Reportaje:

En clase con Miguel Sebastián

El ex candidato del PSOE enseña matemáticas tras su fracaso en Madrid

Bajó la voz y dejó de unir las yemas de los dedos frente al pecho una y otra vez. Las ocupó, relajadamente, con rotuladores de pizarra. "Son como el Real Madrid", anunció el profesor de Microeconomía. "Empiezan muy fuerte, pero luego pierden fuelle".

Y Miguel Sebastián, el profesor, se puso a llenar encerados con fórmulas matemáticas ante treinta alumnos de primero en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid. Una clase, la primera del curso, en la que también se coló ayer una periodista de EL PAÍS.

Sebastián, el polémico ex candidato socialista a la alcal...

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Bajó la voz y dejó de unir las yemas de los dedos frente al pecho una y otra vez. Las ocupó, relajadamente, con rotuladores de pizarra. "Son como el Real Madrid", anunció el profesor de Microeconomía. "Empiezan muy fuerte, pero luego pierden fuelle".

Y Miguel Sebastián, el profesor, se puso a llenar encerados con fórmulas matemáticas ante treinta alumnos de primero en la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid. Una clase, la primera del curso, en la que también se coló ayer una periodista de EL PAÍS.

Llenó seis encerados para explicar la relación matemática entre horas de bicicleta y calorías consumidas

Sebastián, el polémico ex candidato socialista a la alcaldía de Madrid en las últimas elecciones, el colaborador que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero eligió para disputar la capital a Alberto Ruiz-Gallardón, el aspirante que protagonizó la campaña electoral más convulsa -en la que se enfrentó a su contrincante en un debate televisivo con una foto de Montserrat Corulla, una de las imputadas en el caso Malaya- el hombre sin carné que removió el Partido Socialista de Madrid, el competidor vencido que asumió el batacazo de las urnas renunciando a su acta de concejal, se había convertido, de nuevo, en un profesor sin corbata. Lo que había sido hasta hace cuatro años, cuando dejó las aulas para hacerse cargo de la oficina económica de La Moncloa en el Gobierno socialista.

Cuando cogió el rotulador, se acalló el ruido de sillas y comenzó el de los bolígrafos al deslizarse sobre el papel. El antiguo político llenó seis pizarras para explicar, a ratos con voz monocorde, una función de primer grado. Buscaba la relación matemática entre las horas de bicicleta y las calorías consumidas. Apenas tres alumnos se atrevieron a intervenir, entre titubeos, ante las constantes cuestiones que lanzaba el profesor de Microeconomía sobre pendientes ascendentes y parábolas.

Cuando, tras una hora de presentaciones, Sebastián echó a los periodistas del aula, se puso el traje de maestro. Es decir, que se relajó, bajó la voz y dijo que a él no se le trata de usted. Lo dejó meridiano ante una treintena de alumnos de primero tan mudos que el chirriar de las sillas se hacía insoportable.

Dos compañeras habían presentado a Sebastián ante los alumnos. Las dos se deshicieron en elogios hacia él. Luego tomó la palabra el profesor, de 50 años, que dedicó otra media hora a hablar sobre su pasado, pero omitió cualquier referencia a su etapa de candidato municipal. Habló de su regreso de EE UU, donde estudió, a la España en los años ochenta y de la poca cultura económica que había entonces: algunos responsables de educación le preguntaban en 1985 por qué no había dinero para ellos, por qué no se podía "poner en marcha la máquina de hacer billetes". Recordó también cómo estuvo encerrado en una entidad financiera de Argentina cuando era la policía la que atracaba los bancos.

Los informadores eran ayer parte del paisaje en Económicas. "Está la tele por aquí", murmuraba una muchacha morena, vestida con una chaqueta con los símbolos del euro y el dólar. Un chaval imberbe de aire despistado cuchicheaba en el pasillo con otros dos para saber cuál era la novedad del día. "El candidato", comentaban los pupilos, "el de las elecciones de marzo del PSOE, el que luego se fue del partido", explicaban los más avezados.

Entre las preguntas de los periodistas, claro, una sobre el deseo del líder de los socialistas madrileños, Tomás Gómez, de eliminar el impuesto de patrimonio. Ese impuesto "no tiene ningún sentido, aunque debería estudiarse la forma de eliminarlo", concluyó el, de nuevo, docente.

Con 10 minutos de retraso, Sebastián terminó la clase. Muchos alumnos permanecieron en el aula. "Ya no da tiempo a salir", se quejaba una chica. "No es para tanto", refunfuñaba un chaval, "y encima micro va a ser un hueso". El profesor, para entonces, ya buscaba el camino hacia su lección de Microeconomía con los estudiantes de cuarto.

Miguel Sebastián, ayer, en su regreso a la Complutense.ULY MARTÍN

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