Tentaciones
CÓMIC

Generación podrida

"Ya sabe que en Hollywood uno debe ser capaz de definir o vender su historia en una frase o dos. Pero en este caso...". Charles Burns (Washington DC, 1955) sigue prefiriendo que sea la crítica la que etiquete y delimite el insólito espacio en el que se mueven sus cómics. Algunos dicen que su último trabajo, Tóxico (Reservoir Books), es un cruce entre Agujero negro, su obra más reconocida, y la estética de Hergé, el padre de Tintín. "También han dicho que confluyen Hergé y Williams S. Burroughs [en concreto, se ha hecho referencia a su novela más publicitada, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

"Ya sabe que en Hollywood uno debe ser capaz de definir o vender su historia en una frase o dos. Pero en este caso...". Charles Burns (Washington DC, 1955) sigue prefiriendo que sea la crítica la que etiquete y delimite el insólito espacio en el que se mueven sus cómics. Algunos dicen que su último trabajo, Tóxico (Reservoir Books), es un cruce entre Agujero negro, su obra más reconocida, y la estética de Hergé, el padre de Tintín. "También han dicho que confluyen Hergé y Williams S. Burroughs [en concreto, se ha hecho referencia a su novela más publicitada, El almuerzo desnudo], pero creo que no le hace ningún favor al libro", responde con parsimonia por teléfono desde su casa de Filadelfia.

"En los setenta quedaban la música, las drogas y el sexo, pero no el idealismo"

Sea como sea, su último tebeo, el primero de una trilogía, establece una dialéctica entre dos universos: el sueño y la realidad entre la que se mueve el protagonista, un estudiante de fotografía. "Cuando está despierto, recurro más a mi estilo de siempre, mientas que he dibujado la ensoñación en un estilo de línea clara como el de Hergé", matiza Burns, en referencia a un ambiente onírico que tiene además ciertas resonancias pulp al igual que sus historias de Dog boy o El Borbah, el detective que viste como un profesional enmascarado de la lucha libre, originalmente publicadas en los ochenta en la revista Raw de Art Spiegelman y recopilados en España por la editorial La Cúpula.

La fascinación de Burns por la obra del autor belga -la portada de Tóxico es un guiño descarado al albúm La estrella misteriosa- se origina a finales de los cincuenta, cuando su padre, amante de los cómics, le regala varios libros. "Tenía cinco años y estaba aprendiendo a leer. ¡Imagínate cómo me cautivaron esos personajes tan poderosos! Pero lo más importante es que Tintín era algo diferente que no se veía en EE UU; todos esos paisajes, ideas, panoramas políticos que describen sus páginas... Todo ese contenido pasó a formar parte subconsciente de mi mundo. Parte de mis fantasías se siguen nutriendo de los tebeos de Hergé", explica.

En Tóxico, su fijación por el reportero con alma de boy scout no se limita al estilo gráfico. "La idea inicial era hacer dos vólumenes que tuvieran una relación de continuidad y a la vez fueran independientes, igual que El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo o Las siete bolas de cristal y El templo del Sol. Sin embargo, comprendí que serían necesarios tres para contar la historia. Todos tendrán esa estética franco-belga en cuanto a color y encuadernación. ¡Los europeos tenéis que comprender que a mí todo eso me sigue pareciendo de lo más exótico!". Curiosamente, este es el primer cómic en el que Burns emplea el color, cosa que sí hace en sus ilustraciones para la revista The Believer. "A nivel narrativo, ha sido como tener un nuevo estuche de herramientas".

Como ya sucedía en Agujero negro (La Cúpula), la mutación física, entendida como una metáfora de la transformación que se experimenta en la adolescencia y en su etapa posterior, vuelve a ser un tema central. "Los protagonistas están en una etapa difícil también; tienen veintipocos. Por lo menos en esta primera entrega...", deja caer Burns, que ha apostado por ambientar la obra a finales de los setenta. "Siempre dibujo sobre lo que conozco y he vivido. Eso no quiere decir que me dirija solo a los que han vivido esa época. Hay lectores que no crecieron a principios de los setenta, que es cuando transcurre Agujero negro, y me han dicho que les ha transmitido mucho, que he capturado algo". El autor admite que X'ed out (el título original en inglés, traducible como "tachado") es tan personal como lo fue su trabajo más conocido, aunque matiza: "En los setenta quedaban la música, las drogas, el sexo, pero no el idealismo anterior. Y para finales de esa década lo hippy ya era algo institucionalizado. Es cuando aparece el movimiento punk. Quería contar una historia sobre esa época, aunque al final se han incorporado otras cosas".

Burns, todo un icono indie desde que empezara a serializar Agujero negro a principios de los noventa (por eso Coca-Cola lo eligió junto a Daniel Clowes para ilustrar las latas de Ok, un fracasado refresco dirigido a la generación X), es consciente de que las expectativas con respecto a Tóxico son muy altas, y que esta primera entrega ha dejado ganas de mucho más. "Es la pregunta que me está haciendo todo el mundo, incluido mi editor. Llevo dibujada la mitad del segundo volumen. Pero no sé cuándo estará listo, sobre todo teniendo en cuenta que soy extremadamente lento".

Autorretrato de Charles Burns.