Jaume Curbet, arquitecto de la seguridad ciudadana

Una carambola de la vida llevó a Jaume Curbet Hereu (Girona, 1952) a encargarse de los temas de Seguridad y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Girona en 1979. Ocupaba el número cinco de la lista socialista y el entonces alcalde y actual secretario general del PSC, Joaquim Nadal, le nombró teniente de alcalde. Con la rigurosidad extrema que le caracterizaba, se lo tomó como una gran misión.

Transformó la Policía Local de arriba abajo, defendió encarnizadamente la importancia de que la mujer formase parte del cuerpo e incluso creó una escuela. Algo que hoy no parece extraordinari...

Una carambola de la vida llevó a Jaume Curbet Hereu (Girona, 1952) a encargarse de los temas de Seguridad y Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Girona en 1979. Ocupaba el número cinco de la lista socialista y el entonces alcalde y actual secretario general del PSC, Joaquim Nadal, le nombró teniente de alcalde. Con la rigurosidad extrema que le caracterizaba, se lo tomó como una gran misión.

Transformó la Policía Local de arriba abajo, defendió encarnizadamente la importancia de que la mujer formase parte del cuerpo e incluso creó una escuela. Algo que hoy no parece extraordinario, pero que en su contexto era una revolución. Una época en la que ni siquiera existía el centro de formación de los Mossos d'Esquadra. El proyecto de la policía autonómica, en el que también tomó parte, arrancaba lentamente.

Su pasión comenzó cuando asumió en 1979 la concejalía de Seguridad de Girona

Curbet fue un defensor acérrimo de la ética policial y contribuyó a eliminar los residuos del franquismo en las fuerzas del orden. La actuación de los agentes, defendía, debía ser siempre proporcionada. De lo contrario, el remedio era peor que la enfermedad. Su visión de la seguridad iba mucho más allá de los titulares de prensa. Así, tras los choques entre vecinos e inmigrantes que se produjeron en Salt (Girona) en febrero de 2010, dijo que no había que reducir el problema al estallido violento, sino buscar el conflicto de fondo. Curbet rechazó el vínculo fácil entre inmigración e inseguridad.

En 1983, Curbet abandonó su puesto como teniente de alcalde para dedicarse a resolver problemas teóricos que le planteaba el sistema de seguridad, según recuerda su hermano, Quim Curbet. Y congeló su militancia (a pesar de estar entre los fundadores de una de las corrientes socialistas catalanas), incompatible con su trabajo. Licenciado en Filosofía por la Universidad de Girona (UdG), quería conocer más. Explorar un campo teórico al que, hasta el momento, nadie había prestado suficiente atención.

Asesoró al Ayuntamiento de Vitoria, que quería modernizar su cuerpo policial; la Generalitat de Cataluña le pidió un estudio de la policía del Quebec, el referente del independentismo catalán; en Gran Canaria ideó un sistema conjunto de comunicación de los servicios de emergencia... Asturias, Extremadura y Castilla-La Mancha también le pidieron opinión.

Jaume Curbet se convirtió en un experto, implicado y conocedor en profundidad del concepto de la Seguridad. Y de ello hizo su forma de vida. Investigó, viajó a Montreal donde estudió Criminología... Una carrera en ascenso, que culminó en el encargo del proyecto de seguridad de los Juegos Olímpicos de Barcelona, en 1992. Viajó a Seúl, en Corea del Sur, la ciudad donde se celebraron los Juegos cuatro años antes, para asesorarse. Y volvió con las ideas claras de lo que necesitaba Barcelona. Posteriormente, fue el autor del informe de seguridad del Fórum Universal de las Culturas, en 2004.

No contento únicamente con lo que aportaba a España, también actuó en Sudamérica. Se implicó en la seguridad de zonas tan conflictivas como Medellín, en Colombia, donde se casó. Y fijó su residencia entre Girona y el país sudamericano.

Curbet murió el lunes a los 59 años, aquejado de la larga enfermedad que arrastraba. Pero eso no le impidió trabajar hasta el último momento. Hace unas semanas presentó su último libro, Un mundo inseguro. La seguridad en la sociedad del riesgo (Editorial CCG Edicions). De salud débil, también supo sacarle partido a los achaques. "Una enfermedad de joven le tuvo dos años en cama, que usó para leer mucho", recordó ayer su hermano.