Necrológica:

Nikolai Andrianov, olímpico más laureado hasta Phelps

Logró 15 medallas desde Múnich 1972 a Moscú 1980

Se sabía que estaba enfermo desde hace meses. Al menos desde que en septiembre International Gymnast, probablemente la revista más concienzuda de gimnasia, dedicara un artículo a esa extraña enfermedad neurodegenerativa, la atrofia multisistémica, que empezó debilitando el lado derecho de su cuerpo y ayer terminó de apagar la vida del gran Nikolai Andrianov, el deportista masculino con más medallas olímpicas (15) hasta que Michael Phelps pasó por la piscina de Pekín en 2008. Ha muerto a los 59 años.

Aunque Andrianov fue uno de esos héroes soviéticos del deporte con los que la dic...

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Se sabía que estaba enfermo desde hace meses. Al menos desde que en septiembre International Gymnast, probablemente la revista más concienzuda de gimnasia, dedicara un artículo a esa extraña enfermedad neurodegenerativa, la atrofia multisistémica, que empezó debilitando el lado derecho de su cuerpo y ayer terminó de apagar la vida del gran Nikolai Andrianov, el deportista masculino con más medallas olímpicas (15) hasta que Michael Phelps pasó por la piscina de Pekín en 2008. Ha muerto a los 59 años.

Aunque Andrianov fue uno de esos héroes soviéticos del deporte con los que la dictadura azuzaba a su juventud, protagonista del fin del dominio japonés sobre la gimnasia olímpica en los años sesenta, en Occidente sus gestas no trascendieron tanto como las de sus contemporáneas. Tal vez porque en el otro lado del tapiz florecía la rumana Nadia Comaneci, que rompió con los moldes de la gimnasia cuando solo era una niña.

En los Juegos de Montreal 1976, los de Nadia, Andrianov era un hombre de 24 años, que sabía lo que era una competición olímpica y ganar una medalla en el mayor evento deportivo del mundo, con permiso del Mundial de fútbol: en Múnich, cuatro años antes, había logrado tres metales. Tal vez eso explique en parte que su cosecha en la ciudad canadiense -cuatro oros, incluido el de mejor gimnasta, dos platas y un bronce- no consiguiera eclipsar al prodigio rumano. Ni los resultados ni el duelo que mantuvo con los japoneses Kato -campeón en Múnich 1972 y México 1968- y Tsukahara acapararon tantas portadas como la perfecta Comaneci.

A pesar de ello Andrianov era un auténtico dios para el mundo de la gimnasia. De técnica trabajada, como todos los soviéticos, destacaba sobre todos en el suelo. En 1980, y con cinco medallas olímpicas más en los Juegos de Moscú, Andrianov se retiró. Era el olímpico más laureado, solo superado por su compatriota y compañera de especialidad Larissa Latinina, que atesoró 18 medallas entre 1956 y 1964. La gimnasia es uno de los deportes que más metales reparte en los Juegos.

Casado con Liubov Burda, otra gimnasta olímpica, se hizo entrenador, primero de las promesas soviéticas y, a partir de 1994, en Japón, donde trabajó hasta 2002 por invitación de Tsukahara.

Andrianov empezó a practicar gimnasia en Vladímir, unos 200 kilómetros al este de Moscú. Tenía entonces 12 años, una edad tardía para este deporte. Dicen sus biógrafos que era un niño rebelde y que en pocos meses se cansó de un deporte exigente y muy sacrificado y abandonó. Volvió por el empeño de su entrenador Nikolai Tolkaychov. Ese es el nombre del gimnasio de Vladímir al que regresó tras la experiencia en Japón y en el que trabajó hasta que la enfermedad se lo impidió.

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