Necrológica:

Ante Markovic, último primer ministro de Yugoslavia

Con una mirada limpia y una honestidad infrecuente en tiempos convulsos, la trayectoria de Ante Markovic (Konjic, actual Bosnia, 1924), fallecido ayer en Zagreb a los 87 años, es un símbolo de la historia de la antigua Yugoslavia en el siglo XX, del sueño de un país que quiso ser federal y democrático.

De talante abierto y reformista, el político croata, que accedió en 1986 a la presidencia de la república federada de Croacia, ya se mostró en aquel año firme partidario de que Yugoslavia caminara hacia un sistema democrático en la línea de Occidente. El mariscal Tito había fallecido en 1...

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Con una mirada limpia y una honestidad infrecuente en tiempos convulsos, la trayectoria de Ante Markovic (Konjic, actual Bosnia, 1924), fallecido ayer en Zagreb a los 87 años, es un símbolo de la historia de la antigua Yugoslavia en el siglo XX, del sueño de un país que quiso ser federal y democrático.

De talante abierto y reformista, el político croata, que accedió en 1986 a la presidencia de la república federada de Croacia, ya se mostró en aquel año firme partidario de que Yugoslavia caminara hacia un sistema democrático en la línea de Occidente. El mariscal Tito había fallecido en 1980 y desde entonces el Estado de las seis repúblicas, las tres religiones y los dos alfabetos se precipitaba sin remedio hacia el abismo en una escalada de tensiones nacionalistas. En sus dos años como mandatario de Croacia (1986-1988), Markovic ya intentó conciliar intereses contrapuestos entre las repúblicas, al tiempo que mediaba entre dirigentes nacionalistas que comenzaban a tocar los tambores de guerra que devastaron al país en la década siguiente.

Su personalidad conciliadora y sus buenas relaciones con Occidente tuvieron un papel decisivo durante su periodo como primer ministro de Yugoslavia entre 1989 y 1991, es decir, en los estertores del país todavía unido. El éxito de sus reformas económicas y su carácter integrador hicieron concebir esperanzas a aquellos yugoslavos que apostaban por un federalismo democrático, dándole gran popularidad. Esperanzas quiméricas en un país moribundo que asistía ya a las declaraciones de independencia de Eslovenia y Croacia y a la guerra abierta entre este último país y Serbia. Markovic tuvo que dimitir cuando el país ya ardía en llamas.

Volvió a gozar de un momento de gloria cuando testificó en contra de Slobodan Milosevic en el Tribunal de La Haya, rompiendo 12 años de silencio para confirmar las acusaciones contra el autócrata serbio y principal culpable del drama yugoslavo.

Ante Markovic en 1990.GETTY

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