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Sigue, Lulú, sigue

Parece mentira que nos encontremos ante una obra primeriza. Novel, claro, en el género, porque la prolífica obra de Rouco Varela es conocida por casi todos los que siguen las actividades literarias. Es tal su dominio del lenguaje y de las situaciones, que no cabe duda de que nos estamos refiriendo a un autor que ha sabido impregnarse de sus muchas lecturas a lo largo de muchos años de los clásicos de esta dificilísima especialidad.

No ha querido Rouco quedarse en el facilismo de la novela erótica al uso, aquella que podríamos considerar blanda. Con gran decisión, y renunciando al éxito ...

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Parece mentira que nos encontremos ante una obra primeriza. Novel, claro, en el género, porque la prolífica obra de Rouco Varela es conocida por casi todos los que siguen las actividades literarias. Es tal su dominio del lenguaje y de las situaciones, que no cabe duda de que nos estamos refiriendo a un autor que ha sabido impregnarse de sus muchas lecturas a lo largo de muchos años de los clásicos de esta dificilísima especialidad.

No ha querido Rouco quedarse en el facilismo de la novela erótica al uso, aquella que podríamos considerar blanda. Con gran decisión, y renunciando al éxito fácil y a un mayor mercado para su obra, el autor se adentra vigoroso en la pornografía más dura, donde no faltan prácticas más o menos especiales, desde la zoofilia hasta la necrofilia, sin olvidar el fisting, pero todo ello narrado con gran maestría y exquisita sensibilidad.

Sigue, Lulú, sigue

Autor: Antonio María Rouco Varela

Edita: Cuando el dulce cazador me tiró y dejó rendida S.L.

Pero es sin duda en el mundo del sadomasoquismo donde brilla la prosa enérgica y precisa, sin concesiones, del autor. Cargado con un enciclopédico conocimiento de tales prácticas, Rouco logra una extraordinaria verosimilitud en el retrato de los dos grandes protagonistas de esta obra: Lulú, ama implacable, afincada en Múnich, y Emeterio, joven licenciado en Ciencias Ambientales que desde su Galicia natal viaja hasta Alemania en busca de nuevas experiencias.

Siempre a la búsqueda de hallazgos narrativos que marquen las diferencias de su obra, nuestro autor consigue aciertos memorables, que a buen seguro se harán clásicos en este tipo de relatos. Nos referimos, muy especialmente, a ese carácter de pequeños infiernos, de cuevas oscuras y peligrosas con las que Rouco define los objetivos del placer que siempre persigue Emeterio. Descubrimiento solo comparable, por su precisión y originalidad, a la descripción -"revelación celestial", "contemplación angélica"- del clímax al que llega Lulú tras sus dolorosos trances, siempre rodeados de látigos y cadenas.

Una obra imprescindible para los amantes del género, que además de encontrar los alicientes habituales, hallarán en Sigue, Lulú, sigue, una aproximación a un atormentado mundo de sentimientos encontrados, donde la alegría se tronca, en no pocas ocasiones, en arrepentimiento. ¿Placer o dolor? ¿Júbilo o aflicción?

SCIAMMARELLA