Necrológica:

Alida Bosshardt, el rostro del Ejército de Salvación holandés

Apodada 'Mayor Bosshardt', mezcló el evangelio y la asistencia social para ayudar a vagabundos y prostitutas en Ámsterdam

Las organizaciones humanitarias suelen ilustrar los frutos de su labor con rostros anónimos captados a menudo en países lejanos. En el caso de la rama holandesa del Ejército de Salvación, ha sido todo lo contrario.

Su portavoz más popular era una ciudadana autóctona de aspecto frágil y voluntad férrea, conocida en todo el país como Mayor Bosshardt.

En realidad se llamaba Alida Margaretha Bosshardt y llegó a alcanzar el rango de teniente coronel. Pero a ella le parecía que mayor, que lo fue durante un tiempo, encajaba mejor con su condición de soltera e independiente. Lo su...

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Las organizaciones humanitarias suelen ilustrar los frutos de su labor con rostros anónimos captados a menudo en países lejanos. En el caso de la rama holandesa del Ejército de Salvación, ha sido todo lo contrario.

Su portavoz más popular era una ciudadana autóctona de aspecto frágil y voluntad férrea, conocida en todo el país como Mayor Bosshardt.

En realidad se llamaba Alida Margaretha Bosshardt y llegó a alcanzar el rango de teniente coronel. Pero a ella le parecía que mayor, que lo fue durante un tiempo, encajaba mejor con su condición de soltera e independiente. Lo suyo era predicar el evangelio de la manera más directa, es decir, promoviendo el amor al prójimo. O como solía decir: "Dando testimonio del amor del Señor, que sólo necesita que nos cuidemos unos a otros".

Hija de padre católico y madre protestante, descubrió su impulso religioso a los 18 años durante un encuentro en la sede del Ejército de Salvación en Utrecht. Paradójicamente, no logró hacerse enfermera por su mala salud, un detalle que no le impediría patrullar luego sin descanso los barrios más deprimidos de Ámsterdam. En esas calles se labró su reputación de predicadora sin púlpito, pionera de la asistencia social.

Provista de la revista de la organización, que vendía por los cafés del distrito rojo de la ciudad, lo que mejor hacía era escuchar a prostitutas y vagabundos en apuros. Durante la II Guerra Mundial, la misma sencillez y templanza que mostraba con ellos le ayudó a superar su encuentro con los ocupantes nazis. Trabajaba entonces en un orfanato, y cuando la situación se hizo insostenible, buscó un escondite para 150 niños judíos. Encarcelada varias semanas, aprovechó un descuido de sus captores para huir y colaborar con la Resistencia.

El episodio le valdría con el tiempo una condecoración del Gobierno de Israel, pero lo que la convirtió en una figura popular fuera de su entorno sería un paseo muy especial. Tuvo lugar en 1965 y su acompañante fue la entonces princesa heredera Beatriz de Holanda. Disfrazada con una peluca, un pañuelo y unas gruesas gafas, la futura reina la acompañó en una ronda nocturna. Un avispado fotógrafo captó la escena y, a partir de entonces, la Mayor Bosshardt acudió todos los años al Palacio Real.

Celebró su 80º cumpleaños con la antigua reina Juliana, madre de Beatriz, y llegó a ser una presencia familiar en la radio y la televisión nacionales. Una intensa actividad que ilustraba su lema favorito de no descansar hasta la eternidad. Entonces tendría tiempo más que sobrado.

La holandesa Alida Bosshardt, una pionera de la asistencia social.AP

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