla tres idiomas: el dzongkha –la lengua de Bután–, el hindi y el inglés.

El rey de Bután y su prometida.

Su historia de amor es también materia de leyenda. Aunque la joven es de origen plebeyo, su familia procede de las clases ilustres y siempre ha mantenido conexiones con la casa real. El entonces príncipe Jigme, 10 años mayor que ella y cuyos rasgos juveniles le han valido el apodo de “el príncipe encantador”, la conocía desde niña. Tras la abdicación en 2006 de su padre, que comenzó la transición democrática de Bután, llegó al trono a los 26 años, aún soltero. En 2008 renunció a sus poderes absolutos. Y en 2011 anunció a sus súbditos su boda.

La ceremonia fue el mayor acontecimiento en años. Cerca de 150 periodistas extranjeros acudieron a cubrir la boda, algo nunca visto en el país. No acudieron, en cambio, jefes de Estado ni dignatarios de otros países para ver cómo el soberano ponía la corona real sobre la cabeza de la novia y la convertía en la nueva Druk Gyaltsuen o “reina dragón”. “He estado esperando bastante tiempo a casarme”, comentó el rey inmediatamente después de la ceremonia. “Aunque no importa cuándo se case uno, con tal de que sea con la persona adecuada. Yo estoy seguro de haberme casado con la adecuada”.

En sus cuatro años de matrimonio, los jóvenes reyes han sabido ganarse una gran popularidad. Muy enamorado de su esposa, al rey le gusta agarrarla de la mano en público –incluso besarla en la mejilla, para escándalo de los más estrictos–, y no duda en tomarla de la cintura mientras la presenta a algún dignatario extranjero. Aunque la tradición le permitiría tener varias esposas, el soberano ha hecho saber que Jetsun será la única.

Ella ha asumido con naturalidad sus deberes de reina. Este año se la ha visto en una visita oficial a India, o en los funerales de Estado por el “padre” de Singapur, Lee Kwan Yew. Suele acompañar a su marido en sus frecuentes visitas a las regiones del país. En un reino aún muy vinculado a sus tradiciones, la joven reina ha sabido rodearse de un halo de modernidad. Dispone de una cuenta en Facebook en la que informa de sus actividades oficiales. El día de su cumpleaños, el 4 de junio, lo marcó conmemorando el Día Mundial del medio ambiente, que en Bután se ha hecho coincidir con su aniversario en homenaje a su preocupación por la ecología. “Las escuelas de Thimphu [la capital] exhibieron proyectos creados con materiales de desecho para una competición y Su Majestad entregó los premios a los ganadores”, informaba la página oficial de la soberana.

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