Reportaje:BENAZIR BHUTTO | INTERNACIONAL

Un destino trágico

Los conspiradores que querían a toda costa impedir que Benazir Bhutto volviera a dirigir el destino de Pakistán tuvieron que recurrir el pasado 27 de diciembre a la combinación más macabra: un francotirador suicida, que primero le disparó en el cuello y el abdomen y luego se hizo estallar para garantizarse la muerte de la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP). Bhutto, de 54 años, era una política de raza que gustaba de los baños de multitudes, aunque con ellos desafiara a la muerte.

Nunca tuvo miedo, o al menos nunca lo aparentó. Pese a la infinidad de amenazas que recibió antes d...

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Los conspiradores que querían a toda costa impedir que Benazir Bhutto volviera a dirigir el destino de Pakistán tuvieron que recurrir el pasado 27 de diciembre a la combinación más macabra: un francotirador suicida, que primero le disparó en el cuello y el abdomen y luego se hizo estallar para garantizarse la muerte de la líder del Partido Popular de Pakistán (PPP). Bhutto, de 54 años, era una política de raza que gustaba de los baños de multitudes, aunque con ellos desafiara a la muerte.

Nunca tuvo miedo, o al menos nunca lo aparentó. Pese a la infinidad de amenazas que recibió antes de volver a Pakistán el 18 de octubre pasado -tras un acuerdo para repartirse el poder con el presidente Pervez Musharraf-, regresó convencida de que tenía un papel que jugar en la democratización de su país y en acabar con el extremismo que fomentaba la dictadura. Sus enemigos en las altas esferas del poder y entre los yihadistas cercano a Al Qaeda la aguardaban. Un suicida arrancó la vida a 143 personas de los cientos de miles que acudieron a recibirla en Karachi, pero entonces Benazir salió ilesa.

Hija de Zulfikar Alí Bhutto, el primer ministro depuesto por el general Mohamed Zia ul Haq y ahorcado dos años después (1979) por el régimen que éste implantó, Benazir volvió a Pakistán tras la muerte de Zia, en 1988, para tomar las riendas del partido de su padre. Su victoria electoral fue aplastante, sin embargo, pronto desencantó a sus votantes. La corrupción y la mala gestión fueron las notas dominantes de sus dos gobiernos (1988-1990 y 1993-1996), ambos acabados por decisión presidencial.

El golpe de Estado de Musharraf, en 1999, la llevó al autoexilio para escapar a la cárcel, pero EE UU, deseoso de lavar la imagen de su gran aliado en la lucha contra el terrorismo internacional pergeñó el acuerdo que permitió el regreso, que tan trágicamente ha terminado.

Benazir Bhutto se maquilla para dar el que sería el último mitin de su vida, el pasado jueves en Rawalpindi.AP

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