Reportaje:TELEVISIÓN

La Uno sigue siendo el rey

En la noche de Navidad, la pública mantiene el tono frente a la dispersión temática de sus competidoras - Las cadenas optan por humor o películas

Como pasaba en el fútbol, que jugara quien jugara siempre acababa ganando Alemania, en las grandes fiestas de la tele termina ganando La Uno. Como dice el corrido, La Uno sigue siendo el rey. Y no sólo porque la gente se haya enganchado ahí la noche de Navidad al discurso más esperado del Rey en muchos años, sino porque la cadena pública se empeñó, en sus distintos espacios, en mantener cierto discurso, mientras las otras recurrieron al mero escaparate de humor o de películas.

Cualquier cosa que hicieran, en todo caso, iba a estar ensombrecido por la actuación de Don Juan Carlos, que no...

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Como pasaba en el fútbol, que jugara quien jugara siempre acababa ganando Alemania, en las grandes fiestas de la tele termina ganando La Uno. Como dice el corrido, La Uno sigue siendo el rey. Y no sólo porque la gente se haya enganchado ahí la noche de Navidad al discurso más esperado del Rey en muchos años, sino porque la cadena pública se empeñó, en sus distintos espacios, en mantener cierto discurso, mientras las otras recurrieron al mero escaparate de humor o de películas.

Cualquier cosa que hicieran, en todo caso, iba a estar ensombrecido por la actuación de Don Juan Carlos, que no sólo trajo palabras ("jo, qué fuerte", como dice el chiste de Peridis) sino que también produjo, para el telespectador, entretenidos iconos, que es al fin y al cabo lo que llama la atención en casa. No estaba la Familia Real, y no estaba, sobre todo, alguien de la Familia Real; y sin embargo estaba la familia civil (Rajoy, Zapatero), atraída al espacio tradicional de la foto por el color indeseado que había tomado, para el Monarca, una zona oscura de la fotografía de siempre. A partir de ahí, ni el tono verde de la corbata real ni las ojeras (que no había) ni ningún otro supuesto estético que tanto gusta dilucidar en las casas ("el rey está cansado, el rey está desnudo", esas cosas que se dicen mientras el monarca habla) tuvo la más mínima importancia. Por fin un discurso del rey era un discurso, y fue escuchado como una proclama.

La protagonista de la noche, después del Monarca, fue Ana Belén

El manifiesto real sobre la ejemplaridad (todo el mundo leyó "de su yerno", aunque él no lo dijera) fue un enganche perfecto para lo que quiso hacer Josema Yuste (Martes de Martes y Trece, o viceversa) con su espacio de humor. Atrajo el ahora famoso chiste del rey y el bocadillo de chorizo (de fuet, o de salami, se dijo en la pantalla) y para mí que bordó ese rato, parodiando al rey, algo tan recurrente y por tanto tan difícil. Para terminar no tuvo que parodiar a Dios, pues para eso tuvo a un buen Santiago Segura. Y en medio, que me perdone el gran humorista, me parece que hizo buenas cosas con el ahora tan utilizado Ferrán Adriá, pero se perdió en los gags familiares cuando quiso ser más gracioso que inteligente. Y él es muy inteligente.

Zapeé, como es natural. Paz Padilla y Joaquín Prat (en la 5) son dos buenos actores, y tienen una enorme empatía con la audiencia, pues son naturales y naturalmente cómicos, pero los mató el sofá; no sé por qué a esta tele de navidad (La 1 y La 5) le dio tanto por el asiento. Pero ahí estaba el asiento, en las dos cadenas, asentando en un caso a Josema Yuste y asentando aquí a esta pareja de la cadena comercial. A éstos los mató el sofá y los matan esos guiones en los que se busca habitualmente la gracieta como destino de las primeras líneas, hasta que se llega a la presentación del visitante tan bienvenido. El resultado es una sucesión de gracias que, sin sofá y sin tanto guión, Prat y Paz hubieran resuelto como Paz por su casa, pues ella es oro puro y hace oro lo que toca..., a menos que le den oro falso, que puede suceder. Viendo este espacio de variedades (en los que se alternaron los cantantes de moda con los cantantes previsibles) me sorprendió mucho que Tele 5 decidiera darle sitio a la Escolanía de El Escorial. Parecía una aparición, pero Paz Padilla fue muy sobria, no dijo nada acerca de lo sobrenatural de ese momento Tele 5.

En una de esas excursiones-zapping me divertí viendo en Antena 3 un muy buen remedo de la Navidad en televisión. En la casa de los Simpson, donde veían un supuesto programa navideño desde la tierra californiana de la fresa, alguien exclamó: "¡Esto es insultante para los cristianos y para las ciruelas pasas!".

La Uno atrajo a su pantalla, después de la chamusquina (real, es decir, se veía) organizada por Josema Yuste, a Sergio Dalma, que invitó a algunos de sus colegas, entre ellos al ahora rutilante Pablo Alborán. En algún momento (y que me perdonen Dalma y Mota), me pareció que el cantante de origen italiano imitaba a José Mota imitando a Sergio Dalma, y me parece que no lo hacía mal Sergio Dalma en ese sentido. Uno de los niños que había a mi lado en casa, viéndolos tan dotado de pinganillos tanto a él como a Alborán, preguntó a mi oído: "¿Es que están sordos?"

La protagonista de la noche, después del rey, claro, fue Ana Belén, que se llevó a su fiesta de La Uno a los hombres que amé; entre ellos, Serrat, Sabina, Miguel Ríos y, cómo no, Víctor Manuel y el hijo de ambos, David. A éste, pianista, le tocó en el hombro, cuando los tres terminaron su actuación (Canción pequeña): "Nos vemos en la cena". Fue un toque familiar que, por otra parte, ambientó todo el tiempo que estuvo en escena. Pasó por el cine (con Cayetana Guillén Cuervo), por el teatro (con Lola Herrera, y con Miguel Narros) y por la moda, pues tuvo un recuerdo (se la vio llorando) para su modisto Jesús del Pozo, "y hoy llevo uno de los miles de trajes que me hiciste". Fue un momento. Como un momento fue cuando Boris Izaguirre le recordó una glotona cena japonesa. Como íbamos de cena, seguro que el escritor venezolano consideró que ahí entraba bien esa amable morcilla.

En una de las excursiones (de Sergio a Simpson, de Ana a Paz, etcétera) encontré que Paz Padilla y Joaquín Prat se levantaban del sofá, que Ana Belén decía (con palabras de Sabina) que el pecado es una página web y oí algo sublime del hijo de los Simpson cuando al padre de éste se lo llevan a la cárcel. Si se porta bien, le dijeron, puede bajar la condena. El hijo, en medio del desayuno, grita: "¡Eso es imposible! ¡Somos Simpson, no nos portamos bien!"

La Navidad es lo más previsible de la vida; y lo previsible también es que gane La Uno. Lo imprevisible era que el rey les robara a todos lo mejor de la audiencia.

Actuación del grupo Fangoria en el programa La noche en paz, de Telecinco.

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