La mujer tras esa voz

Una aparición en televisión de Susan Boyle, escocesa en paro de 48 años, la convierte en una estrella en Reino Unido

Cuando Susan Boyle salió al escenario de Britain's Got Talent -una especie de Tú sí que vales- el público vio a una mujer madura, demasiado gorda y poco atractiva, según los cánones de belleza dominantes. Cuando empezó a agitar con desparpajo pecho y cintura, los espectadores sufrieron más incomodidad que excitación, quizás un punto de vergüenza ajena, como reflejó la cara de asco de una joven. Cuando proclamó que quería ser tan famosa como la actriz y cantante Elaine Paige, una condescendiente sonrisa de simpatía se dibujó en los labios de los tres jurados del programa.

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Cuando Susan Boyle salió al escenario de Britain's Got Talent -una especie de Tú sí que vales- el público vio a una mujer madura, demasiado gorda y poco atractiva, según los cánones de belleza dominantes. Cuando empezó a agitar con desparpajo pecho y cintura, los espectadores sufrieron más incomodidad que excitación, quizás un punto de vergüenza ajena, como reflejó la cara de asco de una joven. Cuando proclamó que quería ser tan famosa como la actriz y cantante Elaine Paige, una condescendiente sonrisa de simpatía se dibujó en los labios de los tres jurados del programa.

Pero cuando aquella mujer de casi 48 años, en paro, que vive sola con su gato en el sur de Escocia, se confiesa virgen y transpira una inexplicable confianza en sí misma, cuando aquella estrafalaria mujer empieza a cantar, todo cambia. El desprecio se transformó en admiración y las sonrisas displicentes se tornaron en bocas abiertas, en ojos chispeantes de lágrimas, en una ovación atronadora cuando Susan Boyle acabó de desgranar su emotiva versión de He soñado un sueño, uno de los temas centrales del musical Los Miserables.

Todo eso pasó el sábado pasado. Ayer, más de 20 millones de personas habían pinchado en YouTube el vídeo de su actuación. "Susan Boyle nos ha enseñado a todos una lección: que no hay que juzgar por las apariencias", opinaba en el diario The Times Ann E. Gould, de Ösmo (Suecia). "Primero me hizo reír y luego llorar", aseguraba desde Londres Debbie Vella al diario local de la señora Boyle, el West Lothian Courier. "La última vez que había llorado fue hace siete años, al morir mi padre", confesaba Josh, de Manhattan.

Todas esas emociones delatan quizás más sorpresa que genuina admiración por la voz de Susan Boyle. Por bien que cantara, cuesta creer que una joven de belleza convencional con la misma voz hubiera desatado las mismas emociones. Su caso tiene un antecedente en el programa: en 2007 el minero galés Paul Potts emocionó con Nessun dorma, la célebre aria del Turandot de Puccini. Acabó vendiendo cuatro millones de discos.

Susan Boyle, ayer en la puerta de su casa en Escocia.AP

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