El nuevo refuerzo antiapagón aumenta el negocio de las eléctricas a costa de las renovables y de subir la luz
Revuelo en todo el sector tras las nuevas medidas solicitadas por Red Eléctrica. Enfado entre consumidores, operadores fotovoltaicos y comercializadoras, que temen costes adicionales
Revuelo en el sector energético. La seguridad de suministro tenía un precio. La inestabilidad revelada por Red Eléctrica en septiembre ha llevado al operador del sistema a tomar medidas adicionales tras admitir que existe un riesgo de de que se produzca un nuevo apagón, casi seis meses después del peor incidente ...
Revuelo en el sector energético. La seguridad de suministro tenía un precio. La inestabilidad revelada por Red Eléctrica en septiembre ha llevado al operador del sistema a tomar medidas adicionales tras admitir que existe un riesgo de de que se produzca un nuevo apagón, casi seis meses después del peor incidente sufrido por España en su historia. El peor de Europa, según los investigadores de Bruselas.
Los nervios están a flor de piel. Según aseguran media docena de fuentes del sector energético, la seguridad de suministro está ahora por encima de todo, lo que explica que se toman las medidas que haga falta. Añaden que la imagen país está muy tocada y eso es peligroso para un país que necesita aún miles de millones de euros de inversión y que se enfrenta a una oportunidad histórica de reindustrialización.
No obstante, las nuevas medidas para garantizar que el sistema no se vuelva a ir a cero no son inocuas. Tienen, al menos de forma temporal, contraindicaciones que están generando un fuerte revuelo.
El CEO de una gran empresa de renovables de última generación se mostraba molesto este jueves. En el ámbito de las fotovoltaicas reina el desasosiego. Saben que las medidas comunicadas la pasada semana por Red Eléctrica y las modificaciones que presentó este miércoles la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) suponen un duro golpe para su situación. Sus ingresos pueden mermar y las apuestas que han hecho sus fondos inversores y la banca acreedora se tambalean.
Las fuentes consultadas son unánimes en considerar que las horas de producción perdidas aumentarán. La banca lo sabe y ya está refinanciando, titulizando créditos y sindicando deuda para sacar riesgo de balance. El escenario ya no es propicio para pedir nuevo capital. Los afectados más astutos han logrado colocar entre inversores institucionales parte de estos activos ahora en cierto modo problemáticos y otros que se dieron cuenta más tarde se encuentran con que no da para más. La banca de inversión no encuentra nuevos capitales y los fondos más oportunistas ya esperan la caída de los más débiles para lanzarse sobre ellos a precio de saldo.
Por otro lado, desde diferentes ámbitos son conscientes de que estas medidas subirán el precio de la luz. Un factor que ya ha sido advertido por la CNMC. Y ahí se abre otro melón para el sector de la comercialización, que ve que después de asumir en parte el coste de la operación reforzada, ahora se agrava la situación al intensificarse dicho coste. Si hasta ahora había habido fricciones entre productores y consumidores por quién paga ese sobrecoste, las cosas a partir de ahora pueden empeorar. Incluso ya hay quien vaticina que los requerimientos ejecutados y que serán aprobados en los próximos días suponen un cambio regulatorio, con lo que podrían estar habilitados a romper contratos. Poco menos que desatar la caja de los truenos entre productores y algunos consumidores.
Y a nivel de consumidor, los efectos ya se ven. La bajada del precio de la luz que proporcionan las renovables no se nota porque el coste de la operación reforzada lo neutraliza en parte.
El desaliento se acrecienta, sobre todo, porque muchos creen que el real decreto-ley que tumbó el parlamento este verano podría haber paliado la situación antes de lo que lo podría hacer. Una decisión que contaba con el apoyo unánime del sector pero que decayó por razones políticas. Ahora muchos se encomiendan a que la actualización del procedimiento de operación de control de tensión dé un balón de oxígeno a las renovables cuando esté operativo plenamente, algo que no ha pasado. Y que las baterías puedan contrarrestar los precios cero que golpean a la fotovoltaica, algo que tardará más de lo previsto.
Y la realidad es que, sin dichas medidas, esa nueva operación reforzada y el sobrecoste que implica, irá a engrosar las cuentas de las compañías que poseen las grandes centrales de generación tradicional, que en este río revuelto se llevan ese dividendo y aprovechan para presionar al Gobierno con la extensión de vida de las nucleares. Una negociación en vía muerta que el apagón no hace más que resucitar. La seguridad de suministro tenía un precio. Por ahora, la luz más cara, la incertidumbre sobre las inversiones renovables y la imagen país cada vez más tocada.
Las dudas y los recelos entre las distintas partes crece. Todos se echan las culpas unos a otros, pero no hay responsables y nadie espera que los haya a corto plazo. Las pérdidas siguen sin resarcirse.