"Entiendo Europa y eso que como griega podría cuestionarla"

A Matina Magkou le picó el gusanillo de Europa a los 21 años, cuando aterrizó en Bruselas con una beca de la Asociación de Estudiantes Europeos. Recién incorporada al destino, esta licenciada en Filología Francesa recibió otra buena noticia: un trabajo como profesora cerca de Aquisgrán (Alemania), junto a la frontera belga. "Pasé ocho meses durmiendo dos días a la semana en Alemania, donde daba clases de francés, inglés y cultura griega a niños, y el resto en Bélgica. Con el sueldo de profesora, me mantenía en Bruselas, pues la beca solo cubría alojamiento y manutención. Además, hoy estaba en ...

A Matina Magkou le picó el gusanillo de Europa a los 21 años, cuando aterrizó en Bruselas con una beca de la Asociación de Estudiantes Europeos. Recién incorporada al destino, esta licenciada en Filología Francesa recibió otra buena noticia: un trabajo como profesora cerca de Aquisgrán (Alemania), junto a la frontera belga. "Pasé ocho meses durmiendo dos días a la semana en Alemania, donde daba clases de francés, inglés y cultura griega a niños, y el resto en Bélgica. Con el sueldo de profesora, me mantenía en Bruselas, pues la beca solo cubría alojamiento y manutención. Además, hoy estaba en un seminario en Helsinki, pasado mañana en Malta...".

Pasados 11 años, Matina vive a caballo entre Atenas y Madrid, dedicada, esencialmente, a la gestión cultural. De Bélgica se llevó a casa un máster en Estudios Europeos en la Universidad de Lovaina; luego añadió otro en gestión cultural, y ahora remata con un doctorado en la materia. Eso, en el poco tiempo libre que le dejan sus trabajos: el último, en la producción del Ricardo III de Shakespeare, el montaje del Old Vic Teather de Londres protagonizado por Kevin Spacey. "En unos meses he estado en Nápoles, Hong Kong, Estambul, Sidney, Izmir, Avilés y Bilbao", cuenta feliz.

La exempleada de la Eurocámara anima: "Los jóvenes tienen el mundo en su mano"

A alguien como Magkou -"soy una buscadora de experiencias", se define-, Europa se le podría quedar pequeña. Todo lo contrario: además de ser una euroconvencida, le sobran razones para cantar las ventajas de la construcción europea. "En Europa me siento en casa, en cualquiera de los países tengo amigos. Mi experiencia como voluntaria en la Asociación de Estudiantes Europeos, y luego como responsable de derechos humanos e igualdad en el Foro Europeo de la Juventud, me ha permitido entender cómo funcionan las instituciones europeas, y eso que, como griega, hoy podría cuestionarlas. Aunque para mí Europa es un proyecto cultural; aunque fracasase económica o políticamente, toda la historia que compartimos, el contacto, el intercambio de ideas, están ahí...".

"Las oportunidades que me ha dado Europa superan con creces los inconvenientes. Hablo de mí, pero también de las nuevas generaciones: becas, viajes, posibilidad de moverse... Cuando fui erasmus en Francia en 1998 no existía el e-mail; ahora, los jóvenes tienen el mundo en sus manos...". ¿Y un trabajo? Magkou frunce el ceño: "No soy pesimista, pero no voy a encontrar un trabajo que se adecue a mi formación, por eso creo que debo transformarme en emprendedora. Emprendedora cultural internacional". Tanto como su percepción doméstica de Europa, en su trayectoria resalta también la paradoja de una formación excelente, que a veces equivale a decir excesiva. "A los 22 años ya intervenía ante el Consejo de Europa, como delegada del Foro de la Juventud; luego he trabajado en los Juegos Olímpicos de Atenas, en la capitalidad cultural europea de Patras (Grecia); en la Expo de Zaragoza, como coordinadora de actividades culturales

[su primer trabajo en España, al que accedió mandando el currículo]; en la oficina del Parlamento Europeo en Madrid, en el festival internacional de Atenas...". Un carrerón, vaya. "Bueno", sonríe con los ojos, "son trabajos llenos de fuegos artificiales, casi todos han empezado y terminado con ellos. Como muchas etapas de mi vida".