Crítica:teatro

La lección de los actores británicos

Un texto interesante que apele a las emociones y a la inteligencia, y unos buenos actores que sepan representar el alma de una historia. A algo tan sencillo y, a la vez, tan complicado se reduce la esencia del teatro desde los clásicos griegos. Y, por si alguien olvida esta rotunda verdad, aquí están obras como Troilo y Crésida, de William Shakespeare; actores de una compañía como Cheek by Jowl, y directores como Declan Donnellan para recordarlo. En un escenario casi desnudo, apenas habitado por unos taburetes y unos cortinajes, un grupo de 14 actores dio el jueves una lección de interp...

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Un texto interesante que apele a las emociones y a la inteligencia, y unos buenos actores que sepan representar el alma de una historia. A algo tan sencillo y, a la vez, tan complicado se reduce la esencia del teatro desde los clásicos griegos. Y, por si alguien olvida esta rotunda verdad, aquí están obras como Troilo y Crésida, de William Shakespeare; actores de una compañía como Cheek by Jowl, y directores como Declan Donnellan para recordarlo. En un escenario casi desnudo, apenas habitado por unos taburetes y unos cortinajes, un grupo de 14 actores dio el jueves una lección de interpretación y de saber hacer al extasiado público de las naves del Español en una representación en inglés, con sobretítulos, de tres horas de duración. Claro, que los actores eran británicos, y esa afirmación, en teatro clásico, presupone una indiscutible calidad.

TROILO Y CRÉSIDA

Obra de William Shakespeare. Dirección: Declan Donnellan. Espacio escénico: ºNick Ormerod. Actores de la compañía Cheek by Jowl. Matadero, naves del Teatro Español. Madrid. Hasta el 26 de julio.

Al final del primer acto, la escena del cortejo entre Troilo (Alex Waldmann) y Crésida (Lucy Briggs-Owen), con Pandarus (David Collings) oficiando de alcahuete, representa la belleza misma del teatro en un precioso juego de movimientos, de voces y entonaciones, de gestos. Todo surge con una naturalidad asombrosa y, al mismo tiempo, todo está medido hasta el milímetro. Sólo la fuerza de la palabra en boca de unos magníficos actores. Y detrás, la mano maestra de Declan Donnellan, que no en vano es uno de los grandes directores de escena europeos, un hombre de teatro que ha sabido mantener la vigencia de las obras clásicas con una original e iconoclasta puesta al día. Sin ir más lejos, la sátira despiadada de los héroes griegos y troyanos escenificada como cabaret-teatro figura entre los momentos impresionantes -y hay unos cuantos- de Troilo y Crésida.

Abismo

Esta obra poco representada de Shakespeare, escrita en 1603, trata de "guerras y de lujurias, dos temas que nunca pasan de moda", como declara un personaje. Junto al absurdo de la mítica guerra entre griegos y troyanos, con su desfile de ridículos héroes, Shakespeare narra en paralelo la historia de amor y de traición entre Crésida, hija de un sacerdote de Troya, y Troilo, hijo pequeño del rey Príamo. Los principios morales y el abismo entre los nobles ideales y la cruda realidad, con el amor y la guerra de telón de fondo, impregnan esta obra de Shakespeare. Un texto con más de 400 años a las espaldas, que unos espléndidos actores encarnan como si hubiera sido escrito ayer.

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