Entrevista:DESAYUNO CON... MARCUS MECKEL

"Es sorprendente, nunca estuve en la cárcel ni detenido"

Cuando uno ha hecho Historia -así, con mayúscula- es lógico que quiera contarla episodio a episodio, con minuciosidad de relojero. A Marcus Meckel (1952, Müncheberg) no le aburre, para nada, que le pregunten por la caída del muro de Berlín, pero rápidamente deja claro que no considera imprescindible desayunar y que para él, el día clave de verdad fue el 7 de octubre de aquel 1989 (no el 9 de noviembre). Ese sábado, Meckel, otro pastor protestante, y 40 personas más fundaron en una parroquia cercana a Berlín el partido socialdemócrata (SPD) de la República Democrática Alemana (RDA). No era una ...

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Cuando uno ha hecho Historia -así, con mayúscula- es lógico que quiera contarla episodio a episodio, con minuciosidad de relojero. A Marcus Meckel (1952, Müncheberg) no le aburre, para nada, que le pregunten por la caída del muro de Berlín, pero rápidamente deja claro que no considera imprescindible desayunar y que para él, el día clave de verdad fue el 7 de octubre de aquel 1989 (no el 9 de noviembre). Ese sábado, Meckel, otro pastor protestante, y 40 personas más fundaron en una parroquia cercana a Berlín el partido socialdemócrata (SPD) de la República Democrática Alemana (RDA). No era una fecha casual. Aquel régimen comunista, que de democrático solo tenía el nombre, cumplía 40 años.

Opositor y ministro fugaz, lleva 20 años en la primera línea política de Alemania

Para él lo primordial era establecer la democracia en la RDA. El muro que simbolizaba la Guerra Fría ya caería después. "Era la forma más clara de poner en liza a la dictadura, pero suponía un riesgo inmenso". Y una odisea técnica en aquella época de clandestinidad, máquina de escribir, teléfono fijo en casa de un vecino, fotocopiadoras ilegales y miles de chivatos. Tarda en probar el queso porque está tan enfrascado en su relato que solo lo interrumpe para beber café. ¿Estuvo preso? "No, sorprendentemente, no he estado en la cárcel. Tampoco me han detenido jamás".

Como en la película La vida de los otros, los secretas de la Stasi registraron su vida en archivadores. Explica que son ocho carpetas que ocupan "más o menos esto", dice mientras abre bien los brazos. Tiene una copia en su casa. "Lo he leído casi todo". Incluido lo revelado por un compañero pastor. Meckel le llamó y quedaron; quería preguntarle por qué lo hizo. "Él no reconoció del todo que era una forma de traición". No se han vuelto a ver.

Aquellos meses fueron trepidantes para las dos Alemanias. Para Europa. Y para este teólogo, que ha venido a España a dar varias charlas sobre aquellos días de la mano de su Embajada.

Tras las primeras elecciones libres fue fugazmente ministro de Exteriores de la RDA, participó en las negociaciones para la reunificación -un proceso que el contribuyente alemán seguirá financiando hasta 2019 con la llamada tasa de solidaridad, "la verdad es que no sé cuánto pagamos cada uno"- y fue diputado socialdemócrata del Bundestag durante dos décadas, hasta el año pasado. Todo un currículo para alguien que desde crío quiso ser pastor como su padre. Por cierto, tiene seis hijos con cuatro mujeres. "Y tres nietos", apunta.

¿Quedan nostálgicos de la RDA? "La gente tiene una idea dulcificada de aquello. De repente, olvidan aquellas dificultades. Te dicen: 'Me encantaría tener aquella red social, ¡pero con libertad!". Meckel prueba la fruta. Parece especialmente orgulloso de haber contribuido a que la UE se ampliara hacia el Báltico.

"Alemania ha afrontado su pasado nacionalsocialista. Y ahora el reto es cómo abordar el pasado comunista". ¿Tiene una receta para Cuba? "Estuve allí en 2003, justo después de las detenciones masivas de los 75. Por mi experiencia, debemos hablar con la disidencia democrática. Y con la Administración. Lo uno no debe excluir lo otro". No ha probado el dulce. Ha picoteado del resto. "Es más importante hablar que comer".

Meckel siempre quiso ser, y es, pastor protestante.CRISTÓBAL MANUEL

Hotel Gran Meliá Fénix. Madrid

- Dos desayunos bufé: café, queso (manchego, de tetilla, Idiazabal y brie), fruta (melón, mango y naranja) y dulce (cruasán, napolitana, donut y magdalena).

Total: 52 euros.

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