El euríbor cierra agosto marcando su mínimo histórico: -0,358%. El índice al que se referencia la aplastante mayoría de las hipotecas variables en España se desploma por tercer mes consecutivo, después de haber culminado una racha alcista de otros tres meses en mayo, cuando llegó a -0,081%. De esta forma, no solo consolida una tendencia a la baja que empezó en junio (-0,147%) y prosiguió en julio (-0,279%), sino que se sitúa a un nivel inferior —aunque sea por poco— con respecto al anterior registro más bajo de la serie, el -0,356% que se apuntó en agosto del año pasado. Si es cierto que al horizonte no se vislumbra ninguna condición para que el euríbor abandone el terreno negativo en el que se encuentra instalado desde hace más de cuatro años, los expertos creen también que es improbable que descienda por debajo del -0,5%.
De momento, el efecto de la bajada de agosto es un doble abaratamiento. Por un lado, las nuevas hipotecas variables —cuyos tipos de interés se componen del euríbor más un diferencial— se vuelven más atractivas que nunca. Por el otro, las cuotas de los préstamos antiguos cuya revisión toque ahora disminuirán (aunque de forma casi imperceptible), ya que el índice es 0,2 puntos básicos más bajo que hace un año. En el caso de una hipoteca de 300.000 euros a 30 años con un tipo de interés de euríbor más un diferencial del 0,99%, los usuarios pagaban hasta ahora 916,61 euros al mes. Con la nueva revisión del índice pagarán alrededor de 916,10 euros, apenas unos 50 céntimos menos o, lo que es lo mismo, 6 euros al año, calculan desde el comparador bancario iAhorro.
“Estamos ante un euríbor que se mueve en función de la incertidumbre que rodea la economía europea. Tras la subida inicial por la crisis de la Covid-19, la inyección de dinero por parte del Banco Central Europeo (BCE) a las entidades ha empujado al indicador a nuevas caídas”, resume el director de Hipotecas del comparador, Simone Colombelli. Al representar el tipo de interés al que se prestan dinero entre ellos los bancos europeos que forman parte del panel del gestor del euríbor (el Instituto Europeo de Mercados Monetarios, EMMI, por sus siglas en inglés, con sede en Bruselas), en un primer momento este índice padeció el clima de desconfianza generado por la pandemia. “Las entidades preferían depositar su exceso de liquidez en el BCE, en lugar de dárselo a otros bancos, cuya situación financiera hubiera podido ser dudosa tras la emergencia sanitaria y sus consecuencias en la economía”, explica Jorge López Llave, analista del bróker financiero XTB. El resultado fue el encarecimiento del euríbor en marzo, abril y mayo.
Una barrera casi infranqueable
Este recelo, sin embargo, “se ha disipado”, asegura Llave, “y los bancos han vuelto a prestarse dinero, aunque tengan que pagar por ello”. El dato clave, señala este experto, es el tipo de depósito del BCE, es decir, los intereses que Fráncfort paga a las entidades cuando estas depositan capitales en sus arcas. Ya que se ha fijado en el -0,5%, ello quiere decir que son los bancos quienes pagan al BCE el 0,5% para que guarde su exceso de liquidez. De esta forma, no tendría sentido que el tipo de interés con el que intercambian capitales los bancos europeos —el euríbor, al fin y al cabo, también en niveles negativos— fuera más bajo que el tipo de depósito del BCE, porque significaría que las entidades estarían pagando más para prestarse entre ellas que para depositar en Fráncfort. Paradójicamente, “si fuera así, la liquidez concedida por el BCE volvería al BCE y sin duda veríamos un cambio en la facilidad de depósito”, añade Llave.
“Nunca hay que decir nunca”, advierte este analista al contestar a la pregunta de si se trata de una situación imposible, puesto que hasta la crisis del coronavirus había sido impensable también que el barril de petróleo alcanzara precios negativos. “Atravesamos una época en la que algunos paradigmas económicos se han roto”, admite. “Pero, aunque la previsión para los próximos meses es de un euríbor muy bajo, el suelo para nosotros está en el tipo de depósito del BCE, ese -0,5%”, insiste Llave. Una tendencia bajista en la que los tipos de interés globales dentro de la zona euro, que se van a seguir manteniendo en nivel cero, juegan otro papel fundamental. “El euríbor solo se estabilizará y empezará a repuntar cuando se incentive la demanda de liquidez y, sobre todo, volvamos a una estabilidad económica más contundente”, remacha.
En este contexto, muchos usuarios se preguntan si conviene pedir una hipoteca variable o dejarse tentar por la seguridad que confiere un préstamo con un tipo de interés fijo a lo largo de toda su vida. “El euríbor seguirá cotizando en terreno negativo varios meses, pero no podemos vaticinar cuántos serán. Lo que está claro es que los bancos están apostando por las hipotecas fijas. La mayoría de ellos han bajado los tipos de interés fijos por la incertidumbre alrededor del índice de las variables y prefieren asegurarse un margen constante, aunque sea muy bajo”, dice Colombelli. Este experto solo aconsejaría préstamos variables para la compra de una segunda vivienda, o, en el caso de la adquisición de la vivienda principal, si la hipoteca tiene una duración corta como, por ejemplo, 10 años.